40. Es tarde.

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Kelsey

-¿Qué has dicho? -Me separé del calor de sus brazos y lo lamenté al instante. 

Dejó caer sus brazos a ambos lados de su cuerpo, inertes, sin vida. -Que lo sé todo.

Negué con la cabeza repetidas veces. -No se de que estás hablando.

Me sonrió, pero esa sonrisa no alcanzó a llegar a sus ojos. -No tienes que fingir que no sabes de lo que hablo cuando lo sabes a la perfección. No puedes engañarme. Ni mucho menos ocultarme cosas.

Me mordí el labio y los miré alarmada. -¿Qué es lo que saben? 

-Todo. -Habló por primera vez Abby. -Tu padre me llamó días después que te habías ido y me contó todo. 

-Y tú le dijiste a Alex. -Interrumpí.

Asintieron ambos. Me dejé caer en el asiento en el que me encontraba minutos antes de haber escuchado su voz. -Quiero que sepas que estamos contigo y...

-No quiero que se sientan obligados a estar conmigo solo por esto que me está pasando. Si hay algo que nunca he querido ni he buscado, es lástima. Si sufro me pongo a un lado. Si alguien se da cuenta y quiere acercarse, que venga, pero no a llorar conmigo, sino a ver cómo yo misma me reconstruyo.

Por favor que lo nieguen, que lo nieguen.

-¿Y tu estas mal de la cabeza? -Me preguntó Abby. 

Me encogí de hombros. -Solo no quiero ser una responsabilidad en sus vidas. 

-Es tarde, ya lo eres. -Intervino Alex.

Lo sabía, sabía que era una carga. No había sido buena idea salir hoy, definitivamente era una de las peores decisiones que había tomado a lo largo de mi vida. Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas provocando que mi vista se nublara un poco más. No quería ser una carga en los hombros que acarrear para las personas que son importantes en mi vida, definitivamente desearía que nada de esto estuviera pasando, que solo fuera un sueño y que se esfumara por la mañana... Pero como el mundo estaba en mi contra, lo que yo deseaba estaba muy alejado de la realidad.

-Es tarde. -Vuelve a repetirlo como si no lo hubiese escuchado bien.- No puedo ver más allá de un mundo al que le sobra todo si tú le faltas. Es de noche y a estas horas, cuando las luces se apagan, se encienden algunos recuerdos. Sé que te pasa lo mismo, pero eres demasiado orgullosa para admitirlo. No te diré qué, pero te aseguro que valdrá la pena. Si dejamos que el amor toque esas partes de nosotros que más escondemos; si dejamos para otro momento las dudas, y nos metemos juntos ahí, en ese rincón reservado para quienes han esperado tanto por una segunda oportunidad... Si hemos llegado hasta aquí, te prometo que no vale la pena ningún retorno. Y si no vuelvo a verte me encargaré de pensar en ti todas las noches antes de dormir. -No aguanté y rompí en llanto. -Ojalá hubiese sido lo nuestro otro tipo de despedida. Hoy, al verte, puedo comprender la situación con todos sus contrastes. Creo que el dolor es normal, que te extrañe y que no haya aprendido a ver el mundo con la misma claridad de antes. Supongo que de poder, yo hubiese hecho algo al respecto. Al ver tu vida postrada en una mala noticia que nos golpeó a todos, lo que menos pensé es en que aquella maldita cosa en tu cabeza apagaría tus ojos tan rápido.

Las lágrimas se deslizaban sin parar mientras negaba incontables veces con la cabeza.

-¿Vayámonos de aquí? Podrías pensarlo, siquiera. Nos vamos, compramos una casa en otro sitio donde no tengamos recuerdos, y nos mudamos ahí, comenzamos una vida que valga lo que hemos luchado por obtenerla. Volverán a florecer los jardines, la primavera pintará a su antojo el paisaje de detrás de las ventanas. ¿Qué dices? No creo que haya una oportunidad más bonita para escapar, olvidar, renunciar a ese banal intento de detener hemorragias que se han abierto dentro de nosotros. Yo creo que debes entenderlo. Podremos cerrar los ojos sin miedo a que al abrirlos el otro se haya marchado. Escucharemos otros sonidos. Las personas, incluso, nos parecerán por fin lugares que valdrán la pena visitar. Qué puedo decirte respecto a mí contigo. Porque contigo, lo que sea, siempre me va a parecer demasiado poco. Contigo siempre voy a querer más. No sé si me explico. Vayamos a donde vayamos, leamos lo que leamos, aprendamos u olvidemos, siempre voy a querer regresar a ti, o llevarte conmigo. Juntos. Mira el cielo. La oscuridad puede explicártelo mejor. ¿Qué dices? ¿Nos vamos de aquí?

¿Había escuchado mal? ¿Qué se suponía que significaba eso? ¿Era una metáfora? Quizás no debía tomármelo tan literal. 

-¿Sabes? Me gusta pensar que correr riesgos es la única forma de lograr lo que queremos. Ir en contra. Podemos también adaptarnos y avanzar con el mundo y las circunstancias, podemos seguir consejos, podemos hacer todo de una forma tradicional, pero los resultados tardan más tiempo en llegar o quizá, cuando llegan, no tienen la intensidad que esperábamos; no hay esa satisfacción que nos llene. Dicen que es la forma más segura. Yo lo único seguro que veo es que terminaremos siendo como los demás. A mí siempre me ha gustado ser distinto. Y he tenido que romper esquemas, salirme del camino, retroceder donde debía avanzar; avanzar donde debía detenerme. No sé. La satisfacción está ahí, en el riesgo. Correr detrás de un sueño es un placer del que sólo pocas personas podemos disfrutar.   

No me olvides (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora