19. ¿Por qué me merezco ese trato dulce?

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Kelsey.

El timbre retumbó y antes de que pudiera siquiera tomar mis cosas, una voz molesta me paró en seco.

-No, realmente no me interesa lo que digan las malditas reglas, yo voy a dejarle las cosas en claro. -Dijo Reachel caminando hacia lo que parecía ser mi puesto de trabajo.

La examine de pies a cabeza, llevaba una falda que no le tapaba ni siquiera la mitad de su trasero, tenía puestos unas medias transparentes junto a unos tacones que sobrepasaba mi estatura... ¿Cómo es que podía mantenerse en pie sin doblarse los tobillos?

-¡Eres una despechada! ¡No puedes soportar el hecho de que te dejo botada! -El berrinche de Reachel fue más que suficiente para que mi paciencia se agotara, no estaba de ánimos para soportar su voz excesivamente chillona.

No hubo nada que decir, mis ojos perforaron los suyos más que ningún tono de voz y amenaza o mafioso. Me crucé de brazos y fruncí el ceño.

-¡Eres una idiota! -La chica murmuraba tan rápido que parecía un panal de abejas lo que se escuchaba. -¡Ahora asúmelo, fui yo la que ganó esta guerra!

Alex miraba todo desde atrás y no hacia nada más que observar la escena, sus brazos estaban cruzados por sobre su pecho mientras que su mirada estaba penetrándome completamente, estaba apoyado en la pared mientras tenía una sonrisa en los labios, parecía disfrutar de todo esto mientras que me estaba dando una terrible jaqueca.

-¿Que se siente que estés saliendo con ella solo para sacarme de tu cabeza? -Le preguntè.

Su semblante cambió radicalmente, la inquietud decoro sus facciones y se volvió oscuro,  me miró con sus cejas alzadas, echándose a reír unos segundos después luciendo totalmente bipolar en el intento.

-No te creas tan importante, no tengo tiempo para odiarte, te dejo claro que sin ti estoy mejor y ni borracho volvería yo a buscarte, esto ya se termino.

Su palabras fueron como dagas apuñalando mi corazón ya hecho pedazos en el suelo. Cada vez sus palabras entraban en lo más profundo para no volver a salir por un largo periodo de tiempo.

¿Cómo podía ser tan cruel? 

Sonreí sin ganas. -Te follarás a mil chicas, para olvidar a la única que te folló el corazón.

-¿Estás safada de la cabeza? -Intervino Reachel. 

-Cállate, tú no sabes nada. -La apunte con mi dedo indice. Y luego desvié mi mirada a él. -Cuando la pierdas ya no tendrás con quien hablar de ti.


Por primera vez sentí que estaba teniendo una cucharada de su propia medicina. Me aleje de él quien me miraba con dureza pero por primera vez no sentí culpa por ello. No sentí culpa por hacerle sentir un poco del dolor que el me había hecho sentir a mí con todas sus actitudes, aquello fue una revelación para mi y dedicándole una mirada más recordé que ya estaba sola, pero realmente estaba vacía.


Estúpida Ilusa, cae a la realidad. Me decía mi subconsciente.

Lo primero que hice al salir de la clase fue ir por un café porque estaba haciendo un frío horrible y yo me iba a congelar en el camino, así que con mi lengua quemada por el café, pensé que nada serviría como una buena distracción y me dirigí a la cafetería.

Busqué con la mirada alguna cabellera ondulada y castaña hasta que la pude observar sentada en el centro de las mesas del instituto riéndose a carcajadas junto a algunas personas sentada a su alrededor, de seguro eran los amigos de clases diferentes o que se yo. Su mirada se posó en la mía y me hizo algunas señas indicándome que me sentara a su lado y así lo hice. Me acerqué a la mesa y me senté.

No me olvides (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora