51. Está orgulloso de ti.

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Alex.

Desperté ante unas suaves caricias en mi pecho haciéndome sonreír a primera hora de la mañana. Al darse cuenta de mi sonrisa de tonto enamorado empezó a esparcir pequeños besitos por mi pecho, cuello y rostro haciéndome reír y abrir los ojos. Sus ojos chocaron directo con los míos, tan grandes y hermosos.

Me acerque a ella y besé sus labios, un corto y casto beso antes de tener que levantarnos a enfrentar nuestros últimos días antes de la graduación.


Demonios... Ya... Nos graduamos. 

Todo ha pasado tan rápido, Kelsey volvió al Instituto para terminar lo que empezó obteniendo así las notas más altas de todos los estudiantes que se graduaban este año, incluyendome. Fue difícil, especialmente cuando se frustraba y decía que ya no valía la pena, me tocaba a mi empujarla, hacerla seguir adelante; sé lo que ella puede llegar a ser, y me enoja que piense tan mal de sí misma.

—Buenos días. 

—Buenos días hermosa. -Sonreí besando su mejilla. 

Definitivamente despertar a su lado se ha vuelto algo tan necesario en mi vida. La acerque a mi, haciendo que todo su peso cayera sobre mi torso y deslice mis manos a sus caderas luego de nuevo a sus brazos hasta llegar a su mejilla. 


Es tan bella, tan suave, tan mía. Quiero esto para siempre.

—Me encantaría poder quedarme aquí, contigo, pero tengo que alistarme para la ceremonia.


—Faltar una vez no te hará tan mal. Puedes alistarte después. 

—Sabes que no puedo. Es importante.

Dejé caer mi cabeza en la almohada cerrando los ojos en el proceso. —Está bien. Pero quiero este sábado sea para mi. Sólo para mi. No amigas, no ceremonias. Sólo tu y yo. Hasta tarde, en la cama, viendo películas y besándonos toda la noche. —Abrí los ojos para examinarla, tratando de descifrar su respuesta.

—Está bien. Es una cita entonces. —Dijo mientras se acercaba hasta mi boca para besarme. —Iré a ducharme.

—¿Necesitas compañía? No soportaría que tuvieras un accidente en la ducha. —Intenté negociar.

—Si entras conmigo a la ducha no saldremos del departamento jamás.

—Al menos lo intenté.

Rodó los ojos y entro al baño. Minutos después salió, envuelta en una toalla que sería un gusto de quitar, pero debemos ir al Instituto para terminar lo que  habíamos empezado, así que me puse de pie, le di una palmada en el trasero y antes de qué pudiera decir algo cerré la puerta del baño para darme una ducha caliente.

Cuando salí del baño fui azotado por el delicioso olor de un desayuno hecho por Kelsey. Me vestí rápido y camine a la cocina despacio, disfrutando del delicioso olor de huevos y tocino que tanto me gustaban.


Llevaba unos jeans bastantes ceñidos a su cuerpo, lo adornaba una sudadera por sobre el ombligo. Me acerque a ella, despacio, tratando de hacer el menor ruido posible y la abrace. Fuerte. Empecé a darle pequeños besos por su cuello hasta llegar a sus mejillas, deslizando mis manos por sus brazos hasta su cintura. Ella solo reía, amaba cuando sonreía, me hacía ver lo feliz que estaba pese a toda la desgracía que nos cubría. Y amaba más ser yo la razón de esa risa. 

—Huele de maravillas. —Dije mientras me separaba de ella para ir al otro lado de la cocina, buscando los platos y los tenedores para el desayuno.

—Tuve suerte de no quemar el departamento. —Reí ante su chiste.

Desayunamos rápido por la hora, ambos estábamos retrasados para llegar  a la ceremonia de graduación.

Conduje en silencio, siempre quedo acribillado por todos mis pensamientos, el silencio no era bueno pero junto a mí estaba la mujer con la que quería pasar toda una vida a su lado, mantenía mi mano en su muslo mientras la otra sujetaba el volante. 

No me olvides (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora