33. De hecho, sí.

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Alex.

-Hola. –le sonreí.

-Alex.

Me miró a los ojos, claramente enfadada. -No empieces.  –Me puse serio. –Estos últimos días no han sido muy fáciles para mí, precisamente, y necesito que cooperes, solo es un polvo.

-Eres un idiota. –dijo al tiempo que me colocaba entre sus piernas. 

-Exacto –le respondí. -Ahora haz que este idiota olvide todo el mal día que tubo. -Al decir estas palabras Reachel me pasó una mano por el pelo para darme a entender que ya no estaba enfadada y el deseo se hacía presente en su mirada. 

Y sin más que decir la besé, con ganas, disfrutando tanto como podía que inconscientemente me acerqué un poco más. Entonces pasé una mano por su cadera pegándola más a mí. Tenía que disfrutarlo, tenía que olvidarme de toda esta mierda. Reachel pasó una de sus manos por debajo de mi camiseta haciendo que me inclinara para que fuera más fácil sacármela, pero el movimiento hizo que una punzada de dolor me invadiera.

- Mierda... -murmuré, pensando en el parche, que, a estas alturas, decir que estaba bien era una completa mentira. –¿Qué haces? –Pregunté totalmente sorprendido, al ver que Reachel estaba intentando sacar el parche.

Intenté que alejara sus manos pero parecía una completa lunática intentando sacar el parche. Comencé a buscar una respuesta que explicara la herida.

Y, al ver su cara de sorpresa y entender que ya no había marcha atrás, mi parte racional, la que no estaba muriendo por echar un buen polvo, me dijo que lo más coherente era mantener la misma mentira con todo el mundo.

-No te preocupes por eso, no es nada –le resté importancia. –Estaba ayudando a un viejo amigo con su auto en un taller y una buena parte filosa de un auto me golpeó el hombro.

- Es que... -Murmuró con los ojos como platos –Es que está sangrando.

-Mierda, ya es la segunda vez. –Le dije mientras caminaba hacía el baño.

Saqué una toalla que estaba en uno de los muebles del baño y la humedecí para limpiar la herida, cada vez que pasaba la toalla por sobre la herida apretaba la mandíbula por el intenso dolor que este me causaba, apenas me di cuenta de que la toalla ya no era más blanca, ahora era roja por la sangre que salía de mi herida.

¡Malditos hijos de puta!

Cerré los ojos y presioné la toalla lo más fuerte que pude en la herida para evitar el sangrado, esperaba que dejara de hacerlo porque dolía como los mil demonios.

¡Juro por dios que esto no quedará así!

Al cabo de unos minutos la herida dejó de sangrar, la zona ya estaba bastante roja y maldije por lo bajo, no quería que Reachel se preocupara por esto, ya estaba siendo lo bastante fastidiosa al meterse en mi vida, cada maldita cosa que hacía tenía que saberlo y lo odiaba. Odiaba el hecho de que se metiera en mis asuntos, tenía que entender que esto era nada más que un simple polvo y que siempre sería así con ella. Ya no podía prometer nada a nadie, nada de amores eternos, nada de malditos clichés, nada de flores, ni mucho menos corazones, ya me había cansado y no quería más lucha. 

Me cubrí la herida con un parche nuevo que encontré entre las cosas personales de Reachel en el baño dejé la toalla en el cesto de la ropa sucia. Salí del baño para encontrarme con unos ojos bastante intensos. Le puso seguro a la puerta, yo solo podía mirarla... dejaría que esta noche ella tuviera el control, no quería otra hemorragia.

Comenzó a acercarse lentamente, sin despegar sus ojos de los míos, cada paso que daba dejaba una prenda tirada en el suelo. Para cuando llegó hacía mí estaba solo en ropa interior, subió sus manos por mi cuello, acariciándolo y enterrando sus uñas en el.

No me olvides (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora