23. ¿Amor, eres tú?

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Kelsey.

Trato de mantenerme ocupada, jugueteo con mis manos, veo mi celular pero la señal se había ido hace unas cuantas horas atrás, ya ni siquiera sabía cuanto tiempo iba a estar dentro de un mismo lugar con la misma persona, no aguantaba más. Porque precisamente en las horas muertas, cuando mi cabeza se puede permitir no pensar, es entonces cuando vuelve a pasar por mi mente doliendo, inundando todos los espacios vacíos y los rincones oscuros.

El reloj marcaba alrededor de las dos de la mañana, donde la mayoría de las personas estaban en su casa, durmiendo mientras nosotros seguíamos atrapados en el ascensor, eramos un caso perdido.

-¿Podrías dejar de mover tus manos? Es desesperante.

¿Hablaba enserio? 

-¿Me estás tomando el pelo? 

Negó. -Simplemente quiero estar tranquilo y tus manos me distraen, es un poco molesto.

-Pues lo siento, no dejaré de hacerlo por que a ti te plazca, cierra los ojos y podrás estar tranquilo.

Y aquí estaba yo, con un montón de cosas en la cabeza, con mil preguntas, con mil incertidumbres.

Su celular comenzó a sonar dentro de su bolsillo haciéndolo sobresaltar y sus torpes dedos lo tomaron con rapidez.

-¿Hola?

-¿Amor, eres tú?

La inconfundible voz de Reachel se oyó del otro lado de la línea y Alex sonrió tontamente.

-Así es, ¿qué sucede?

Alex solo se mantuvo en silencio, podía sentir como las extrañas sensaciones en mi cuerpo cobraban vida nuevamente. Eran molestas, incómodas, nuevas, y no se sentía para nada bien. Ambos continuaron hablando sobre cosas, Alex seguía sentado en una esquina del otro extremo en donde yo me encontraba, sin importarle las miradas extrañas que no podía evitar darle seguía hablando como si todo estuviese perfecto. Simplemente estábamos encerrados en un pequeño ascensor.  

Me enoja lo mucho que me duele porque ni siquiera significó tanto. O tal vez sí, tal vez para él no pero para mí un poco, a veces. O no sé si mucho, lo único que sí sé es que me duele, pero no sé si me duele en el corazón o en el orgullo. O en los dos.

Alex llevó sus manos hasta su pelo donde desordenó por completo su peinado cabello.

-Te veo luego, hermosa.- Murmuró con una sonrisa en su rostro. Podía sentir que las extrañas emociones dentro de mi estómago me terminarían matando si seguían incrementándose. -Por supuesto que sí, como siempre. -Dijo mientras le regalaba una ancha y brillante sonrisa al celular, el cual yacía dentro de su bolsillo.

-Y dime, ¿Qué se siente estar enamorado?

-No lo sé, dímelo tú.

-Eres un inmaduro que no sabe lo que quiere ni a quien quiere.

-Creo que a ti te faltó madurez y no estuviste a la altura de las circunstancias. Pero agradezco que me hayas dejado conocerte. Ahora sé con más claridad lo que quiero y el tipo de persona que creo que me merezco.  

-¿Qué mereces? -Solté una carcajada. -¿Y piensas que es Reachel?

No dijo nada.

Lo miré a los ojos. Incrédula. -¿Tengo que tomarlo en serio?

Ninguna palabra abandonó su boca.

-No lo puedo creer. -Solté negándome a creer esa estupidez. -Eres un masoquista. El peor error es consolarte con quien te hirió.

-Poco me importa convertirme en uno, mientras el daño no me lo haga yo.  

¿Aquel era el verdadero Alex? No podía creerlo.

-Hazme el favor de preocuparte por ti y dejarme en paz. Bastante tengo con aguantarte 2 horas en un espacio reducido con tu voz chillona como para que te metas en mis asuntos. Vive tu vida y no te preocupes por la mía que nunca he estado mejor.

-Púdrete.

El ascensor comenzó a moverse mientras las luces que indicaban los números se hacía visible... ¿Nos habían rescatado? 

Por favor, quiero salir luego de aquí.

No soporto un minuto más a su lado.

Con dificultad por el movimiento extraño del ascensor logré ponerme de pie agarrándome del pasamanos y tomando mis cosas que yacían en el suelo donde segundos antes estaba sentada.

Las puertas se abrieron dejando ver a una cabellera rubia que se lanzaba directamente a Alex con el propósito de comérselo y si es posible tragárselo con sus asquerosos y sonoros besos.

Se me había quitado el apetito con aquella escena. Por completo.

Caminé hacía mi pasillo no sin antes decirle al última y definitiva palabra.

-Prometo nunca más volver a aparecer frente a ti... -Dije sería.

Mañana tomaría mis cosas y me iría lejos de aquí, congelaría el instituto, mis becas y me alejaría lo que más pudiera de su lado y de todo lo que me recordara a él. Pasaría mucho más tiempo con mi Padre, era un buen momento para pasar tiempo Padre e hija. 

Sus ojos perforaron los míos como cuchillas.

-Creo que lo justo sería que cumplieras lo que prometes. 

Cerré la puerta detrás de mí mientras me hacía una bola agarrándome de mis piernas y derramando lágrimas que estaban cargadas de sentimientos encontrados, de felicidad, decepción, tristeza, coraje y llorar no calmaba mi corazón; ni siquiera tenía esa sed de venganza que me consumía antes, esta vez solamente brotaban las lágrimas sin ningún ruido, sin desesperación, sin nada más que vacío.

Me quedé dormida entre tanto llanto. Desconectando mi mente de lo que quería olvidar completamente y lo logré. Solo por algunas horas.

Cuando desperté me sentí tan patética al ver mis ojos hinchados, unas ojeras saltando y un corazón roto en pedazos.

El espejo que siempre solía vislumbrar una sonrisa, se vio opacado por el odio guardado y el resentimiento que fluye ahora por mis venas.

Miraba al exterior a través del cristal. Viendo como las gotas de agua impactaban contra el suelo formando una melodía irregular. Deseaba salir corriendo y marcharme para jamás volver. Pero no podía. Debía quedarme aquí. Tenía que permanecer encerrada con la única posibilidad de mirar fuera. Admirando como cada mañana salía el sol y después era remplazado por la luna. Me agradaba ver cuando el cielo era tapado por nubes y, al igual que en ese momento, la lluvia caía. Porque sabía que horas después, al la tormenta marcharse, aparecería un arcoíris. Aquello me demostraba que, después de lo que estaba sufriendo, mi vida se vería iluminada. Por el momento tocaba esperar, y lo hacía. Esperaba mi arco iris.

No me olvides (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora