27. ¿Mayo?

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Kelsey.

Desperté pálida y fría, como el muerto que abre los ojos cuando deja escapar el alma ¿Acaso había muerto?  

Abrí lentamente los ojos, no sabiendo exactamente donde me encontraba. Lo ultimo que recordaba era que un chico me había dado unas palmadas en la espalda para que pudiera respirar a causa de mi falta de oxígeno por haber llorado tanto por él. Al abrir los ojos completamente me di cuenta que estaba en una cama de hospital.

Los hospitales siempre me han parecido como edificios ciertamente extraños. Es en estos edificios de olor a éter donde arriban y parten a diario decenas de almas, de donde brotan llantos de pena, de alivio y de gozo. 

A un lado de la pálida habitación mi padre estaba observándome triste, no podía hablar, mi boca estaba muy seca con un sabor casi metálico, opté por quedarme en silencio. Su aspecto era fruto del abuso de hombres y años. El brillo animal de sus ojos, con frecuencia oculto tras una maraña de cabellos grises, acechaba en cada una de sus miradas. Y un rastro de arrugas profundas alrededor de sus cuencas, era el único testigo de un tiempo en el que llegó a reír y a llorar. Su boca, custodiada por unos labios escuálidos, era como una herida abierta en medio de su rostro. Por ella merodeaba la sanguijuela de su lengua, siempre con la fea costumbre de lamerse el borde amarillento de unos dientes teñidos durante décadas por el tabaco, el alcohol y su propia sangre. El resto de su cara quedaba engullida por unos pómulos hundidos y moldeados. 

-¿Cariño, estás bien? -Me preguntó mi padre.

-Me duele. -Alcancé a decir. Y es que el dolor de cabeza era interminablemente doloroso.

-Llamaré a las enfermeras. -Dijo y salió por la puerta.

Una enfermera entro y mi padre le pisaba los talones. La mujer tenía una sonrisa que no era natural, más bien parecía ser forzosa.

-Al fin despertaste. -Me dijo tomando la temperatura de mi cabeza con el dorso de su blanca mano.

-¿Que paso? -Le pregunté y ella sacudió la cabeza.

-No importa, lo importante es que estás bien y saldrás de esto pronto. -Me dijo.

Segundos después entraron más enfermeras y le pidieron a mi padre que se retirara, me examinaron y me levantaron para poder darme un baño. Mi único pensamiento eran los recuerdos, pero no me atrevía a decirlo en voz alta.

Una vez que me bañaron me acomodaron en la cama y entró el doctor.

-Buenos días señorita... -Desvió su mirada al cuadernillo que tenía entre sus manos- Kelsey. -Me dijo extendiendo su mano, yo la sacudí y el sonrió colocándose sus lentes.

-Muy bien, has sufrido Amnesia gracias a un traumatismo craneal a causa de un golpe violento en la cabeza... -Paró de hablar un momento para mirarme. -¿Me equivoco? 

Negué. -Sufrí un accidente mientras cruzaba la calle.

Asintió. -¿Me puedes decir que día es hoy?

Dudé un momento en responder ya que no sabía cuanto tiempo había pasado antes de despertar en este pálido hospital. -¿Martes 31?

El doctor me miró un segundo antes de escribir en su cuaderno lo que parecía ser un testamento de letra ilegible. - ¿De que mes?

-¿Mayo? 

Volvió a escribir en su cuaderno, sin perder ninguna palabra de lo que había dicho. -Lamento informarte que has estado inconsciente durante 3 meses, estamos a miércoles 31 de Agosto.

¿Que había dicho? ¿Tres meses? Era imposible que hubiese estado inconsciente durante tanto tiempo.

-Te has llevado un gran golpe. -Terminó de decir. -¿Quieres decirme lo que recuerdas?

Yo asentí lentamente, mirando mis brazos llenos de jeringas y parches redondos por todo mi cuerpo que mostraban mis signos vitales en una maquina a mi izquierda. -Recuerdo haber tomado un vuelo y haberme quedado dormida, cuando desperté intenté entrar al baño público pero todo se volvió confuso y millones de recuerdos me llegaron a la cabeza, todo me dio vueltas y terminé inconsciente.

-¿Has presenciado algún otro recuerdo después del accidente parecidos a este? 

-Si, los he presenciado pero nunca al borde de la inconsciencia.

Asintió. -Muy bien.

-¿Qué es lo siguiente? -Le pregunté al doctor mirándolo esta vez.

-Tratamientos, reposo, descanso y luego del primer mes, ejercicio leve para recuperar la fuerza de tu cuerpo en estos últimos 3 meses. -Dijo señalándome de pies a cabeza. -Para ser honestos, pensamos que te ibas a levantar sin conocer a nadie, así que, se podría decir que esto es un milagro. -Dijo poniendo una mano en mi hombro.

-Entiendo. -Le dije.

-Puedes pasar unos 2 o 3 días más acá en el hospital, el resto lo pasarás en tu casa, te daremos de alta este viernes. -Dijo el doctor mirando el calendario. -Cualquier inquietud, si tienes hambre, sed o necesitas ir al baño a tu derecha tienes un botón rojo, lo presionas y unas cuantas enfermeras vendrán a ayudarte.

-Gracias. -Fue lo único que pude articular.

Segundos después de que el doctor se fuera se abrió la puerta agresivamente y el rostro de mi padre lleno de lágrimas apareció. Se detuvo cuando me vio y se secó las lágrimas.

-Temía que nunca fueras a despertar. -Me dijo acercándose a la camilla para acariciar mi cabello.

-Eso jamás, tenía que regresar ¿Si no cómo pasaríamos tiempo padre e hija? -Le dije mirándolo a los ojos.

-Lamento que tengas que pasar por esto. -Me dijo sacudiendo la cabeza.

-Bah, no es tu culpa todo eso, no me preocupa porque tendré al mejor doctor para cuidarme. 


 

No me olvides (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora