48. Haré lo mejor que pueda.

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Alex.

-¿Estás seguro de hacer esto? 

-Nunca he estado tan seguro en mi vida, solo quiero que le hagas llegar esos papeles cuando despierte. Prométeme eso.

Asentí. -Lo haré. Solo que no estoy de acuerdo con todo esto, no es una noticia de la que todos estemos orgullosos.

Me sonrió. -Es lo mejor para todos y mucho más para ella. No tendrá más problemas. -Suspiró. -Y hay que actuar rápido. Lo más rápido que podamos. Mientras su vida este en mis manos, no dejare que que sufra y esté postrada en una silla de ruedas para toda su vida. Lo he vivido todos los días de mi vida y es difícil. No sabes cuanto.

 -Creo que los dos queremos lo mismo, no quiero verla sufrir, no después de todo lo que le ha tocado pasar. 

Y me abrazó, fue un abrazo paternal del que jamás había tenido la oportunidad de llegar a sentir. Un abrazo de un padre que está preocupado por su hija, un padre desesperado y angustiado por la vida de su hija. Un padre admirable. 

Le correspondí aquel abrazo como jamás lo había hecho, necesitábamos transmitirnos seguridad. Existen personas que están destinadas a estar con nosotros y a acompañarnos en este camino que llamamos vida, con el único propósito de hacernos mejores, enseñándonos de forma vivencial como debe comportarse un hombre, un hombre de verdad.

Y yo, aprendí que un hombre es humilde y respetuoso, cortés y caballeroso, luchador y generoso. Que un hombre valora y respeta a una mujer por lo que es y lo que piensa, que la trata como su igual, y que una mujer es lo mas preciado en este mundo. Que es de humanos equivocarnos, pero que es de hombres el admitir los errores, el pedir perdón, el buscar redención y cambiar las cosas para poder seguir adelante. Pero sobre todo, que el corazón de un hombre le pertenece a una sola mujer, esa que será su esposa, su compañera de vida, su mejor amiga, su amante y la madre de sus hijos.

Ojalá hubiese aprendido todo esto de un Padre como aquél hombre preocupado por la salud de su hija. 

-Iré a tomar un poco de aire ¿Vendrás? 

Negué. -Creo que me terminaré mi café.

Asintió. -Nos vemos, cuida de mi hija. No permitas que nadie la pase a llevar. Amala como sabes hacerlo y consientela como si de una niña se tratase.

-Haré lo mejor que pueda. 

-No podrá estar en mejores manos. Confío en ti.

Vi su espalda alejarse a medida que se acercaba a la salida a tomar un poco de aire, toda esta situación me parecía irreal, me parecía que todo era una broma y que en cualquier momento me despertaría de un mal sueño. Una pesadilla.

Me tomé la cabeza con las manos, todo esto había sido mi culpa, no había día que no sintiera que todo esto no hubiese pasado si no hubiésemos ido a aquella estúpida fiesta donde todo ocurrió. 

La quería a mi lado, no podría soportar perderle como lo he hecho con todo lo que de verdad me importa, ella es muy importante, una pieza fundamental en mi vida. Jamás hubiese pensado que alguien significara tanto en mi vida como lo ha hecho Kelsey. 

Termine mi café que ahora estaba helado y me acordé de ella, y de esas veces que no parábamos de hablar, era más que mi droga, la cual disfrutaba mucho más que este simple café en mis labios.

Pasaron unos cuantos minutos cuando lo vi entrar con una sonrisa en los labios como si nada hubiese pasado y como si todo esto de una broma se tratase. 

-¿Todo bien? -Me preguntó.

Negué. -No creo que sea una buena idea, no quiero que desaparezca de su vida. Un padre es fundamental en la vida de su hija cuando no ha tenido buena relación con su madre.

Me tomó el hombro y me miró de una forma paternal. -No le quiero hundir, no le quiero lastimar, no quiero ser la manzana podrida que destruya su vida. Toda la gente al final se cansa de mi infierno y decide alejarse, no los culpo, si por mi fuera también me alejaría; pero no me puedo alejar de mi mismo. Es un sueño que jamás creí se cumpliría, es un sueño que he querido toda mi vida. A veces quisiera no sentirme solo y cuando me siento así, ahí esta ella más preocupada por mí que por cualquier otra cosa. No quiero perderle, pero no quiero dañarle. Soy como un mueble, al principio te gusta, luego ya no lo vez hasta que pasa mucho tiempo en tu vida y comienza a molestarte y luego lo desechas porque resultó ser un obstáculo en tu lindo hogar. Ya he vivido lo suficiente, he tenido una larga experiencia y ya es momento de partir. Ha sido un gusto tener el placer de conocerte. No hubiese podido dejarla en mejores manos.

Un nudo creció en mi garganta, no sabía como sacarlo. -No haga esto...

-Es su vida y mientras se trate de ella como buen padre la protegeré a como de lugar. Es mi vida, ella es mi todo. No se merece la vida que pudiese llegar a tener si no actúo yo. Sé que lo sabes, sé que eres inteligente hijo mío. Sé que la cuidaras como a ninguna. Sé el hombre que ella espera que seas. 

-Estoy lejos de ser un buen hombre. Me he arrepentido más veces de ser una buena persona a ser un hijo de puta. 

-No digas eso. El verdadero poder de un hombre se mide en el tamaño de la sonrisa de la mujer que tiene a su lado. Ya has hecho suficiente. 

-Antes de que digas adiós me gustaría su bendición. 

-¿Mi bendición? ¿Para que? 

-Para tomar la mano de su hija.

No me olvides (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora