31. Nos vemos allá

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Kelsey.

Diciembre estaba haciéndose presente, y con él la época más triste y la más bonita del año. Bonita porque ves a gente que no has visto por mucho tiempo y triste porque toca que sentarse en la mesa y ver cuántos no se volverán a sentar nunca más.

Las luces comenzaban a llenar la ciudad, el olor a pino es irremediablemente nostálgico, los anuncios navideños invadían la televisión y la gente hablaba sobre las fiestas.

Me puse a pensar en cuántas personas se habrían ido quedando en el camino este año; a cuántas les dije adiós entre suspiros que producían cierto dolor en mis pulmones; a cuántas personas les llamé con desesperación porque realmente estaba con muchas ansias. Y, maldición, cuánto tiempo es un año, ¿un suspiro? Supongo, porque el tiempo se pasó tan rápido, sin contar los meses en los que me encontré postrada en una cama sin recordar absolutamente nada. Cierras los ojos, estás aquí; los abres, estás allá. En un pestañeo suceden cambios, y yo no sé si he cambiado, y si lo he hecho, espero que para bien, porque detestaría la idea de ser alguien que odio ser. Quería mirar mi reflejo en el espejo y ver que todavía seguía siendo yo, que no me faltaba ni un gramo de esencia ni razón de ser.

Lo que sí mantengo en el recuerdo de todo lo que he vivido son las experiencias nuevas que descubrí con desconocidos, eran las sensaciones jamás antes sentidas a flor de piel, eran las risas que me hicieron temblar mis cimientos, eran las veces en las que me senté a contemplar los atardeceres mientras pensaba cuán agradecida estaba por tener a la gente que quería, eran los instantes que marcaron un antes y un después, eran las miradas accidentales que me costaron la tristeza, eran las sonrisas que aún puedo olvidar, eran las veces en las que sentí que era suficiente y terminé retrocediendo varios pasos.

De nada me servía arrepentirme de los errores que en un momento cometí, de los amores con los que había tropezado, de las heridas que dejé o que me dejaron, porque quería que la mala hierva creciera lejos de mis raíces, no quería que se infestaran ni que se enfermaran de odio.

Había decidido que para amar, primero tenía que amarme a mí misma; para ser feliz con alguien más, tenía que serlo conmigo y, quien quisiera amarme, tendría que aceptarme tal cual ruina era.

Siempre me estaré en la cima de mis planes y opciones, eso lo tendrían que aceptar, porque había sido el plan b y la segunda opción todo este tiempo, y no me merecía eso. Merecía algo más que eso, merecía todo lo que se me pasaba en la mente envuelto en un sueño, disfrazado de ilusión y los ojos brillantes como perlas. Merecía ser su ilusión, su esperanza, su "ojalá vuelva a verla", su "ojalá no se olvide de mí, porque yo jamás me olvidaré de ella", su "ojalá no mueras nunca", su "ojalá vuelva a suceder otra vez".

El año estaba por terminar, tan sólo quedaba abrazar lo que tenía y sentir que eran parte de mi.

De repente sonó el timbre de la puerta interrumpiendo mi momento de libre expresión. Nadie iba a venir hoy. Caminé hacía la puerta en pijamas, totalmente desarreglada y abrí encontrándome con un muy sonriente Jackson apoyado en la pared de brazos cruzados y con la pierna flexionada luciendo totalmente atractivo y seguro de si mismo.

-Hoy solo quiero hacerte una atenta invitación... -Comenzó a decir.- Solo te pido que salgamos a un café, platiquemos un rato, quizá hasta que se nos acabe la vida, el tema es lo de menos.

Crucé los brazos por sobre mi pecho, había intentado invitarme desde que salimos de la cafetería. -¿Me estás diciendo que solo has venido para invitarme a salir? -Asintió al tiempo que yo negué con la cabeza.- Nunca había conocido a un chico tan insistente.

-¿Qué dices? ¿Sales conmigo o te quedas en casa? Te prometo que no habrá nada más que solo una charla de calidad, nada anormal. Vamos, ven conmigo, no te decepcionaras, será un lugar cómodo, como te gustan.

Suspiré derrotada. -¿Si digo que si dejarás de acecharme por donde quiera que vaya por una cita?

Sonrió. -No prometo nada. Paso por ti a las 6, ¿te parece? Bueno mejor nos vemos en el café, a las 6 ¿qué dices?

-Nos vemos allá.

No me olvides (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora