30. ¿Me estás coqueteando?

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  Kelsey. 

 -¿Estás segura que te encuentras bien? 

Asentí no tomándole mucha importancia delante del chico porque sino rompería en llanto, en estos momentos cualquier cosa me afectaba, mi estado de ánimo dependía de un pedazo de hilo, completamente corto y delgado. -No es como si me cortara las venas. 

Que buena mentirosa era. Mil aplausos para mí. 

-Lo lamento por el chico, quedó devastado, sé lo que se siente ser rechazado en público y es una verdadera mierda. Es para cortarse las venas y tomar cloro para suicidarte. Es la misma sensación asquerosa. 

Gracias por esa información, me siento mucho mejor. Pensé. 

Lo miré mal. -No estas ayudando. 

-Lo siento. Creí que te sentirías mejor al saber que lo está pasando como la misma mierda. 

Suspire. -No le deseo el mal sino que no podía seguir a su lado, nos dañaba a ambos. No había ninguna maldita manera de que funcionara, siempre terminábamos echándolo a perder o hiriendo los sentimientos del otro, era inevitable y estábamos muy familiarizados con esa asquerosa sensación. Era algo tóxico. 

 Dejé mis manos alrededor de la humeante taza de café, había sido mucha cafeína en mi cuerpo, si bebía una más mi cuerpo sufriría las consecuencias. Me termine el último sorbo disfrutándolo porque iba a hacer el último del día y dejé que mi imaginación volara cuando miré por la ventana, intentando eliminar todo rastro de él en mi cabeza. Ojalá pudiera olvidar todo tal como regresaron los recuerdos. No se cuanto tiempo pasó desde que me quedé mirando al vacío pero cuando me Di cuenta los ojos del chico no se despegaban de los mío, era como si estuvieran pegados con el pegamento más fuerte y nada podía despegarlo. Me removí un tanto incómoda por la situación, no acostumbraba a que desconocidos me quedarán mirando como si fuera la atracción más entretenida que estuvieran viendo.Me aclaré la garganta para llamar su atención aunque no la necesitaba porque me miraba directamente a los ojos. Pareció no percatarse de mi incomodidad porque siguió mirándome directamente sin vergüenza. Intente que desviara su mirada cuando lo mire de la misma forma que lo estaba haciendo conmigo pero no desistió en ningún minuto, intenté buscar un tema de conversación para así tratar de no sentirme tan incómoda. -¿Cómo te llamas? 

Pareció surtir efecto porque desvió la mirada hacia su taza de café ahora avergonzado por el repentino arrebato que había tenido. -Jackson para servirle. 

Sonreí cuando escuché eso y negué con la cabeza. -¿Te puedo hacer una pregunta? 

Asintió mientras bebía un largo trago del humeante café. -Lo que quieras. 

-¿Qué paso después de caí al suelo y perdí la conciencia? 

Meditó durante un momento buscando entre sus recuerdos. -Recuerdo que iba a llamar a la azafata porque odio los aviones y las alturas... 

Solté una carcajada. -¿Y la ibas a llamar para que te cantara una canción de cuna? 

 -No me interrumpas y no, quería un trago para concentrarme en el ardor que me provocaba y no en las alturas. -Tomó otro sorbo de café. -Cuando miré para atrás estabas hiperventilando, apenas te vi corrí hacia ti y te desvaneciste así como así.  

-Pero que atento. -Bromee.

Sonrió. -Bueno, ya sabes, no puedo resistirme a no ayudar a una chica tan guapa como tú. Mi masculinidad me lo pide.

La verdad de todo es que Jackson era bastante simpático y agradable para mantener una conversación con él durante horas. Me olvidé completamente de lo que minutos antes había pasado, ojala siempre fuera así de sencillo.

-Es mi turno de hacer preguntas. -Soltó de repente tomándome por la guardia baja.

Me sonrojé como una estúpida. -¿Qué quieres saber?

Mientras pensaba en alguna pregunta que decir me le quede viendo, era la persona mas común, no era muy guapo, no tenía la sonrisa mas encantadora, ni tiene el cuerpo mas atlético. Pero algo lo hace que sea completamente atractivo para cualquier chica, era amable, paciente, sencillo, noble, risueño, a veces un poco payaso, a veces un poco serio. Quizás ese era su atractivo. 

Me sorprendí al no compararlo con el adonis de Alex. Y es que había sufrido tanto por él que ya no quedaban cosas buenas que remarcar.

-¿Porqe eres tan hermosa? -Me dice manteniendo su mirada fija en mis ojos.

Sonreí. -¿Me estás coqueteando? 

-Puede ser. -Susurró tan bajo que casi no lo escuché.

Apoyé mi espalda en el respaldo de la silla. -¿Con cuantas te ha funcionado?

Negó con la cabeza. -Uno no coquetea con cualquiera, porque no cualquiera genera algún interés.

No me olvides (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora