28.¿A dónde crees que vas?

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Kelsey.

Despierto un día más con la inagotable sensación de que esto es solo un momento, transitorio, circunstancial; Me levante mientras mi padre seguía durmiendo.

Ha sido el día más lluvioso del año, las calles están mojadas y el cielo tan negro como el café que recién comienzo a tomarme.  

Fui a mi cuarto de baño, era mío propio, si querías ir a él, tenías que pasar primero por mi habitación. Por supuesto que había otro en la casa, era el que usamos habitualmente.

Primero me duché y estuve pensando. Tenia que llamar a Abby para hablar sobre esto, que difícil es siquiera mencionar para mi misma el tema. No era posible haber dormido durante 3 meses, era algo anormal. Hace dos días que me habían dado de alta con la condición de seguir al pie de la letra lo que el doctor me había escrito en un papel.

Pasé casi media hora en la ducha. Me gustaban las duchas largas y tranquilizantes, de esas en las que nunca quieres salir. Luego, pensé en lo que me iba a poner. ¿Unos pantalones de yoga? Aunque era invierno, creo que para salir era demasiado incómodo.

Al final, tras mucho rato decidiendo ropa, escogí unos pantalones oscuros y apretados. Me coloqué unas zapatillas deportivas negras, bastante cómodas a decir verdad, con un suéter negro, y encima mi abrigo esquimal de color negro para la lluvia.

Miré la hora. Ocho y media. Muy temprano para hacer una caminata por toda la ciudad, la que probablemente estaría vacía por la hora. 

Tomé las llaves y mi celular que aún seguía apagado desde que me dieron de alta en el hospital porque no quería enfrentarme aún a lo que eso conllevaba. 

Apenas puse un pie en la fría acera me topé con una pareja muy cariñosa dentro de un auto, al principio los miré porque me recordaba a aquellos momentos en los que me encontraba feliz junto a él, el chico la tomaba de la cintura como si fuera suya porque en definitiva lo era, como un día yo fui suya y me tomaba de la cintura frente a la gente. Ahora que sé lo que se siente me alegra que nunca pudimos imaginarnos que las escenas de nuestro más natural afecto podían dolerle así a un tercero, porque nunca algo tan bonito como el amor debe ir por las calles haciéndole daño al que no lo tiene. Cuando comienzan a besarse ya no puedo mirar más y otra vez se me derraman las lágrimas por la cara como se derrama el agua de un vaso al voltearse, indefensa ante la gravedad, lanzándose contra el suelo indeteniblemente, sin control ni prudencia, todo el puto tiempo.  

A pesar del temporal caminé como si la lluvia fuera lo mejor del mundo y es que en estos momentos lo sentía de esa forma, tan ligada a mis sentimientos que dolía. El clima era perfecto.

Caminaba por la calle cuando a mi lado una cerca cubría un patio lleno de dientes de león, me agaché y metí la mano entre las barras de la reja para sacar uno, luego seguí mi camino avanzando en una dirección aleatoria, mientras observaba atentamente cada parte pequeña de la flor. Entonces cerré los ojos, acerqué el diente de león a mi boca y pedí un deseo...

"Deseo dejar de sentir con la fuerza y pasión que aún le amo, quiero dejar de sentirlo."

Abrí los ojos y soplé fijándome en como se desprendían y volaban mis deseos a lo lejos.
Con el tallo del diente de león aun en mi mano seguí cual fuera que fuese el rumbo.

Metí las manos a los bolsillos del abrigo para que mis manos entraran en calor cuando algo sólido toca mi mano, lo tomó y lo saco para poder observar mejor que es lo que estaba en el bolsillo.

Mi celular estaba entre mis manos, apagado desde hace mucho tiempo. Suspire un par de veces para luego encenderlo y volver a la realidad. 

En cuanto la pantalla se encendió millones de mensajes llenaban mi celular, llamadas perdidas de un montón de personas que no sabía que tenía... Ninguna de él.

Mantenía la vista fija en el celular, leyendo cada mensaje...

"Estoy en el peor momento emocional de la historia de mi vida... ¿Dónde estás?"  -Abby

"Mi celular siempre esta encendido, por si me extrañas y quieres llamarme :)."  -Luke

"Te extraño tanto que muero diariamente por ti." -Abby.

 Estaba tan perdida leyendo cada mensaje que no me di cuenta por donde iba hasta que choqué con una pared de ladrillo haciendo que el teléfono se deslizara sobre mi mano, cayendo al suelo.

Mierda.  

Algo no iba bien, la pared con la que había chocado parecía ser más bien una persona de carne y hueso. Lentamente fui levantando la vista para ver a la persona que menos pensé ver delante de mis ojos, a unos centímetros de distancia, tan cerca que lo podía tocar. Deje el celular en el suelo porque ya no sentía fuerzas para levantarlo.

No, no, no, no, no.

-¿Qu..e..e haces aq..uí? 

-Tenia asuntos pendientes que resolver...-dijo taladrándome con la mirada. 

Podía escuchar su "Que te importa" desde lejos... Seguía igual de idiota que la última vez hace 3 meses.

-Me alegra. Con permiso -dije para tratar de seguir mi camino, pero su voz me detuvo.

-¿A dónde crees que vas?

-Lejos de ti. -Dije intentando zafarme pero tenía mucha más fuerza que la mía. - Ahora, ¡suéltame! -le ordene pero fue en vano, jalo y me apego a él. -Me duele -me queje.

-No puedes irte de esa forma. Aun no me he hartado de ti -dijo. Pero antes de yo poderle contestar, me beso a la fuerza. Sentí una presión sobre mi labio inferior, mordía de el. 

No me olvides (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora