44. Me encanta cuando hablas de esa forma.

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Alex.

Desperté entre las sábanas, acalorado con un bulto acurrucado a mi costado, a penas pude abrir un ojo gracias a la luz de la ventana que llegaba a traspasar las cortinas, me refregué los para despabilar un poco y cuando lo hice la vi frente a mí. 

Esto ya no era un sueño, era real. Ella estaba aquí, conmigo. Tenía una tez hermosa, blanca Y limpia como las sábanas. Me quede un momento contemplando tal belleza que me superaba de sobremanera. Coloqué un mechón rebelde que cubría su hermoso rostro detrás de su pequeña oreja, se removió entre las sabanas acurrucándose más a mi cuerpo si eso era posible. No quería que despertara jamás, no quería que este momento acabara tan de pronto, temía por lo que pasaría cuando despertara. Tenía miedo, mucho miedo. 

Me levanté a duras penas de la cama, con molestia abrí las cortinas sin querer hacerlo realmente, parecía que hoy dormiría todo el día porque ninguna mueca de molestia paso por su rostro, al contrario, estaba sereno. 

Me quede ahí, observando la mismísima perfección acostada en la cama, con el cabello completamente revuelto y completamente desnuda... Muchas noches había soñado con tenerla de esta forma por las mañanas, se veía un sueño tan lejano y ajeno a nuestro mundo que solo me quedaba ducharme con agua fría para calmar la temperatura de mi cuerpo después de haberla imaginado de esta forma. 

Comencé a preparar el café, sabía que nos haría bien una dosis de cafeína en el cuerpo; tomé una buena ducha, me despojé de toda la ropa arrojándola al cesto de ropa sucia y entré, mi cuerpo se relajó completamente, si pasaba mucho tiempo con los ojos cerrados me dormiría de pie. Sin embargo, sentí un ruido ajeno a la ducha, se había despertado, lo sabía. Abrí de golpe la cortina de la ducha, mis suposiciones eran ciertas, estaba despierta, frente a mí y lucía paralizada. Solamente entonces me di cuenta que estaba desnudo y ella me estaba viendo. La vi temblar de pies a cabeza. 

-Oh..Y-yo no sabía. -Dijo bajo, sus ojos presos en los míos, podía notar que estaba luchando para no bajar la mirada. Sus mejillas se enrojecieron.

-¿Por qué no vienes y tomas un baño conmigo?

No hice ningún movimiento para cubrirme o intentar tomar la toalla, quería esto y la quería aquí conmigo, sin nada, de la misma forma. Kelsey se quedó viéndome por un buen tiempo, sus labios separados, las mejillas las tenía coloradas y su respiración estaba muy fuerte, creo que estaba intentando digerir lo que había dicho.

-Tomar un baño...¿contigo? -Preguntó llevando la mano a su nuca. Solamente asentí, mi cuerpo inmóvil. Estaba comenzando a erizarme por estar fuera del agua caliente, pero me impedí moverme. -¿Estás seguro?

¿Seguro? Yo solamente estaba seguro de una cosa en ese momento, y era que la quería aquí, conmigo.

-Completamente. -Respondí ronco. 

Kelsey aún no bajaba su mirada, se volvió de lado para comenzar a quitarse la ropa. Me quedé observándola atento. Con cierto nerviosismo dejó caer la sábana que cubría su cuerpo cayendo al suelo, la acompañé con la mirada cuando abandonó su cuerpo. Traía puesto el sujetador... ¿Cuándo se lo había puesto? Su ropa interior era negra, negra y de encaje. 

Mierda, ¿existe algo más sexy en el mundo que ropa de interior con encaje? 

Mordí mi labio inferior cuando llevó sus manos hasta el cierre de su sujetador que estaba al frente, intercambiando una rápida mirada conmigo antes de abrirlo. Sus manos temblaban, me di cuenta, ella estaba nerviosa al extremo y yo no me quedaba atrás, mi corazón estaba bailando. Cuando retiró su sostén, mis ojos quemaron. Ella ya estaba frente a mí, sus pechos eran perfectos y firmes. No eran tan grandes ni tan pequeños, eran del tamaño correcto. Mi mano tembló por tocarlos. Suspiré cuando ella volvió a curvarse para retirar la única prenda que restaba, temblé de pie dentro de aquel baño.

-Acércate.

Extendí mi mano hacia ella ya desnuda y no miré hacia abajo, me rehusaba a ver esa parte de lejos, me daría el placer de verlo de cerca, muy cerca. Kelsey estaba violentamente ruborizada, linda. Sujetó mi mano y luego la acerqué a mí, el vapor provocado por el agua caliente me impedía ver con nitidez sus ojos. Alcé mis dedos para acariciar su mejilla.

-No tienes por qué estar avergonzada conmigo. -Susurré descendiendo mis dedos hacia su cuello. Suspiró llevando sus manos a mis caderas. -¿Estás consciente de lo hermoso que es tu cuerpo? -Pregunté alejándome un poco para admirarla. 

Bajé mi mirada a su regazo, su clavícula muy saliente llamando mi atención, sentí ganas de besarla, haría eso más tarde, con toda certeza. Sus pezones eran de un color único, un marrón muy claro, casi el color del dulce de leche. 

¿Cómo podían ser tan lindos? Para mí antes todos los pezones me parecían la misma cosa, pero los de Kelsey no eran iguales a ningunos, de verdad no. Levanté mi cabeza para verla a los ojos nuevamente, uniendo nuestros cuerpos. Un escalofrío recorrió mi espalda, imaginé que sería bueno tenerla desnuda junto a mí, pero jamás pensé que iba a ser tan perfecto. Su pecho estaba pegado al mío, sus manos subían y bajaban por mi espalda en una lenta caricia que me hizo cerrar los ojos.

-No quiero que te pongas nada mientras estemos en esta habitación. -Le dije bajo, una respiración incontrolada, mis dedos haciendo cariños en su nuca. -No quiero dejar de verte desnuda nunca más en mi vida. Eres la mujer más perfecta que he conocido, Kelsey. Vestida y sin nada.

Rió un poco, completamente perdida en lo que le decía. El vapor del agua caliente comenzaba a hacernos sudar, podía sentir su pecho deslizarse levemente por el mío, eso me causó un gemido bajo.

-Nunca vi a un hombre desnudo, pero puedo apostar a que nada se compara a ti. -Me dijo con su voz cargada de lujuria, más enredada que lo normal. 

-Me encanta cuando hablas de esa forma. -Rocé mi nariz por su mejilla. -Haces que quiera tomate justo ahora.

Sentí cuando sus dedos pasaron por mi cabello, acariciándolos. Me hiperventilé con su caricia, nuestras miradas fusilándose. Creo que de todos los intercambios de miradas que hemos tenido desde que nos conocimos, estos estaban siendo los más intensos.

-De verdad haré que tus piernas se tambaleen. Te amo, Kelsey, no quiero y no puedo esperar más. Te amo.

La empujé contra la pared más cercana y rodeé su cuerpo con mis brazos al lado de sus hombros. Sus ojos estaban oscuros, sus pupilas estaban dilatadas, sus labios se encontraban separados pidiendo ser besados, todo en ella estaba invitándome.

-Quiero acostarme contigo, Alex, hacer el amor o como quieras llamarle. Tan solo, por favor, hazme olvidar hoy el resto del mundo.

-No pretendía esperar más de todas formas.

Curvé mi cabeza y la besé, llevándola conmigo debajo del agua caliente. Gemimos al entrar en contacto con el agua, nuestros cuerpos unidos, su cuerpo contra la pared y el mío frente al suyo. Tomé su cabello y abrí paso con mi lengua entre sus labios, siendo bien recibida. Como lamer terciopelo, esa era la sensación de lamer la lengua de Kelsey, no había nada mejor. 

No me olvides (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora