Tareas & Nuevas Apuestas.

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Después de esa pelea que tuve con Ross, decidí volver a mi habitación, porque ya era tarde y necesitaba dormir, o hacer tareas. Cualquier cosa con tal de no estar con ese chico engreído.

Al entrar a mi habitación, me fijé que en mi almohada había un paquete de color rosa, y un papel blanco. Primero tomé el paquete, abrí cuidadosamente la bolsa, porque de cerca tenía nubes blancas. En su interior me encontré con un chocolate con relleno de sabor a manjar, sonreí enseguida. Amo el chocolate, es una de las mejores drogas del mundo. Luego, dejé el chocolate en mi cama y tomé entre mis manos la nota, que decía: "Espero que ahora que vas a endulzar tú vida, aprendas a relajarte un poco más y a no pelear demasiado. —Ross Lynch".

Suspiré y guardé esa nota, Ross realmente podía ser muy irritante, eso me molestaba tanto.

—...—

Tomé mi mochila y comencé a revisar mi agenda, en ella tenía todo un apartado de trabajos y tareas. Porque quiero tener buenas notas, quiero tener un buen futuro, como el que mi madre seguramente alguna vez añoró.

Vi que tenía tarea de Matemática, había que hacer unos diez ejercicios. Abrí mi armario, de ella saqué el libro de Matemáticas, y también el cuaderno, junto con mi estuche.

Me senté en la cama, con las piernas cruzadas y comencé con la tarea. La verdad es que me gustan las Matemáticas, no las consideró tan difíciles, es entretenido tener que pensar tanto.

—...—

Habían pasado unos veinte minutos y yo seguía con mi tarea. Me di cuenta de que la puerta se abrió, Vanessa entró a la habitación. Venía tarareando una canción, se veía realmente alegre.

—¿Por qué tan feliz? —pregunté mientras la miraba fijamente.

—Oh... —ella se sorprendió al verme, como sino hubiese notado mi presencia. Se sentó en su cama, relajada —. Simplemente estoy feliz, creo que tuve un buen día —respondió a la ligera.

—Es bueno verte tan feliz —dije riendo.

—Mm... —Vanessa suspiró, fue un suspiro de felicidad, como soñador. Yo negué con la cabeza, no entendía nada —, Espero que estés lista, porque mañana podemos empezar con eso de las clases de ser una dama.

Mi lápiz se cayó de mis manos. Había olvidado por completo que Vanessa se comprometió a ayudarme a ser una dama. Odio esto. Sinceramente no me emociona para nada tener que cambiar, las damas son chicas muy engreídas y estiradas, no saben bien de libertad. Quisiera poder seguir siendo un alma libre, un pájaro listo para volar. Pero... ¿En serio cambiaría para poder ayudar a un chico tan engreído cómo lo es Ross?

—Te quedaste callada tan rápido —dijo Vanessa sacándome de mis pensamientos, negué con la cabeza —. Tengo bastantes ideas para las clases, creo que te van a ayudar bastante.

Vanessa me miraba con ansiedad. Yo no sabía qué decir. ¿Quería sinceridad? Siempre dicen que la sinceridad es lo primero.

—Sinceramente, no me entusiasman mucho esas clases —respondí dando un leve suspiro.

—¿Por qué no? —preguntó ella un poco preocupada, sé notaba en su rostro.

—Es que... Es difícil tener que cambiar —respondí con sinceridad.

Vanessa asintió. Se levantó de su cama y se sentó a mí lado, en mi cama. Yo le di una leve sonrisa, ya que no me sentía tan bien.

—Piensa que no vas a cambiar. Sólo vas a aprender nuevas cosas, que te ayudarán en la vida —me dijo con ternura, pero con seriedad. Como si me estuviese hablando un adulto —. Las personas pueden cambiar, pero el alma no cambia. Tú siempre serás una chica rebelde y graciosa —al pronunciar eso último, tocó mi nariz y me dio un leve empujón. Las dos nos reímos.

Un amor de ensueño.Where stories live. Discover now