Un amor de ensueño.

La cita.

Laura observaba el lugar completamente maravillada. Parecía sacado de un cuento de hadas, pero esto era mejor, porque era real. Se encontraban en una playa. Como era de noche, el océano se veía de distintos colores. Parecía una mezcla entre amarillo, azul y algo de negro. Era simplemente una combinación asombrosa, algo que personalmente ella nunca antes había visto. Algo muy agradable era la brisa que corría, cuando te despeinaba se sentía muy bien.

—Colocamos unas cuántas mesas —la voz de Ross la trajo devuelta a la realidad —. Tienen bebidas, pastel y otros dulces —explicó sonriente. Ambas chicas sonrieron también.

—Y fue mí idea traer una máquina de batidos —comentó Riker. Ross rodó sus ojos, él definitivamente no estaba de acuerdo con aquella idea.

—¡Todo esto es precioso! —Vanessa no pudo contener su emoción, por lo que dejó escapar un gritó de completa felicidad. Todos los presentes rieron debido a aquello, incluso ella.

—Estoy sin palabras. Todo esto me dejó muy sorprendida —Laura ciertamente no sabía qué decir, ya que nunca pensó que los hermanos se tomarían tantas molestias debido a una cita. Era algo sorprendente, parecía sacado de una grandiosa novela o de una bella película romántica.

Los hermanos chocaron los cinco, debido a que se sintieron muy felices con las palabras de sus chicas. Todo su trabajo duro había válido la pena. No podían sentirse más alegres después de aquello.

—Es hora de separarnos —dijeron los hermanos al unísono. Cada uno tomó a su chica de la mano y de ese modo se separaron por completo.

—...—

Riker había preparado una actividad especial para poder pasar tiempo con Vanessa. Ella le había comentado que uno de sus sueños era poder viajar, recorrer el mundo y cada día aprender más del bello ecosistema que los rodeaba. Entonces, se le ocurrió la idea de que ambos den un paseo en bote.

—Nunca me he subido a un bote —confesó Vanessa al observar aquél bote. Riker sonrió, eso hacía que todo fuese aún más perfecto.

—Disfrutemos de está noche.

Riker tomó la mano de Vanessa y la ayudó a sentarse. Una vez que ella estuvo sentada, él se sentó frente a ella. Ambos sonreían ampliamente. Cada uno tomó un remo y comenzaron a remar. A pesar del frío, todo era un sueño hecho realidad.

—Hoy no sólo quiero que te sientas como una princesa, sino que también quiero que seas una princesa —aquellas palabras hicieron que la pelinegra pestañeara repetidas veces, confundida.

—¿Por qué dices eso? —no pudo evitar preguntar aquello.

Riker dejó de remar. Observó a su alrededor, y al ver que todo estaba bien simplemente sonrió. Carraspeo una sola vez y luego comenzó a cantar.