Amenazas e Invitaciones.

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Ambas hermanas se encontraban sentadas juntas, en clase de Matemáticas. La mayor entendía todo, por lo que estaba realmente aburrida. Mientras que la menor anotaba todo rápidamente, ya que no entendía nada, era la peor clase —al menos para ella—.

—Laura... —susurró Vanessa, por lo que la aludida la miró —... Riker no sabe nada de Matemáticas, entonces cuando intentó ser mí tutor, yo le expliqué a él, y eso fue realmente adorable —comentó apretando sus propias mejillas, como toda enamorada.

Laura rió por lo bajo y Vanessa sonreía ampliamente.

—¡Qué genial! —exclamó, aunque en susurros —. Ross por otro lado, sabe de todo un poco, es como un Genio malvado —rió ante ese pensamiento.

—Pienso que la vida tiene muchas vueltas, muchas sorpresas —Laura levantó su ceja ante eso último. Estaban hablando de chicos y repentinamente Vanessa comenzaba a hablar de la vida.

—¿Por qué dices eso justo ahora? —preguntó Laura extrañada.

—Es que nosotras somos hermanas —Laura asintió
—. Y estamos enamoradas de hermanos también. Eso no pasa muy seguido que digamos.

El salón de clase estaba lleno de murmullos, así que podían hablar tranquilamente. Tal parece que a nadie le importaba en lo absoluto la clase de Matemáticas.

—Tienes razón, somos únicas —apoyó Laura. Ambas sonrieron.

—¿Maia? —preguntó la maestra. Laura miró a Maia y ésta le devolvió la mirada con una sonrisa llena de fingida inocencia.

—Vanessa y Laura no dejan de hablar y gracias a ellas no me puedo concentrar —las acusó.

La maestra las observó con mala cara. Ellas fulminaron a Maia con la mirada. Maia les sacó la lengua, como una niña malcriada.

—Será mejor que...

Las palabras de la anciana maestra fueron interrumpidas por un toque en la puerta del salón. Todos intentaban escuchar la conversación que se llevaba a cabo fuera del salón, pero era inútil, no se escuchaba absolutamente nada.

Después de cinco minutos, la maestra volvió a ingresar. Se sentó y aclaró un poco su garganta.

—Laura Marano, te esperan en Dirección —dijo seriamente la maestra —. Ve rápido.

Laura se levantó de inmediato, ni siquiera se despidió de su hermana. Sus pies se movían por sí solos, ya que no sabía porqué la estaban llamando, ya que no ha hecho nada malo recientemente. ¿Podría tratarse de lo que hizo con Raini el otro día en la Cafetería? ¿o por estar hablando en clase de Matemáticas? Ambas opciones podían ser factibles.

Salió del salón y comenzó a caminar por los desiertos pasillos. Después de caminar un poco, y con las manos llenas de sudor, entró al lugar indicado. Grande fue su sorpresa al encontrarse cara a cara con Jill. Jill estaba ahí, con la mirada seria y los brazos cruzados. Con sus estúpidos lentes y con una sonrisa completamente falsa.

—Vaya, vaya. Mira quién está aquí. Laura Marano, la chica que se escapó de mí casa —dijo Jill con cinismo —. No pensé que nos volveríamos a ver, y mucho menos en éste lugar.

Laura no se sintió amenazada, a pesar de que las palabras de Jill destilaban veneno. La quería hacer sentir menos, pero ella no se lo iba a permitir.

Un amor de ensueño.Where stories live. Discover now