Amistad y Esperanzas perdidas.

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Con el transcurso de los días, la relación de Simón y Laura iba mejorando cada día más. Cada vez se hacían más unidos, cada vez eran más amigos que antes. Ambos disfrutaban pasando tiempo juntos, ya estaban aprendiendo a conocerse y a disfrutar de la compañía del otro.

Al convertirse en amigos, comenzaron a confiar en el otro. Ahora se contaban sus cosas, sus historias, sus problemas y sus añoranzas. Disfrutaban mucho hablando juntos. Incluso, iban al jardín del Hospital. Aquél árbol ya se había convertido en su lugar. Iban todos los días a aquél lugar, y siempre comían deliciosos emparedados preparados por la castaña.

Ahora mismo se encontraban refugiados bajo la sombra del gran árbol.

—No puedo creer que hoy cumplas una semana aquí —Laura casi se atraganta con su sándwich. ¡¿Ya había pasado una semana?! Simón preocupado le golpeó la espalda —. Oye, no es para tanto —comentó él moreno.

Laura lo miró con mala cara. Claro que era para tanto. El tiempo había pasado volando y eso era aterrador. No podía olvidar a sus amigos, y a pesar de tener un buen amigo aquí... extrañaba a los demás.

—Ya veo... ¿extrañas al Chico de los huevos, verdad? —Laura no pudo evitar reír ante aquél comentario, ya que ella nunca le había mencionado el nombre de su novio, lo veía como algo innecesario.

—No quisiera hablar sobre eso —Simón suspiró y simplemente mordió su sándwich de queso —. Hay algo que quisiera saber... —Simón asintió, para indicarle que puede continuar hablando —. ¿Por qué antes no hablabas con nadie? —él moreno no pudo evitar reír debido a ese comentario, él tenía cierta reputación en aquél lugar —. ¡Es en serio! Todos me dijeron que serías un caso muy complicado, pero fue todo lo contrario, eres muy amable.

Simón dejó de reír y colocó un semblante preocupado, su reputación era por algo que él sabía que era una realidad y gracias a Laura había quebrantado su Regla Número Uno: "No ser amigo de nadie." Laura notó el cambió en su amigo y eso llamó su atención.

—No quería tener amigos, porque sé que en cualquier momento puedo morir y simplemente... no le quiero causar dolor a nadie, no quiero que nadie me extrañe —suspiró cansadamente. Laura también suspiró, ahora entendía un poco más la actitud del moreno.

—Pero yo te voy a extrañar —ambos sonrieron ampliamente, ciertamente se querían mucho. Simón se sintió culpable debido a lo que Laura había dicho, no quería hacerla sufrir.

—Contigo sentí la necesidad de hablar, porque tú me contaste tú historia y vi que éramos bastante parecidos. No me pude contener, tú te lo buscaste señorita —ambos se rieron. Luego se formó un silencio y aprovecharon de seguir comiendo sus emparedados. Aunque... en la mente de Simón había algo que no concordaba aún, algo que no cerraba por completo.

—¿Y qué fue de tú chico? —preguntó Simón. Laura lo miró finamente, no esperaba aquello —. Por lo que me has contado, sé que no tiene idea de qué te encuentras aquí. Pero... nunca me comentaste cómo fue que te despediste de él —Laura suspiró. Lo único que quería era olvidarse de ésa noche, pero aparentemente... jamás podría hacerlo.

—Le dejé una carta de despedida, pero no le dije adónde me iba.

—¡¿Es neta?! —exclamó Simón boquiabierto, él no pensaba que la historia fuese así de triste —. Pero, ¿por qué? Perdón Laura, pero la neta es que no te entiendo —tampoco yo.

—Lo que pasa es que ese chico es millonario y yo no lo soy, por lo que el destino nos odia —se apoyó un poco más en el tronco del árbol —. Es el destino el que no nos quiere juntos.

—Fuiste capaz de viajar sola a Londres, ahora deberías ser capaz de luchar por él —le aconsejó Simón. Laura se abrazó a sí misma.

—Viajé a Londres para poder cambiar mí destino, es completamente distinto a estar con un chico —se defendió ella.

—No lo creó, el amor también es una forma de cambiar tú vida —Laura lo miró fijamente, alzando una ceja —. Claro, sólo si estás con la persona correcta.

—Hablas como si fueras un experto en el tema del amor —opinó Laura, Simón la miraba fijamente —. ¿Alguna vez tuviste una novia? —preguntó sonriendo pícaramente.

—Yo nunca tuve alguna relación —respondió con sinceridad Simón.

—¿En serio? —él asintió, un poco sonrojado —. Es un poco difícil de creer, porque eres guapo —nuevamente se sonrojó, sólo que ahora desvió la mirada para que la castaña no lo noté —. Y por como hablas. Sí, pareces un experto en el tema —intentó arreglar lo que había dicho.

—¿Te digo algo aún más difícil de creer? —Laura sonrió y automáticamente asintió —. Bueno... sucede que cuando muera, moriré sin jamás haber besado a una chica —Laura abrió los ojos con sorpresa, no esperaba aquella confesión.

—¿Nunca besaste a alguien? —Laura no pudo evitar preguntar en voz alta, pensando que había oído mal.

—Sé que es patético, pero es cierto. Es una tontería

—rascó su nuca, algo incómodo debido al tema de conversación —. Me encantaría poder besar a una chica linda, como tú.

Simón la miraba fijamente, en sus ojos se veía un brillo especial, un brillo algo esperanzador.

—...—

Cierto chico rubio estuvo toda la semana como loco buscando a Laura por todas partes. Pero hasta ahora... no consiguió nada.

Durante aquella semana, Maia se acercó mucho a Ross, sólo que aparentemente, él ya no la estaba evitando. Lo hacía con tal de poder tener alguna señal con respecto a Laura, pero no había funcionado en lo absoluto. Además, no quería tener aún más problemas de los que ya tenía.

Ahora mismo, todos se encontraban sentados en la mesa de la Riker Cueva, su lugar de reunión.

—¡Ha pasado una semana! ¡ella no volverá! —había pasado lo inimaginable: Ross Lynch se había dado por vencido. Los demás lo miraron con pesar.

—No hay que perder la esperanza —Vanessa intentaba ser positiva, aunque lo veía bastante difícil, pero no se rendiría. Era su hermana.

—¡Pero ya hemos hecho de todo! —los tres estaban completamente de acuerdo en ese sentido, pero siempre se podía hacer algo más.

—¿Y si recordamos esa noche entre los tres? —propuso Riker. Ross lo miró con un rostro de asesino, bastante furioso.

—Riker tiene razón. Deberíamos analizar las cosas que sucedieron el día de la cita, tal vez entre los tres podamos llegar a alguna conclusión, a algo que no hemos notado aún —estuvo de acuerdo Vanessa.

—...—

Mientras tanto, cierta chica de piel morena se encontraba en su habitación hablando por teléfono con su madre. Llevaban un buen rato hablando, y al colgar, no pudo evitar gritar debido a su inmensa felicidad. Su madre le había asegurado que su boda con Ross sería pronto y que ahora nadie podría evitarlo. Ya que Stormie también había hablado con Ross respecto al tema.

Finalmente pudo tener una pizca de felicidad en su vida. Las cosas estaban saliendo como ella quería.

Un amor de ensueño.Where stories live. Discover now