Ayudando a Laura.

747 65 11
                                    

Digamos que cuando llegamos a ese bendito internado, todo fue una mierda. La directora conocía a nuestra madre, por lo que nos dio una charla magistral sobre el comportamiento que esperaba tuviéramos, porque el internado tenía un alto prestigio y no necesitaba a niños problématicos. Entonces... tuvimos que soportar una conversación de tres horas o quizás más. Después asignaron nuestras habitaciones, pero gracias al cielo nos tocó en la misma habitación, porque no hubiese soportado compartir habitación con un desconocido.

—Creo que Stormie se preocupó de cada detalle —dijo Riker mientras cáminabamos a nuestra habitación.

—¿Acaso eso te sorprende? —pregunté subiendo la escalera. Esa escalera se hacia interminable, pero por lo menos el lugar era bonito y grande, supongo que es un punto a favor —Stormie sí que eligió un buen lugar.

—¿Es en serio? —Riker empezó a reír —Un internado es un internado, nunca podría ser un buen lugar.

Terminamos de subir la escalera y podíamos ver a estudiantes ir y venir, era todo extraño. Algunos de ellos nos quedaron mirando como si fuésemos bichos raros, simplemente les di la mirada más fulminante que pude.

—No los mires así —Riker pareció regañarme mientras buscábamos nuestra habitación —Recuerda que la mayoría son de nuestro curso, necesitamos tener amigos.

—¡A la mierda con los amigos! —respondí furioso —Mientras estés tú aquí, mi vida ya ésta resulta —expliqué suspirando.

Encontramos nuestra puerta, estaba a punto de abrir la puerta, pero alguien chocó conmigo.

—¿Es qué no te fijas? —pregunté enojado.

—Disculpa amigo, es que traigo muchas cosas —se disculpó un chico de cabello negro y piel morena, cubría su cabello con una gorra. Sí, traía un montón de cosas, entre ellas un skate que se veía claramente en su mochila.

—Sí, me doy cuenta de que eres un desordenado —respondí con sarcasmo.

—¡La vida no es vida sin desorden! —respondió palmeando mi espalda —Me gustaría seguir conversando, pero quiero descansar. ¡Adiós, amigo! —se despidió palmeando mi hombro, y luego empezó a correr.

Abrí la puerta y de inmediato me tiré en la cama, sin guardar mis cosas.

—Me parece que hiciste un amigo —dijo Riker entre risas.

—Es un imbécil, nada más no le di su merecido porque estoy cansado —respondí sentándome en la cama —Creo que si lo vuelvo a ver y se comporta de ese modo, le daré su merecido.

—Siempre tan amigable —Riker me miró con desaprobación.

—Mira quien lo dice, recuerdo que cuando éramos niños papá siempre te castigaba por pelear conmigo e intentar golpearme en varias ocasiones —lo fulminé con la mirada.

—¡Éramos niños! —gritó ofendido.

—Sí, claro —respondí sarcástico.

Riker se tiró en la cama, cayendo justo arriba mío. Empecé a gritar, pero él no se quitaba, y a pesar de ser un chico que a simple vista se veía delgado, realmente pesaba más que nadie, eso era realmente terrible. Éste año escolar sería terrible, creo que Riker tampoco sería un buen aliado, porque tristemente... se enoja con una fácilidad horrible.

—...—

Mi compañera me observaba sentada en su cama, mientras dejaba un espejo en el cubrecama. Era un poco extraño, me sentía como un bicho raro. Creo que ella estaría de acuerdo conmigo si le decía eso en ese momento.

Un amor de ensueño.Where stories live. Discover now