Ross se encontraba en su habitación acostado en su cama. Observaba el techo y pensaba en la cita que había tenido con Laura. Una sonrisa se formó en sus labios ante los recuerdos de esa noche, todo había resultado maravilloso, fue una noche perfecta.
Es tan linda, tan tierna, tan amable. Ella es simplemente perfecta. Gané la lotería al encontrarla.
No pudo evitar reír al darse cuenta de que fueron los chicos quienes admitieron primero que perdieron la apuesta. Es que se supone que las mujeres son las más cursis, las que admiten primero sus sentimientos y cosas por ese estilo. Aunque bien dicen: el que no se arriesga, no gana.
—...—
Riker llevó a Vanessa a un departamento. Al entrar, Vanessa observaba todo fijamente, como grabándolo en su memoria. Aunque no tenía idea de dónde se encontraba.
—Este departamento es mío —explicó él rubio.
Tomó de la mano a su novia y la guío por todo el departamento. El salón principal donde se ubicaba el comedor era grande, las paredes eran blancas y había algunas pinturas de paisajes colgadas. Había una cocina bastante amplia, un baño pequeño, dos habitaciones (aunque sólo contenían una cama y un velador, nada más.) Lo que más le gustó fue el balcón, ya que había algunas flores y también podían ver las estrellas y las luces de la ciudad. Todo se veía precioso, como de película. Decidieron quedarse ahí por un rato.
—Hasta hoy me doy cuenta de que eres más bella que todas las estrellas —Vanessa se sonrojo gracias a ese cumplido. Dejó escapar una leve risa.
Riker se acercó a ella, ella entendió lo que quería hacer y estaba más que dispuesta a hacerlo también. Ambos se acercaron lo suficiente y en ese preciso momento: unieron sus labios en un precioso beso, del que sólo las estrellas fueron testigo.
El beso no se detuvo tan rápido como su primer beso. Siguieron besándose, incluso una de las manos de Riker llegó a tocar uno de los pechos de Vanessa. Ella dejó escapar un gemido. Así fue como ambos se separaron, avergonzados.
—¡Lo siento tanto! —se disculparon al mismo tiempo, rojos debido a la vergüenza.
Riker quería hacerlo, sabía que ella era la indicada. Vanessa sentía miedo, pero también curiosidad. Nunca en su vida había dejado escapar un gemido, se sintió raro.
—Estoy dispuesta a hacerlo contigo —susurró Vanessa. Esa tímida confesión hizo que Riker sonriera ampliamente, no esperaba aquello.
—Hagamos las cosas bien.
Ambos fueron a la habitación al lado del baño. Riker sacó un condón del velador. De ese modo, lentamente fue desnudando a su amada y ella hacía lo mismo con él, sólo que de un modo más tímido. Al estar desnudos se admiraron primero. Ella se tapaba, debido a la vergüenza. Él reía. Vanessa no quería ver al "amigo" de Riker, eso la asustaba.
Una vez que pidieron admirarse completamente: lo hicieron. Fue lento, fue suave y no fue doloroso. Riker fue muy delicado con Vanessa, quiso que ella tuviera una buena experiencia.
Al finalizar el acto de amor, ambos se quedaron acostados en la cama. Riker abrazaba la cintura de su amada. Ambos se sentían complacidos, amados y completos. Como si lo hubiesen necesitado desde hace mucho.
—¿Sabes algo? Desde hace mucho tiempo que he estado enamorada de ti —admitió ella. Riker se sintió alagado, nunca le habían dicho algo así antes. Acarició su espalda con ternura.
—Te aseguró que si te hubiera conocido antes, nos habríamos convertido en novios al instante —ella se sonrojo, sus ojos se iluminaron con aquella confesión.
—¿Por qué? —quiso saber ella.
—Porque los dos nos complementamos —ella asintió acorde. Ciertamente, tenían mucho en común, como su lado infantil.
—Y también está el hecho de que no peleamos todo el tiempo —dijo a modo de broma. Aunque los estaba comparando con Ross y Laura. Riker rió al entender aquella comparación. Los dos rieron.
No podían dejar de sonreír. Aunque en el fondo, ambos deseaban que ellos lo estuviesen pasando tan bien como ellos, que estén disfrutando de su cita.
—...—
Laura acomodaba algunas de sus pertenencias en su maleta y su mente no se detuvo en ningún momento. Recordó todo lo que vivió en el internado desde que llegó hasta ahora. Ross. Ross no abandonaba sus pensamientos, era tan difícil marcharse ahora que ambos habían confesado sus sentimientos. También pensaba en su hermana, ni en sus más locos sueños había imaginado tener una hermana.
Las lágrimas no abandonaban sus ojos, estaba muy deprimida. Aunque para su suerte (o desdicha) estaba sola.
Al empacar la última prenda, deja la maleta sobre su cama y se sienta en su escritorio, donde comienza a escribir una carta. Debe detenerse frecuentemente para que las lágrimas no mojen la hoja. Al terminar, la guardó en un sobre y en él escribió: "Para: mí amor." Con eso bastaba y sobraba. Sonrió con lástima y siguió llorando.
Bajó hasta la dirección con su maleta. La directora la recibió y la miró con lástima.
—A pesar de haber sido algo problemática, fuiste una grandiosa estudiante —la castaña sonrió con melancolía.
Para ayudarla un poco, llamó a un taxi. Media hora después, el taxi llegó.
—Suerte en tú vida —la monja abrazó a la castaña. Laura le dio un beso en la mejilla.
—Gracias por recibirme aquí, gracias por su enorme ayuda —dijo a modo de despedida.
Subió al taxi, al conductor le entregó el panfleto que le había dado la directora y de ese modo: emprendieron el rumbo. Mientras el auto andaba, ella vio la zona de los chicos y apegándose a la ventana susurró: "Yo también te amo, Ross. Y de todo corazón, espeto que no me odies." Y así, sin más... siguió llorando amargamente. Dejó salir toda su frustración, tristeza y rabia. Ahora estaba más sola que nunca.
*¿Alguna pensaba que Riker y Vanessa tendrían relaciones tan rápido? Pues... cosas que pasan de modo inesperado.
Admito que lloré escribiendo la escena de Laura, lo siento, pero ya tengo todo planeado...
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Un amor de ensueño.
FanficLaura es una adolescente que desde muy pequeña perdió a sus padres, por lo que se crió con su tía. Tristemente, nunca recibió amor, ella fue tratada como una sirvienta durante todo su crecimiento. Un día, la vida de Laura dará un giro radical...