Tristeza.

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Laura al escuchar aquella pregunta se dio vuelta de inmediato, un poco exaltada. No quería que nadie supiera lo que realmente estaba pasando. Al darse vuelta se encontró con Raini, que la miraba con intriga y confusión denotada en su rostro.

—¿En serio te vas a ir? —preguntó Raini mirando fijamente a Laura.

Laura dio un suspiró y apoyó su espalda en una silla que había cerca. Raini se cruzó de brazos sin dejar de observar a su amiga.

—Responde —exigió Raini ante el incómodo silencio que se acababa de formar. Y es que Laura definitivamente no sabía cómo responder a eso. Nadie debía saber la verdad.

—Bueno... —titubeo por un momento, para no demostrar su incomodidad y nerviosismo hizo un sonido con la garganta —... la verdad es que he tenido algunos problemas personales y es por eso que tengo que irme —mintió. 

Raini observó la decepción en el rostro de su amiga y fue en ese momento en el que pensó que tal vez el problema de la castaña era monetario. Ya que no era ningún secreto el hecho de que Laura no tenía tanto dinero como los demás en ese Internado.

—Yo te puedo ayudar —respondió Raini con decisión —. Si lo que necesitas es dinero, yo te puedo prestar. Somos amigas y para eso están las amigas, para ayudarse —aclaró la pelinegra.

Laura por un momento sintió deseos de llorar. No conocía del todo bien a Raini, pero ya ambas se habían encariñado bastante y eso era muy lindo.

—No es por el dinero —respondió Laura. Ahora Raini la miró con confusión otra vez.

—¿Por qué es? Sea lo que sea, debe tener una solución —Raini intentaba mostrarse decidida, pero lo cierto era que Laura la estaba confundiendo. Normalmente Laura era decidida y no andaba con rodeos, ahora ni siquiera le contaba sus problemas, algo pasaba.

—No te puedo explicar ahora mismo lo que sucede. Pero necesito que por favor guardes esto como un secreto —pidió Laura. Raini abrió sus ojos como platos, ahora estaba completamente segura de que a Laura le estaba pasando algo malo.

—¿Por qué quieres que sea un secreto? —preguntó cruzándose de brazos.

Laura se sentó en la silla en la que antes se estaba apoyando. Raini también se sentó, pero mantenía sus brazos cruzados. Laura se dio cuenta de que su amiga podía ser muy insistente cuando se lo proponía.

—Es que esto de irme no fue algo planeado —Raini la miró sin comprender —. No puedo explicar todo ahora, no tenemos mucho tiempo —Laura intentaba explicar todo, pero de un modo indirecto. No quería que nadie supiera y si Raini estaba dispuesta a hacer tantas preguntas ella estaba dispuesta a jugar.

—Pero, podrías tal vez...

—Por favor, no le digas nada a nadie —Laura interrumpió a Raini rápidamente. Ya estaba tan desesperada que decidió usar su último recurso: suplicar.

Raini se percató del tono de voz que usó su amiga. Vio su rostro que era similar al de un cachorro y no pudo pensar con claridad, o al menos no por el momento.

—Bueno... —Laura suspiró aliviada ante esa respuesta —... haré esto sólo porque eres mi amiga y porque tengo claro que aún te debo un favor.

—Gracias.

Ambas amigas se levantaron de sus asientos y se dieron un tierno abrazo. Laura se sentía contrariada, pero al mismo tiempo bastante alegre. Y Raini se sentía confundida, pero no podía hacer nada al respecto.

—¿Quieres que pasemos el resto del día juntas? —preguntó Raini al separarse de aquél abrazo.

—Me encantaría —respondió Laura sonriente.

Un amor de ensueño.Where stories live. Discover now