Los últimos Preparativos.

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La castaña había decidido quedarse un rato sentada en una de las bancas del patio escolar. Aunque para su mala suerte, aquello no podría ser posible. No habían pasado ni cinco minutos de relajación y Vanessa había aparecido parloteando apresurada.

—¡Hasta que te encuentro! —se quejó la más alta. La aludida se limitó simplemente a rodar sus ojos. Sin darle tiempo a nada más, tomó a su hermana de la mano y la levantó. Ambas comenzaron a correr. Más que nada, Vanessa arrastraba a Laura.

—¡Yo no quería correr! —se quejó Laura. Vanessa simplemente ignoró aquél comentario y ambas siguieron corriendo, aunque no se percataron de que se habían convertido en el centro de atención de todos. Algunos las miraban con gracia y otros con curiosidad.

Al llegar a la habitación, Vanessa finalmente soltó la mano de su hermana. La castaña aprovechó de dejarse caer en su cama, como si fuese un saco de papas. Suspiró y comenzó a retomar el aire, esa carrera improvisada la había cansado un poco.

—¡No hay tiempo para descansar! —Vanessa le tiró una almohada en el estómago a su hermana, la cual se sentó y maldijo por lo bajo debido a la sorpresa —. Tenemos que empezar a arreglarnos ahora mismo —Laura rodó sus ojos otra vez.

Laura se levantó, en ese momento su hermana la sujetó por los hombros. Quiso separarse, pero decidió esperar para ver qué haría ahora. Al tenerla de frente, se dio cuenta de que sus ojos estaban demostrando nerviosismo, quizás por eso estaba actuando tan activa hoy.

—Estoy muy nerviosa —confesó la pelinegra con un hilo de voz. Laura asintió, ya que ya se había percatado de aquél detalle. Ella también estaba nerviosa, solo que ahora lo importante era tranquilizar a su hermana.

—No estés así, todo saldrá bien —intentó sonreír de un modo sincero, aunque no le salió muy bien. Ella también se sentía bastante inquieta, solo que no quería demostrarlo para no llamar la atención de su hermana. Gracias a los nervios, Vanessa no fue consciente de la falsedad de aquella sonrisa.

Vanessa se separó levantando las manos en el aire. Laura no pudo evitar levantar una ceja, cada día se daba cuenta de lo dramática que podía ser su hermana. El lado positivo era que algún día podría ser una grandiosa actriz, si es que lo deseaba.

—Una cita doble puede significar un gran cambio —argumentó la mayor.

Laura volvió a enarcar una de sus cejas, ahora confundida. ¿"Un gran cambio?" ¿cuál podría ser ese cambio? Solo era una cita doble, nada más, ni nada menos. Ella realmente no lo veía como algo malo... de hecho, no se sentía tan nerviosa como debería.

—¿A qué te refieres con eso?

Vanessa se detuvo ante la pregunta de su hermana. La observó detalladamente, Laura sonrió sin mostrar los dientes. Al verla detenidamente se percató de que se veía muy nerviosa. Aparentaba estar bien, quizás para verse un poco más madura. Eso la hizo sonreír a ella también. Laura siempre intentaba hacerse pasar por la madura, la fuerte. Aunque en el fondo era realmente sensible.

—Hoy podrás entenderlo —respondió levantando los hombros. Laura suspiró resignada y le regaló una mirada amenazante.

La mayor decidida a dejar el tema hasta ahí, avanzó un poco más hasta llegar al armario. Al estar frente a el, sacó absolutamente toda su ropa, iba analizando cada prenda. Laura veía la cama de su hermana con completo asombro, eso era un completo caos, ¡terrible! Lo bueno era que aquél no era su problema. Al final, decidió que usaría un vestido de color morado. Era bastante bonito.

—¿Qué vestido usarás tú? —le preguntó a su hermana una vez que decidió lo que ella usaría. Laura abrió los ojos con sorpresa, había olvidado ese gran detalle. Vanessa se rió al percatarse de aquello.

Un amor de ensueño.Where stories live. Discover now