La historia de Laura y Amenazas.

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Las clases habían terminado, en el salón sólo se encontraban tres chicas. Vanessa, que estaba sentada en el fondo del salón, guardando sus pertenencias. Y al frente estaban Debby y Maia, conversando. Vanessa se quedó para poder escucharlas, ya que tenía que ser espía por unos cuántos días.

—Mí plan funcionó a medias —decía Maia. Ross tenía razón al sospechar de esa víbora, ya que sí tenía un plan —. Lo único que falta es que Ross se acerqué un poco más a mí —sigue soñando.

Por error, dejó que uno de sus lápices cayera al suelo y fue descubierta. Ambas chicas se fueron y ella se quejó mentalmente, había sido descuidada y torpe. Aunque al menos... había obtenido algo de información, era poco, pero era algo.

—...—

Riker estaba sentado en la cafetería, una mesa detrás de Maia. Maia estaba con Debby. Ambas hablaban de moda, de lo que estaría de moda y de lo que ya no servía para está época. Se aburría mucho escuchando aquello. Ellas no se callaban nunca. Y cuando terminaron de comer, simplemente se fueron. Riker se quejó bastante, ya que su "espionaje" no había servido para nada.

Se encontró con Vanessa en las bancas del patio, ambos se sentaron.

—Maia sólo habló de ropa con su amiga Debby, ya estoy mareado y no quiero escuchar nunca más nada acerca del tema —puso los ojos en blanco. Las mujeres se preocupaban demasiado por la ropa, eso era ridículo.

—Lo importante aquí es que tú hermano tiene razón —Riker frunció el ceño, Ross siempre era él que tenía la razón —. Maia sí había planeado algo, y estoy segura de que eso tiene que ver con Laura.

—...—

Ross estaba escondido detrás de un árbol cerca de la zona de chicas. Maia se había detenido de un momento a otro. Ross voy como ella tomaba su celular y marcaba un número que él no pudo tan siquiera divisar. Luego, lo colocó tras su oreja.

—Todavía no hay resultados —fue lo que dijo la morena. Ella comenzó a caminar, él la iba a seguir, pero alguien colocó una mano en su hombro. Rápidamente se volvió, para encontrarse frente a una monja.

—Te esperan en la dirección —le informó la monja. Él asintió, preocupado. Al parecer, ahora tendría otro problema.

—...—

Laura había preparado una canasta llena de sándwiches, eran simples, de jamón y queso, para no dañar más el estómago de Simón. Al tener todo listo, subió a la habitación de su paciente con la silla de ruedas. Dejó la silla al lado de la camilla, él sólo observó la silla con una mueca. Laura le dio sus pastillas.

—Daremos un paseo —informó. Lo ayudó a sentarse en la silla de ruedas, lo que fue un poco complicado. Dejó la canasta en las piernas del moreno y emprendieron camino al patio del Hospital.

Laura condujo la silla hasta ubicarse en un árbol. Ya ahí, dejó la silla apoyada en el árbol y ella colocó la manta que llevaba y en el suelo apoyó la canasta. Finalmente, se sentó.

—¿Quieres hablar? —le preguntó a Simón. Pero no obtuvo respuesta, ni siquiera una mirada por su parte —. De acuerdo, como veo que no quieres hablar, yo lo haré. Te contaré una historia —aclaró su garganta. Su plan comenzaba ahora.

"Hace ya algunos años, nació una chica de cabello castaño y ojos café, nada del otro mundo —se señaló a sí misma, a modo de broma—. Esa chica vivió los primeros años de vida llena de amor, de dicha y de una inexplicable felicidad otorgada por sus padres. Aunque más que nada, recordaba a su madre. Hasta que un espantoso día, su madre falleció. Desde el día en que perdió a su madre, su vida cambió radicalmente para siempre —tenía que contener las lágrimas, aunque era muy difícil para ella. Su historia no era fácil, mucho menos hablar sobre ella—. Con la muerte de su madre, su felicidad desapareció debido a que se convirtió en una esclava, a una edad muy temprana. Aunque las cosas no fueron tan malas. La mantenían encerrada, es verdad. Pero en ocasiones... le daban permiso para salir, o sino... salía a escondidas. A ella le gustaba mucho trepar árboles, era su fascinación. Sentir el viento volar por su rostro, sentir libertad.

Un amor de ensueño.Where stories live. Discover now