Capítulo 3

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(POV Killian)


Es curioso, hace dos años habría matado a cualquiera que me dijera que viviría en tierra firme y cuando saliera a navegar lo haría con mi familia. Y mírame ahora, en alta mar con la familia más maravillosa que pudiera desear.



Henry le está enseñando a Allison como usar la espada, está claro que es algo natural en ella, lo ha pillado en seguida. Emma está preparando la cena y yo sigo manejando el Jolly Roger. Sigo observando a esta pequeña familia casi improvisada, cuando Emma sube con la cena.



-Chicos. ¿Me ayudáis a poner la mesa?



-Swan, aquí no podemos cenar, pronto se hará de noche.



-Ya bueno. Te recuerdo que nuestros mundos son muy diferentes y en el mío existen unas lámparas que se cargan con energía solar por el día y las puedes encender por la noche.



-¿Energía solar? ¿Y cómo demonios funciona eso?



-Los rayos del sol dan en esta plaquita que... -ella se calla cuando la miro sin entender nada-. ¿Sabes qué? Es magia.



-No mamá, es ciencia. -Dice Henry.



-Muy bien, pues explícaselo tú.



-Eh... tienes razón. ¡Es magia!



-¿Qué es lo que tiene magia? -Pregunta mi pequeña.



-Lo que nos va a dar luz por la noche. -Respondo agachándome y cogiéndola en brazos.



-Papi, tengo hambre.



-Muy bien. Pues entonces ayuda a Emma a poner la mesa.



-De acuerdo.



Le doy un beso en la mejilla, la dejo en el suelo y sale corriendo hacia la cocina. Al poco rato sale con cuatro vasos, dos en cada de sus diminutas manos, en cuanto la veo voy corriendo a ayudarla antes de que se le caiga alguno.



-Gracias, papá.



-De nada, princesa.



Henry y yo vamos a por lo que falta mientras que Emma y Allison se quedan para preparar las luces mágicas.



-Killian.



-¿Qué?



-¿Cuándo vas a darle lo que me enseñaste a mi madre?



-Aún no lo sé. ¿Por qué?



-Por dormir lejos de vuestra habitación.



-¿Qué?



-Oh vamos. Tengo 15 años, soy joven pero no tonto. Sé lo que suele pasar en ese tipo de noches.



-Henry, tu madre y yo no somos así.



-Bueno, yo solo digo lo que pienso. Por cierto, tienes mi bendición. -Bromea.



-Gracias, pero la que necesito es la de tu abuelo.



-Pues espero que te conformes con la mía porque él no te va a dar la suya ni cuando lleves 30 años casado con mi madre.



-Cuanta razón tienes.



-Entonces, ¿se lo vas a dar esta noche?



-No creo, chico. Pensaba dárselo mañana, al ser nuestra última noche fuera.



-Vale, entonces mañana intentaré asegurarme de que Allison y yo dormimos lo suficiente lejos. -Se ríe.



-No creo que haga falta.

El amor es inesperado (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora