Capítulo once: "Bajo la lluvia".

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Impaciencia. La impotencia de no poder hacer nada me agobiaba esta vez; si no tenía la fuerza de voluntad suficiente para esperar a que terminaran sus clases entonces no podía esperar nada de mí posteriormente. Pero este sentimiento de no poder hacer nada corroía mi interior para dejarme completamente impotente ante las manecillas del reloj. El tiempo me agobiaba... ¡Necesitaba verlo cuanto antes!

Esperaba recargado a un lado de la puerta de la escuela, Jimin no debía tardar en salir, lo más seguro era que imaginaba que iría a buscarlo; aun así no me atrevía a pensar que sería capaz de salir por la puerta trasera tan solo para evitarme. Pronto lo vi a la distancia, Oliver lo acompañaba, esperé a que cruzaran la puerta y me coloqué frente a Jimin.

-Gracias por acompañarlo Oliver. - dije sin voltear a verlo, más bien miraba el rostro de Jimin.- Me encargaré de Jimin por ahora. - afirmé autoritario.

El chico parecía sorprendido, tal vez ni siquiera sabía quien era yo, y en cuanto a Jimin; él se quedó paralizado ante mi presencia, no se movía y no dijo ni una sola palabra.

-¿Está... bien Jimin? - preguntó desconfiado.

Los ojos de Jimin se cristalizaron, lo noté a pesar de que se encontraba cabizbajo.

Asintió aun sin levantar su rostro, a lo que Oliver le dio una palmada en el hombro y se marchó.

-Sube al auto Jimin. - ordené despacio. Él obedeció, parecía resignado, como si realmente supiera que las cosas estaban destinadas a ocurrir de aquella forma.

Me dirigí al lago que se encontraba por las orillas de la ciudad, no sé si a Jimin le gustaba ese lugar, no sabía si lo conocía. Pocas personas iban ahí, pero era un lugar bastante pintoresco.

-¿A dónde vamos? - preguntó curioso, aun con cierto halo de resequedad en su tono de voz.

-Es uno de mis lugares favoritos. - contesté mientras estacionaba el auto.

Le abrí la puerta y lo tomé de la mano para dirigirlo a la orilla del lago. Me dolía sentir que se negara a tener cualquier tipo de cercanía conmigo. Yo entendía que pudiera estar odiándome aun después de haberle dado la más sincera explicación, pero no por eso lo dejaría ir de manera tan fácil, Jimin era de sentimientos más frágiles que cualquier persona que hubiese conocido antes, por eso yo me veía obligado a encontrar la forma de ganarme su perdón, aunque por ahora sus señales corporales trataban de evadirme posiblemente sin que él pudiera notarlo, evitaba sutilmente el contacto con mi cuerpo, retiró su mano repetidas veces pero la volví a tomar y pensaba si robarle un beso a sus labios lograría meterme en más problemas.

Me coloqué frente a él y tomé su mano con fuerza una vez más mientras me acercaba a su rostro, coloqué su mano en mi pecho e hice presión para que pudiera sentir con precisión los latidos de mi corazón.

-Cada palabra que te dije ayer es verdad. - dije despacio - Te amo Jiminnie... ¿Me crees?

Jimin se acercó a mí y quitó su mano de mi pecho para colocarla sobre mi rostro, acarició mi cabello despacio y tocó mis labios con las yemas de sus dedos.

-Te creo. - dijo en un susurro.

Mi sangre que parecía sulfurar al corriente con mis venas mermó en cuanto el pequeño hizo mención de aquellas palabras. Me acerqué a sus labios lentamente pero Jimin retrocedió para que no lo besara.

-Me has lastimado demasiado. - susurró.

-Permíteme curar las heridas que te he provocado. - contesté de igual forma al tiempo que lo tomaba de la barbilla para acercarlo a mi rostro - Por favor déjame estar contigo.

Con aroma a rosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora