El frío era aun más espeso después de percatar el desconcierto e impotencia que me recorría; después de haber visto como Seungsik se marchaba en mi auto sin poder hacer nada para detenerlo, su mente infantil era completamente estúpida; robó únicamente mi auto y mis llaves, para ir a ver a mi novio y hacerse pasar por mí. Más que ser ridículas sus acciones no dejaban de ser abstractas, jamás debía subestimar a quien sea que tratase de hacernos daño a mí o a Jiminnie.
No pude hacer más que ponerme de pie y sacudir un poco la tierra de mi ropa, después de eso, me dispuse a atravesar la calle lúgubre sumida en la oscuridad. No quería ver el reloj, imaginaba que era bastante tarde y no sería más que una tortura obligarme a saberlo a ciencia cierta. Seguí con el esfuerzo de mis apresurados pasos hasta advertir el alumbramiento artificial de los faros de noche situados en las calles comunes de New Jersey, parecían escasas las calles que me conducirían hasta ahí en pocos minutos, aceleré mi paso, pero pronto advertí que parecía estar emanando toneladas de malas vibras, no solo de mi interior sino de mi completo ser vital y espiritual.
Mi juicio había sido dictado; estaba destinado a que todas las cosas malas y ridículamente estúpidas me sucedieran justo ese día; el día que por fin descubriría los ojos de Jimin. Me enloquecía y me llenaba de rabia e impotencia, el solo hecho de pensar que Seungsik podría estar acosándolo en ese preciso momento.
Acorté la distancia de mis pasos mientras tres desagradables sujetos me rodeaban sin dejar de verme de arriba abajo. No miré a ninguno a los ojos pero si visualicé el trémulo lenguaje corporal de cada uno de ellos. No venían a violarme ni mucho menos; venían idóneos a asaltarme.
— ¿Qué tal muñequito? – inquirió con desdén el que se encontraba frente a mí.
Su vulgar sonrisa me estremeció, la apariencia de aquél sujeto no despertaba en mí otra cosa que no fuera asco. Llevaba una camisa sin mangas y unos jeans desteñidos, su cabello sucio y maltratado caía al borde de sus hombros, la silueta de sus ojos marrones lucía extasiada aun bajo la penumbra, y su lánguida figura avanzaba lentamente hacia mí. No contesté nada y esperé por sus próximas palabras.
— …¿Por qué no empiezas a desprenderte de tus cosas de valor y las colocas aquí? – ordenó indolente estirando su mano frente a mi rostro.
Retrocedí medio paso antes de chocar con los sujetos que resguardaban mi espalda y alcé mis brazos de manera extremadamente lenta.
— Tranquilo – dije cabalmente – No traigo conmigo nada de valor… recién fui asaltado un par de cuadras atrás – le informé con falso pesar; como si realmente lamentara el no traer nada conmigo que pudiera entregarle.
— Vamos galán – siseó tajante mientras trataba de intimidarme con la reducción de la distancia entre ambos – Empieza por ese bonito reloj que traes en la muñeca.
Miré sus ojos efímeramente y regresé mi vista hacia mi propia mano. No estaba entre mis planes entregarles a aquellos necios sujetos absolutamente nada de lo que llevaba conmigo. Bajé mis brazos gesticulando un falso temor en mis labios, y coloqué una de mis manos sobre la otra, pretendiendo que me despojaría del reloj para entregárselo dócilmente. Miré de soslayo la distancia que guardaba entre los dos tipos a mi espalda y antes de pensarlo un segundo más le propiné un puñetazo en el rostro a aquel que vigilaba mis movimientos.
No veía ni me importaba hacia donde dirigía mis pasos, el abrigo que me protegía de la helada de pronto aminoraba mi velocidad convirtiéndose en no más que un estorbo, pero me aferré de él con fuerza, no tenía ni la más mínima intención de deshacerme de él para que alguno de los criminales pudiera tenerlo. No era una reacción egoísta o altiva de mi parte, simplemente me negaba a que arrancaran de mí más que un par de minutos de mi tiempo.
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Con aroma a rosas.
FanfictionMin YoonGi se afronta a la reciente muerte de su padre sin lograr superarla fácilmente. Trata de olvidarse de su salvaje vida pasada y adaptarse a su actual sedentarismo como gerente de un museo de arte, contabilizando cada minuto del día y planifi...