Capítulo ocho: " El chico de la apuesta".

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La dulce esencia de su aliento me despierta de mis fantasías y la nítida sencillez de su mirada ficticia me destroza el corazón como mil garras entre mis huesos. Su voz me invita a soñar, a imaginar que su cálida piel de seda es mía y que la triste telaraña que nos separa no es más que un sueño.

A través de los fastidiosos cristales; hermosas esmeraldas que nublan su vista, él puede verme, para descubrir el mundo en mis ojos como yo lo hago en los suyos, y encuentra entre las miradas furtivas que cada palabra es real. Que no fue solo su exterior el que me encantó, sino su alma y su limpio espíritu.

¡Y quisiera estar a su lado por siempre! Mientras yo me pierdo entre la belleza exterior de su cuerpo, que nunca, entre las más remotas posibilidades me enfado de admirar. Mientras trato de resolver el enigma de su belleza y decido acordarlo en un simple paradigma de la vida, una exorbitante equivocación de la naturaleza, que decidió enviar al humano más allegado a la perfección sin la facultad de conocer a la perfección misma, sin la luz que le falta a sus ojos, pero no a su vida.

¿Por qué el egoísta destino decidió arrebatarle su derecho a conocer visualmente el mundo?

Lo único que mi apropiado cerebro por el mismo ser puede inferir es una protección del mismo destino hacia una segura reacción narcisista incontrolable ante su propia belleza.

Jimin; eres el dueño de cada una de mis respiraciones, el protagonista en cada segundo que transcurre dentro y fuera de mi mente, el creador de cada sentimiento que despierta en mi y el único propietario de mi corazón.

~

-YoonGi, ayer estaba recordándote y recordé algo... ¡tengo una duda! - dijo mientras se subía a mi auto para que lo llevara a su casa.

-Dime, amor. - dije sonriendo.

Jimin siempre me preguntaba cosas. Sobre todo, nunca podía adivinar sus pensamientos, su mente era inquieta, dudosa. Y yo amaba poder ayudarle a disipar cualquier duda, poder ayudarle en algo todo el tiempo.

-Cuando tú, te acercaste a mí... ¿Ya me habías visto anteriormente? - preguntó girando su rostro hacia mí.

-No, amor. - contesté.

Tal vez para él era un tanto increíble que mi necesidad de estar con él fuera tan grande, después de haberlo visto únicamente aquella vez. Pero el pequeño ignoraba que todo su ser me había atrapado como si me hubiese arrojado un anzuelo; así estaba enganchado a él y el tratar de alejarme aunque fuese hipotéticamente, me provoca un incontrolable dolor interno.

-¿Entonces por qué...?

-Porque quería estar contigo. - lo interrumpí - Necesitaba cualquier pretexto para poder verte de nuevo Jimin.

Sus mejillas se sonrojaron y él simplemente sonrió.

-Ahora te haré una pregunta yo a ti. - dije sonriendo. - ¿Tú sabías desde el principio que yo conocía el código braille? - pregunté sonriendo.

-No... pero pronto pude darme cuenta. - contestó.

El pequeño era bastante inteligente, era una de las cosas que más amaba de él. Su vasta inteligencia y su amor por el saber me habían cautivado.

-Entonces. ¿Por qué aceptaste?

-Porque decidí confiar en ti. - contestó de igual forma - Después desee conocerte más, me enamoré de tu voz, deseaba poder respirar tu aroma todo el tiempo...

-¿Por qué no me lo hiciste saber? Jiminnie, me hundías en la agonía con tu sutil indiferencia. - suspiré discreto y visualicé con paciencia sus facciones - Todo el tiempo estabas presente en mi memoria desde el día que te conocí.

Con aroma a rosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora