Capítulo dieciséis: "Distorción".

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-Señor y señora Park. - pronuncié cada palabra como si realmente me sintiera seguro al decirlo. Mi intención no era sentirlo, lo que importaba era que ellos así lo creyeran - No he venido aquí a pedirles la mano de su hijo, no he venido para informarles que huirá conmigo o mucho menos, el motivo de que esté parado frente a ustedes ahora es porque quiero que me permitan pagar la operación para que Jimin pueda ver.

Perfecto, había logrado decir cada palabra sin titubear, sin bajar mi tono de voz, sin dejar de mirar al frente. Ahora solo tenía que hacer exactamente lo mismo, pero con ellos en frente. Me bajé del auto y me paré frente a la puerta de su casa.

-Jimin no está - dijo Cheech al abrir la puerta.

Sabía que no era cierto. Lo había llevado yo mismo hacía apenas un par de horas. Pero no discutiría con él por algo que sabía no tenía ningún sentido, nunca me canso de ver a Jimin, pero en ese momento no estaba ahí para verlo a él.

-He venido a verlo a usted Cheech. - dije relajado.

Cheech sonrió burlón.

-¿Para que querrías verme a mí Min? - indagó saliendo de la casa al fin, cerrando la puerta tras él.

-De hecho, si es posible, me gustaría que estuviera también su esposa presente. - me atreví a decir.

-Cualquier cosa que sea, yo puedo comunicárselo después. - dijo a la defensiva.

-No. - reiteré reseco - No es "cualquier cosa". - dije con una sonrisa despectiva y negué con mi cabeza.

No sabía si Cheech iba a correrme justo en ese momento, si entraría a su casa y no volvería a salir, si me ignoraría, o cualquier cosa que pasara por su dura cabeza; menos escucharme. Pero quien sabe y no me importa saber porque, pero en menos de un minuto salió junto a su esposa y me miró de nuevo a los ojos.

-Ahora, ¿Qué es eso tan importante que quieres decirnos? - dijo con desdén.

Ahora era el momento de repetir mis líneas tal como las había ensayado. No podía cometer ningún error, había repetido aquellas palabras cientos de veces en mi mente y un par más frente al espejo de mi auto.

-Señor y señora Park. - comencé y giré mi vista hacia ambos - No he venido aquí a pedirles la mano de su hijo, no he venido para informarles que huirá conmigo ni mucho menos, el motivo de que esté parado frente a ustedes ahora, es porque quiero que me permitan pagar la operación para que Jimin pueda ver.

Terminé, al fin había dicho aquellas palabras con los padres de Jimin frente a mí. Sentía mi cuerpo caliente, visualizaba mi piel de un color rojizo que aumentaba de tono a conforme cada segundo que pasaba. Pero el momento ya había pasado. Ahora lo que quedaba era escuchar su respuesta, la que también había practicado en mi mente. Cientos de posibles contestaciones a mi petición, pero nunca aquella que recibí.

Cheech soltó una efímera risa lastimera. Lynda giró su rostro hacia él, después a mí y finalmente optó por fijar su vista al suelo.

- Jimin no puede ver, aun sometiéndolo a cirugía. - dijo fríamente.

En ese instante que pareció una eternidad, sentí como si hubiera tomado mi corazón y lo hubiese exprimido con fuerza hasta drenar la última gota existente. Incluso sentí que mis ojos se cristalizaron. El nudo en mi garganta se hacía cada vez más grande, cortando el paso para el mismo aire, que ya empezaba a resentir por el creciente dolor en mi cabeza, no sé si era por la falta de oxígeno, pero mi cerebro no lograba asimilar aun aquellas dolorosas palabras.

-Pero Jimin me dijo que... - dije cuando pude tomar aliento para pronunciar un par de palabras de nuevo, pero Cheech me interrumpió.

-Lo hemos mantenido con la idea que te dio, así siente que hay algo por lo cual luchar y por lo cual vivir. - explicó arrogante. Lynda cubrió su boca con su mano y apuñó sus ojos.

Con aroma a rosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora