Capítulo catorce: "A little bit of you".

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Hacía muchos años escuché una frase que durante un corto pero significativo lapso de tiempo movió mi mundo; me hizo vivir la vida de una forma diferente, hasta que pude percatarme que su aplicación continua era más difícil de lo que creía y poco a poco fui desterrando ese pensamiento de mi cabeza.


"Cuando la vida te de razones para llorar; demuéstrale que tienes mil y un razones más para reír "

Desconozco la razón exacta por la que volvió a mi cabeza, pero había sido por algo. Sin embargo; no encontraba más de una razón que me hiciera sonreír en aquellos momentos.

Llevé a Jimin a casa en cuanto pasé por él a la escuela, no me dirigí a ningún otro lugar antes, ni siquiera pensé en hacerlo tardar algunos minutos para aprovecharme de sus labios. Tan solo lo besé una vez. No quería darle motivos a su padre para que pensara que lo seguía viendo.

-¿Por qué tienes tanta prisa amor? - preguntó Jimin.

-No quiero que llegues tarde a casa. - contesté - Nos dará problemas con...

-Llegaré demasiado temprano. - me interrumpió - Se supone que me voy caminando de nuevo.

Él tenía razón, me dejé engañar por el tiempo y la costumbre. No quería más problemas. Estacioné el auto y me acerqué a su rostro para besar sus labios despacio.

-No quiero que te alejes de mí. - dijo despacio.

Lo entendía, él tenía miedo de que fuera a cansarme de él como me lo dijo Nam en mis sueños.

-Jamás lo haré Jiminnie... que sea lo último que agobie tu pequeña cabecita. - sonreí y lo tomé del mentón para besarlo de nuevo.

-Mi padre cree que me quedaré en casa de Oliver. - dijo retirándose de mi rostro.

-¿Quieres ir a mi departamento? - pregunté acariciando su mejilla.

-Quiero ir a donde sea mientras esté contigo. - contestó en un susurro.

Sonreí, el pequeño arrastraba la felicidad de nuevo a mi interior, pero él no podía darse cuenta así que lo tomé del rostro y besé sus labios.

Lo llevé a mi departamento, no le pregunté si se iba a quedar a dormir, no sabía por completo lo que le había hecho creer a su padre. Caminó hacia adentro y se giró hacia la pecera que conservaba en la sala, tenía varios peces de diferentes colores, y en una división de una tercera parte de la pecera de veinte litros, conservaba un tímido betta; aquél tipo de peces no pueden compartir su espacio con casi ninguna otra especie, sin embargo, era mi favorito; teníamos bastante en común.

-¿Por qué te gusta? - pregunté abrazándolo por detrás de su cuerpo y besando su cuello.

-Porque el sonido del agua me relaja, y cuando estoy rodeado de ella, siento tranquilidad...

-Te enseñaré algo. - interrumpí tomándolo de la mano para dirigirlo a mi pequeño jardín trasero - Una vez te dije que vendríamos aquí cuando no estuviera lloviendo...

En el momento que pusimos un pie fuera su rostro se maravilló como si hubiera podido verlo, caminó hasta adentrarse al jardín. Había pequeñas palmeras por el camino que conducía al fondo. Las manos del pequeño disfrutaban del frágil tacto entre su piel y las hojas de las plantas que tocaba a medida que sus pasos avanzaban, se puso de pie frente a las rosas y se hincó para aspirar su aroma. Justo a su lado, completamente fuera de lugar, mantenía forzada a vivir fuera de su hábitat una desdichada flor de loto; la que llamó toda su atención.

Esa flor era mi favorita; era especial. Tiempo atrás me la obsequió mi hermano. La flor de loto es de origen arcaico y luchadora intrínseca por naturaleza. Según antiguas creencias asiáticas su olor desprende la felicidad guardada en el interior de nuestro cuerpo; por eso es que todos sonríen al aspirar su aroma; pero el significado de su procedencia es simbólico, y es para mí de gran importancia. Encuentro fascinante que de un pantano, en donde no abundan más que aguas pútridas e infecciosas pueda nacer una flor tan bella, para crecer y abrirse paso hacia la superficie por sí sola. No es más que la representación de la lucha por aferrarse a la vida; y el testimonio mismo de que es posible lograrlo. Sin embargo, por más que piense haber acondicionado su ambiente y por más que se aferre a la vida en él, no creo que dure por mucho tiempo más.

Con aroma a rosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora