Me quedé momentáneamente sin palabras, y de nuevo sentí ganas de lanzarme sobre el hombre detrás de la puerta para desfigurar a golpes la belleza de su rostro.
¡Que hombre más altanero y soberbio! ¡¿Cómo se atreve a venir a mi hogar y reclamar a Jimin como suyo?! ¡Como si no fuera más que una cosa!
Jimin me miró alarmado y negó con su cabeza. ¿Era miedo acaso? ¡No pensaba dejar entrar a aquél hombre altivo de amables modales y grácil sonrisa! Estaba aturdido no solo por su presencia en nuestro hogar, sino por la presencia de su ser que emanaba un encantador halo de superioridad.
No aparentaba más de 35 años, su piel de marfil parecía tan tersa como si al tocarla mis dedos fuesen a resbalar por tanta suavidad, sus labios eran delineados de un presuntuoso color escarlata, su quijada marcada le brindaba a su rostro la apariencia de masculinidad, y el cabello castaño oscuro que caía debajo de su cuello era tan radiante como el destello en su mirada. Ahora entendía la razón de aquél doloroso apodo con el cuál se refería Lynda a él tan despectivamente.
— Mi nombre es Dorian. – me informó el aterciopelado sonido de su voz del cual sentí celos en ese mismo instante.
Lo sabía, pero no iba a decirle que Jimin estaba justo a unos metros de distancia y que recién había exclamado su nombre con disgusto.
— En ese caso, hazme el favor de retirarte de inmediato. – respondí con una hipócrita sonrisa en comparación a la suya.
— Recién acabo de decirle que usted tiene algo que me pertenece. – reafirmó insistente.
— Deja de hablar estupidece. – dije molesto – Y deja de referirte a Jimin como si fuera una cosa.
El engreído muñeco sonrió y echó su cabello hacia atrás con el movimiento de su mano.
— Lo hago porque tengo derechos sobre Jimin. – afirmó penetrando mis ojos con su mirada.
— No puedes tener derechos sobre una persona. – contradije su altanería.
— Puedes cuando pagas por ello. – reiteró con malicia y dio un paso hacia el frente.
Me llené de coraje y el deseo ufano de desfigurarlo a golpes se hizo aún más grande, el solo imaginarme sus labios sobre la piel de Jimin me llenaba de rabia y celos.
— Él no tiene deseos de verte. – dije con firmeza.
— Él jamás ha podido verme. – negó Dorian con obviedad – ¿Por qué no le haces saber que estoy aquí? Déjalo decidir si quiere verme o no. – inquirió vanidoso una vez más.
Volteé a ver a Jimin discretamente. Sabía que estaba escuchando cada palabra, y quería saber si deseaba dejar las cosas claras con él y echarlo por sí mismo de igual forma que lo hizo con su padre.
— Aguarda un segundo. – pedí ante las escasas opciones, acorralando los gritos de odio en mi garganta y caminé hacia Jimin.
— Déjalo entrar. – dijo Jimin dubitativo – Aclararé las cosas con él… Solo, no te separes de mi lado ¿de acuerdo? – pidió nervioso.
— ¿Estás seguro amor? – dije extrañado. Sentía que el volver a escuchar su voz y sentir su cercanía le traería de vuelta todos aquellos recuerdos que arrastraban los sollozos y lágrimas que mantenía guardados.
— No… pero tengo que hacerlo… no permitas que se me acerque demasiado Yoongi ¿estarás conmigo? – preguntó inocente.
— Jamás te dejaría sólo amor.
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Con aroma a rosas.
FanfictionMin YoonGi se afronta a la reciente muerte de su padre sin lograr superarla fácilmente. Trata de olvidarse de su salvaje vida pasada y adaptarse a su actual sedentarismo como gerente de un museo de arte, contabilizando cada minuto del día y planifi...