Con aroma a rosas.

capítulo treinta y uno: "Fear".

(Tercera confesión de Park Jimin)

Abro mis ojos lentamente; me despojo de las falsas imágenes idealizadas en mis sueños; pero todo sigue igual, así que decido mantenerlos cerrados hasta que él despierte. Hasta que el roce de su piel con la mía me obligue a hacerlo. Aunque no pueda verlo, sé que está a mi lado. Sus manos acarician mi cuello y sus labios los míos. Su voz suave llega discreta hacia mis oídos. Entonces sé que ha empezado un nuevo día.
Un día más que estoy dispuesto a vivir sumido en la oscuridad profunda que me provee el interior de mis párpados, o la ventana de mis pupilas; es exactamente igual. He permanecido en total oscuridad durante toda mi vida, y comenzaba a resignarme a que sería de esa forma para siempre, pero todo parece aun más borroso desde que supe que no sería así.
Y aunque conozca de memoria los lugares de la casa y los pasos que debo dar para llegar a ellos, sus manos me proveen seguridad… no es a la sangre a lo que más le temo, sino a la falta de su presencia, a que piense que lo necesitaré menos que antes, sin embargo, lo necesitaré ahora más que nunca, porque no es mi cuerpo de manera presencial el que requiere de su presencia… sin mi alma que al advertir la ausencia de la suya comienza a marchitarse.