Día 7. Desperté a su lado y acaricié su mejilla, él aun dormía. Me conformaría con mirar sus ojos cerrados, pero no podía hacer más que mirar su piel y sus labios. Desleía por arrancar esa súbita venda que ahora era la única responsable de imposibilitar o habilitar su vista, pero no me dejaría absorber por la tiranía del desespero y extralimitarme a sus sentidos; debía esperar hasta la noche, debía ser devoto incluso al último segundo de su dictado final de oscuridad plena. No era más que mi obligación ser paciente; y aguardar hasta regresar del museo para entonces desvanecer la barrera que rodeaba esos ojos aventurinos que moría por conocer, refulgiendo en el que podría ser el más anhelado momento de su vida.
Besé su mejilla y aferré mi mano a la suya, hallaba un repentino sentimiento de negación al hecho de abandonar su presencia, pero no estaba dispuesto a exponerlo hacia afuera una vez más, después de haberlo meditado durante la mayor parte de la noche, la totalidad de la culpa recaía en mí, y crecía ese desasosiego tan terriblemente perdurable de perderlo.
— Yoongi…
Musitó con un halo de voz mientras se incorporaba en la cama y pretendía mirar mi rostro. Descansé mi vista en su cuerpo y tomé aliento para contestar a sus palabras.
— ¿Sí, Jiminnie?
— ¿Ya tienes que irte? – preguntó desubicado.
— Si amor, volveré pronto, estaré puntual a las ocho de la noche. – contesté acariciando su mejilla que se sonrojó al contacto.
— No olvides que…
— Hoy miraré tus ojos. – lo interrumpí – Jamás lo olvidaría amor. Sabes que he contado los segundos para que este día llegara.
Miré su sonrisa, motivo suficiente para que se figurara una por sí sola en mis labios.
Llegué al museo encontrándome con un sinfín de cosas que hacer, la lista virtual de pendientes por arreglar golpeó mi rostro justo al abrir la puerta de mi oficina, pero después de pasar las primeras horas pretendiendo que trabajaba en perfecto estado, me poseyó el desespero que reprimía por llegar a casa y quitarle la venda de los ojos a Jimin. Salí a recorrer los pasillos para despejar mi mente por un par de segundos. Siempre que caminaba entre las pinturas encontraba algo nuevo en cada una de ellas, aun cuando las hubiera observado y estudiado durante horas, había ese pequeño defecto dentro de mi mente; siempre me ocultaba algo para ser develado cuando menos lo esperaba, pero en cambio si miraba algún cuadro o escultura esperando encontrarlo lozano, entonces se miraba sorprendentemente igual y aburrido.
— ¿Cómo está, Jimin? – preguntó Nam colocándose a mi lado.
— Está excelente. – contesté después de unos segundos.
— Si no me equivoco hoy se cumple la semana de la cirugía. – dijo colocando su mano sobre mi hombro.
— Creo que estoy más nervioso que él. – confesé mirando sus ojos.
Era cierto, no me había dignado a despejar mi mente de sus recuerdos, yo no era más que un desquiciado sediento de su esencia y hambriento de sus emociones. Syn sonrió y se dispuso a hablar.
— Tu nerviosismo sale sobrando, Yoongi, ya habíamos hablado de esto.
— No es algo que pueda controlar. – objeté.
— Pero puedes tranquilizarte pensando que todo seguirá igual entre tú y Jimin… ¿Es que no puedes darte cuenta de lo mucho que te ama ese chico, Yoongi?
Lo miré groseramente con desinterés, no había ni una sola de sus palabras que pudiera compenetrar en mi cerebro durante aquella reiterada charla. Tan sólo escuchaba, tan sólo pensaba.
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Con aroma a rosas.
FanficMin YoonGi se afronta a la reciente muerte de su padre sin lograr superarla fácilmente. Trata de olvidarse de su salvaje vida pasada y adaptarse a su actual sedentarismo como gerente de un museo de arte, contabilizando cada minuto del día y planifi...