Capítulo veintinueve: "Miedo compartido."

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"... escucha lo que viene de tu misma sangre."

Las últimas palabras que me habían desorientado ahora tenían sentido. Mi propia sangre; mi hermano, sus palabras eran las únicas que valían la pena. Las únicas que debía considerar como válidas y correctas. Las pocas horas que pude ver a mi hermano fueron magníficas; no obstante él no podía quedarse más tiempo.

Quería dejar de pensar en mi repentino encuentro en el cementerio con aquella excéntrica anciana; sin embargo sus palabras hacían eco en mi cabeza una y otra vez.

"Él quiere confundirte."

Tenía que evitar encontrarme con Seungsik de nuevo; debía sacarlo de mi vida cuanto antes. Su sola malévola sonrisa me traía consigo la sólida idea de problemas. Pero entonces su estúpida voz chillona me distrajo de mis pensamientos.

- ¿Qué hay hermano? ¿Cómo estás? - dijo adelantándose a darme un abrazo.

Seungsik no tenía ninguna razón convincente que me hiciera pensar había estado forzado a visitar un museo; la única razón era su idea fija de estorbarme.

- Bastante ocupado. - contesté sin más.

- ¿Mucho trabajo? ¿Y cómo está Jimin? - dijo sonriendo.

¡No es tu asunto!

Moría por gritar esas palabras ante su rostro, pero debía ser más inteligente que él y saber controlar mi cólera.

- Excelente. - contesté mirándolo a los ojos de manera fugaz.

- ¿Cuándo será su operación? Me imagino que ya sabes la fecha.

Moría por que le dijera que la había cancelado, que la había retrasado o que no sabía si efectuarla. Pero no le iba a conceder aquél gusto.

- Pronto. - respondí con una acre sonrisa en mis labios.

- ¿Realmente sigues con la idea de hacerlo Yoongi? Es decir...

- Te agradecería mucho, Seungsik, que te mantuvieras fuera de lo que no son tus asuntos. - lo interrumpí terminante.

- Tranquilo Yoongi... Solo preguntaba.

- No me agradan tus preguntas. - dije reseco.

Aquella discusión con Seungsik me había amargado el día. Se suponía que todo iba a ser perfecto; regresaría felizmente del museo, besaría los labios del pequeño Jimin y nos dirigiríamos a que programaran la fecha de la operación. Todo sería igual, solo que ahora con esa molesta imagen de Seungsik en mi cabeza.

- Date prisa amor. - le dije desde la puerta del auto.

- Un segundo. - contestó después de cerrar la puerta de la casa.

Jimin se precipitó al asiento del copiloto y salimos rumbo al hospital.

El doctor era bastante amable, ya era un hombre mayor; lo delataban sus escasos cabellos blancos y la leve silueta de arrugas que enmarcaba su sonrisa, parecía comprensivo y simpático. Trataba a Jimin con extremo cuidado, sus movimientos eran suaves y me causaba una especie de celos que tocara su rostro de esa manera.

- Bien, caballeros. - dijo dirigiéndose a ambos con una gran sonrisa. - Tenemos lugar para la operación dentro de 6 días. - Hizo una pausa para mirar a ambos. - O dentro de... un mes. - Dijo ajustando sus gafas al tiempo que miraba un calendario sobre el escritorio.

- Entre más pronto mejor. - contesté. - ¿No lo crees Jiminnie? - Dije tomándolo del mentón para girar su rostro hacia el mío y así adueñarme de su belleza; no quería compartirla con el sonriente hombre que esperaba por una respuesta.

Con aroma a rosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora