Cinco días para el cambio que marcaría nuestras vidas, solo cinco días para que la felicidad del pequeño Jiminnie estuviera completa a mi lado. Las ansias me mantenían pegado al calendario y mis ojos al reloj, pasaba un minuto cuando imaginaba que habían transcurrido horas. No lograba mantener mi mente ocupada en otra cosa que no fuese pensar en ese momento, sin embargo había bastantes cosas en las que podía mantenerme ocupado, ya que había descuidado el museo por un buen tiempo, empecé a vaciar las carpetas que encontré en el gabinete de mi escritorio para revisar los formatos, bitácoras que llenar y papeleos que debían hacerse antes del cierre del mes, entonces voló hacia el suelo una hoja de papel doblada por la mitad, la tomé y la desdoblé con fingida paciencia hacia mí mismo para encontrarme con un escrito hecho a lápiz mediante el código braille, remarcado hasta figurar bordes en la hoja.
Sonreí antes de terminar de leer el primer enunciado, recordé cada segundo de aquel inolvidable momento junto a Jimin.
“El sonido de su voz acaricia mis oídos ajeno al placer que le produce a los mismos…
Sus delgados labios me invitan a interrumpirlo con el movimiento de los míos sobre los suyos, solo con el hecho de ver su sensual movimiento, su piel me pide a gritos que la acaricie; pero aun tengo miedo de hacerlo, lo deseo; pero temo que se dé cuenta de ello. Sus ojos son la mejor parte, porque son viles esmeraldas incrustadas en su cuerpo, con la exacta utilidad nula de las mismas, porque la razón de su existencia no es una función de aplicación previamente asignada; sino el mero disfrute y deleite de quien puede admirarlos.”Esas eran mis clases de braille, observarlo y hacer anotaciones de mis cosas favoritas acerca de él, mientras pretendía aprender el código que en efecto, ya sabía de memoria; hasta que el pequeño profesor descubrió mi frío juego y mis verdaderas intenciones hacia él.
Tomé la hoja y la coloqué bajo el calendario de mi escritorio, me percaté inconsciente de que lucía estúpido al conservar la misma nítida sonrisa en mis labios. Sacudí mi cabeza y tomé un trago de agua para continuar vaciando el gabinete, hasta que giré mi vista al reloj; era casi la hora en que tenía que ir por Jimin a la escuela. Había insistido en que lo dejara asistir esta semana, y yo acepté que lo hiciera ya que se encontraba bastante bien de salud y estaba a punto de perder varios días más de clases después de la operación, y después de todo, no me gustaba demasiado que pasara tanto tiempo solo en casa.
Subí a mi auto y me dirigí a la escuela, Jimin ya esperaba afuera, por un momento pensé que las clases habían finalizado antes, pero mi reloj de mano señalaba un elegante retraso de once minutos en comparación a la hora que marcaba el reloj del auto. Once minutos que había pisoteado y tirado a la basura cuando pude haberlos pasado al lado de Jimin; no había nada que pudiera hacer, cada segundo es valioso, pero imposible de recuperar.
Oliver se encontraba al lado de Jimin, pero en cuanto advirtió mi presencia se despidió de él con un abrazo, de mí con una sonrisa y se dispuso a marcharse, sonreí al caer en cuenta de que él simplemente lo esperaba.
—¿Qué tal tu día de clases amor? – pregunté a Jimin una vez que subió al auto.
—Excelente. – contestó sonriendo – Ya extrañaba venir a la escuela.
—Jiminie… ¿no quieres ir conmigo al museo? – pregunté antes de arrancar el auto.
Me negaba a separarme de él durante el resto de la tarde, quería mantenerlo a mi lado, y en igual de que estuviese encerrado solo en nuestro hogar, mejor que estuviera encerrado conmigo en mi oficina.
—De acuerdo… pero ¿No voy a estorbarte en tu trabajo? – indagó mientras se colocaba el cinturón de seguridad.
Coloqué mi mano alrededor de su cuello y comencé a besar sus labios, su lengua se posesionó de la mía y del interior de mi boca con su agresivo movimiento mientras sus manos se aferraban fuertemente a mi cuerpo.
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Con aroma a rosas.
FanfictionMin YoonGi se afronta a la reciente muerte de su padre sin lograr superarla fácilmente. Trata de olvidarse de su salvaje vida pasada y adaptarse a su actual sedentarismo como gerente de un museo de arte, contabilizando cada minuto del día y planifi...