Ver su rostro de tranquilidad me devolvía la calma, sentía que todo estaba bien, tenía que pensar que así era aunque sea por ese día. Tenía que lograr que no hubiera más que momentos felices, aplazaríamos los problemas para después; ese día tenía un motivo justificable para olvidar todo lo demás.
Desperté casi al medio día, no estaba en mis planes quedarme dormido durante tanto tiempo, pero supongo que mi cuerpo necesitaba descanso. Sentía la tersa mano de Jimin acariciar mi cabello, la tomé con suavidad y le di un beso en ella.
-Buen día, amor. – dije en voz baja.
-El doctor dijo que podía irme ahora. – contestó.
El pequeño Jimin estaba enfadado de estar en ese lugar, lo único que quería era salir de ahí. Me imagino que también yo me enfadaría de estar acostado durante todo el día sin poder realizar al menos el intento de un mínimo esfuerzo.
Había pensado en una sorpresa para él… ¿Sorpresa? Pensé de pronto. Quería llevarlo al mar, pero aun estando ahí, seguiría siendo enigmático para él. Era triste, pero cierto. Que por más que quisiera hacer de ese el día más especial que haya tenido, no sería así para él, sería probablemente un día más como cualquiera. Ni siquiera el mismo sonido del océano puede compararse a su imagen. Me quedé callado por un par de segundos. Me acerqué a su rostro y le robé a sus labios un beso.
-Nos iremos cuanto antes pequeño.
No sabía en que condiciones se encontraba el museo, y me sentía estúpido por estar pensando en eso en aquél momento, Jimin debía ser lo único que me preocupara. Sin embargo, contaba con que Nam tenía todo bajo control, en realidad estaba seguro de eso, jamás me ha dejado abajo. Aquellos últimos días sentía que me estaba aprovechando de su amistad; sabía que jamás se negaría a hacerme un favor, pero debía encontrar la manera de recompensárselo.
Salimos del hospital y fuimos directo a mi departamento, ahí guardaba una pequeña sorpresa para Jimin. Tal vez no fui muy creativo o detallista con su regalo de cumpleaños, no había tenido mucho tiempo para meditar al respecto con la serie de eventos inesperados, no obstante, yo sabía que sería perfecto para él y sobre todo que era algo que le encantaría.
Continué preguntándole cosas mientras caminábamos a la entrada de la casa para que no escuchara ningún ruido, pero era imposible; al principio eran pequeños sonidos de uñas sobre la puerta, pronto comenzaron los ladridos.
-Yoongi… ¿Qué…?
Abrí la puerta antes de que continuara hablando, la cachorra que había comprado se lanzó sobre nosotros lamiendo nuestros rostros e invitándonos a jugar. Por un segundo pensé que Jimin podría asustarse al no haberle anticipado nada al respecto. Pero su rostro no expresaba más que felicidad.
-¡Yoongi… compraste un perro! – exclamó emocionado.
En una ocasión Jimin me había comentado que había tenido perros guías cuando era más pequeño, sin embargo, desde hacía un par de años que murió aquél que consideraba su mejor amigo, el cariño que le tenía era tan grande que no consideró un remplazo para él, simplemente lo dejó pasar hasta que la idea de tener una mascota se fue haciendo lejana y distante.
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Con aroma a rosas.
FanfictionMin YoonGi se afronta a la reciente muerte de su padre sin lograr superarla fácilmente. Trata de olvidarse de su salvaje vida pasada y adaptarse a su actual sedentarismo como gerente de un museo de arte, contabilizando cada minuto del día y planifi...