El encuentro

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El encuentro

Después de varios sedantes y suficiente tiempo para dormir. Desperté de nuevo en el hospital, ya era de mañana. Mi primer pensamiento que recorrió mi mente fue “sorpresa”. Pensé en lo que había dicho Michael, éste día me tenía una sorpresa, según él. Estaba tan emocionada e intrigada, ¿qué sería?

Antes de decidir levantarme, alguien me detuvo.

—¿A dónde vas tan rápido? —preguntó mi padre en un sillón junto a la cama. ¿Acaso se había quedado aquí toda la noche?

—¿Dormiste aquí? —pregunté incrédula

—Sí, digamos que no quería que te rodaras al dormir, ya sabes —dijo bromeando un poco, aunque sabía que no quería admitir que era un padre sobreprotector.

—¿Nos podemos ir ya de aquí? No soporto estar en los hospitales —hablé un poco mareada.

—En cuanto el doctor diga que te puedes ir, nos vamos. —Se puso de pie, entonces alguien vestido de blanco abrió la puerta, supuse que había llegado el doctor justo a tiempo.

—Buenos días, se levantaron temprano —habló el joven con cierto encanto.

— Buenos días —contestó decentemente mi padre.

—Ya me puedo ir —mientras que yo contestaba imprudentemente.

El doctor sonrió y empezó a examinar mi expediente médico.

—Seguro, sólo déjame ver cómo estas —continuó  revisando mis heridas, mi pulso, la dilatación de mis pupilas.

Asintió divertido.

—Sí, creo que ya te puedes ir —informó de nuevo con una sonrisa.

—Perfecto… —murmuré y me levanté  deprisa.

Michael me miró algo precavido con sus manos levantadas.

—Kristen, toma las cosas con calma, acabas de sufrir un accidente.

—Yo me siento bien —dije mientras movía mis manos, mis piernas mostrándole que todo funcionaba bien y todo estaba en su lugar.

Suspiró y se acerco a mí.

—Entonces vámonos —concluyó.

Salimos del hospital después de todo, pero cuando íbamos llegando al estacionamiento vimos una multitud de reporteros, con sus cámaras y micrófonos a la mano.

Michael rápidamente tomó mi mano y me murmuró.

—No contestes a nada de lo que te pregunten, sólo entra al auto, deprisa.

Empezamos a caminar rápidamente hacia el auto extravagante de mi padre. Al vernos los reporteros, todos se abalanzaron directamente sobre nosotros, como si fuera un tipo de carrera y ganara el que llegara a molestarnos primero.

—Señor Máximus, ¿es cierto que el choque fue provocado?

Se escuchaban varias preguntas a la vez y nosotros  dificultosamente avanzábamos entre las personas.

—Michael Máximus, ¿se dice que todo fue planeado, es verdad?

—¡Kristen, Kristen! ¿Tu choque fue provocado por ir bajo los efectos del alcohol?

—Kristen, ¿qué se siente estar dos veces a poco de la muerte?

Yo escuchaba callada las idiotas preguntas de los rumores que ellos inventaban. Pero aun así ninguno de los dos contestó nada, y seguro hicimos enojarlos un poco. Fue difícil y tedioso subir al auto, pero cuando lo hicimos fue como estar en el paraíso. Michael aceleró y nos alejamos  rápidamente de la multitud. Nos relajamos los dos al mismo tiempo al perderlos de vista.

LoveMechanic: La Obsesión del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora