Fuego interno

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Fuego interno

Al caer, mi pie sintió una superficie irregular, resbalé con ella y mi cuerpo se fue hacia atrás por la inercia, mi pierna izquierda se quedó doblada detrás de mí, a escasos centímetros de darme un tremendo golpe, sentí a algo interponerse entre el piso y yo, caí estrepitosamente encima de él amortiguando mi caída, pero sentí un dolor punzante en mi columna y mi rodilla izquierda, además de mi muslo, que me sacó un grito de dolor. A milésimas de segundos más todos se encontraban corriendo hacia a mí asustados.

— ¡Dios! ¿Te lastimaste?

— ¿Estás bien?

— ¿Cómo estás?

— ¡Kristen, abre los ojos!

— ¿Cómo te encuentras?

Eran muchas preguntas a la vez que no pude reconocer los propietarios de estas, ni tiempo pude de contestarles porque una pregunta llamó mi atención.

— ¿Y quién es él? —preguntó una voz femenina.

Abrí mis ojos lentamente y estiré mi pierna que se encontraba atrapada debajo de mí, un intenso dolor golpeo mi rodilla y me quejé deprisa. Me giré con cuidado para ver qué era lo que me había salvado de esa caída. Mis manos tocaron una superficie suave pero fuerte, luego mis ojos de toparon incrédulos con...

— ¿Kale? —susurré sin poder creerlo, él me había amortiguado mi caída con su propio cuerpo, me estaba cuidando como lo había prometido. Miré con detenimiento su rostro, sus rasgos perfectos y su piel crema, sus labios en una mueca y sus cejas gruesas definidas casi juntas con disgusto y desaprobación. Alcé mi mano y acaricié el centro de estas para tratar de borrar esa pequeña arruga, no quería que estuviera enojado conmigo.

— ¿Estás bien, Kristen? —preguntó preocupado y con voz seria. Asentí todavía mirando sus ojos verdes, me hipnotizaban...me acerqué despacio hacia sus labios para borrar su mueca pero...

— ¡Esto parece de novela! Ni siquiera le pasó nada, sólo los quiere distraer para no aceptar que perdió—gritó iracunda Xina moviendo sus manos como loca. Antes de que pudiera responder alguien me ganó...

— ¿Perder? ¡Estás loca! Kristen no fue quien dejó caer las mazas que ocasionaron este accidente. Tú no eres ni la mitad de buena que Kristen, ¡Así que resígnate, no eres mejor! —gritó enojada Dania. Xina puso cara de los mil demonios y se retiró indignada. Le dediqué una sonrisa de agradecimiento, ésta me giño el ojo.

Luego escuché a algunas aclarando la garganta y otras nos miraban divertidas. Fue entonces que me di cuenta en la posición comprometedora que me encontraba, estaba encima de Kale a escasos centímetros de su rostro, mis manos apoyadas en su fuerte abdomen y él me rodeada la cintura con sus brazos. Al mirarlo de nuevo, sentí el rubor subir a mi cara y he intenté levantarme deprisa pero no lo logré ya que el dolor me detuvo, ahogué un grito de dolor.

Rápidamente sentí a los demás acercarse preocupados, Kale me ayudó a ponerme de pie con sumo cuidado, mientras que me sujetaba por la cintura para evitar que me cayera.

— ¿Qué te duele? —preguntó Kale mirando mi pierna.

—La rodilla y la columna—respondí apenas.

— ¿Puedes caminar? —preguntó Valeria con voz aguda.

Intenté hacerlo pero una vez más el dolor me consumió, apreté entre mis dedos el chaleco de Kale.

—Creo que por ahora no...—dije en un hilo de voz.

— ¿Qué sucedió aquí? —escuché hablar fuerte a Pilar que se acercaba con una expresión enojada.

LoveMechanic: La Obsesión del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora