The last good night

350 22 0
                                    


The Last Good Night

Abrió la palma de su mano para dejar ver un hermoso broche plateado en forma como una especie de flor de loto, en el centro había un pequeño diamante de azul zafiro que combinaban con el tono de mis ojos. Era tan maravilloso.

—Kale...Es precioso ¿Dónde lo conseguiste? —habló en un hilo de voz. No me lo explicaba, ahora yo no había visto algo así, era como algo antiguo pero hermoso. Y para ser sinceros...parecía demasiado caro.

—Ya lo tenía. Ayudará a tu cabello—acercó el broche para colocarlo en mi cabeza pero lo interrumpí.

—Espera...eso es demasiado lindo para llevarlo todos los días, se arruinaría—protesté tomando su mano.

—No te preocupes. Por favor, quiero que lo tengas contigo siempre. —Sus ojos se clavaron en los míos tan dulces que accedí con demasiado facilidad.

Asentí mientras lo colocaba al lado derecho de mi cabeza.

—Te queda perfecto—murmuró con una sonrisa de satisfacción. Ahora un lado de mi cara ya no era golpeado por mi cabello, reí complacida.

—Muchas gracias...gracias—susurré mientras me acomodaba en su pecho y el rodeaba con sus brazos.

—No hay de qué—besó mi cabeza con dulzura.

Pude ver unas cuantas chicas caminando cerca de nosotros, algunas miraba a Kale algo embobadas y libidinosas, para luego posar su vista en mí y hacer una mueca. Reí al verlas, seguro se preguntarían si somos buenos amigos, hermanos o realmente éramos novios.

Me estiré un poco para alcanzar los labios de Kale y darle un pequeño beso, seguro eso respondería sus dudas. Cuando volví la vista ya estaban partiendo.

Pero luego pasaron otros chicos jugando y ahora me miraron a mí. Refunfuñé y me acomodé mejor con Kale.

Ahora el problema no era el viento, gracias al broche y su confortable cuerpo, tampoco las miradas hacia nosotros, ahora era el frio el que golpeaba mis mejillas desnudas. Titirité un poco mientras pegaba mi cara en el cuello de mi novio.

—Estés calientito—susurré con un poco de gracia.

—Es porque yo puedo regular mi temperatura corporal como quiera—contestó como si fuera algo sin importancia.

—Me encanta...—metí mis manos frías dentro de su chaqueta—. Eres como fuego y hielo a la vez—Kale rió y me apretó con más fuerza y se movió un poco para que yo tuviera mayor comodidad.

— ¿Te sientes mejor?

—Siempre me siento mejor contigo...

—Me pregunto si tienes frio.

—No...bueno tal vez un poco en mis labios—dije riendo mientras levantaba mi vista. Él se movió hasta encontrar sus labios cálidos sobre los míos.

El beso fue completamente tierno y suave, de nuevo me recordé que estábamos en un área pública. Ya sentía mis labios acalambrarse cuando sentí no poderme controlar más, entonces algo me asustó...

Un gran perro labrador se detuvo a unos dos metros de nosotros, primero no nos prestó atención porque estaba pendiente de una pelota que se encontraba enfrente de mí, pero luego se percató de nuestra presencia y nos empezó a ladrar enloquecido. Me asusté y me apreté con Kale, pero él no se movía ni un centímetro.

El perro continuo ladrando muy fuerte y furioso mientras se acercaba un poco más y sacaba sus filosos dientes. Mi instinto de supervivencia se activó y quise jalar a Kale para que se levantara y nos fuéramos, pero él continúo sin moverse.

LoveMechanic: La Obsesión del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora