Un especial regreso

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Un especial regreso

Tomamos de nuevo un taxi con destino a mi casa, por primera vez esta tan emocionada por ir a un lugar tan solitario y aburrido como mi hogar, pero después de todo lo que había pasado, eso era lo que más deseaba en el mundo. Llegar y mirar a mi papá, hacer que regresara de nuevo su sonrisa y mirarlo feliz. Incluso quería volver al instituto, pero sabía que en estas fechas todavía estábamos de vacaciones, aun así deseaba ver a Jennifer, Stephen, Anna, Gary y todos los demás.

Apreciaba la vida más que nunca, ese tiempo que estuve secuestrada y en peligro, me había hecho aprender de la vida, es solo una y hay que aprovecharla al máximo.

Sonreí mientras me pegaba más a Kale y apretaba más fuerte nuestras manos unidas. Todo era tan bueno estando con él, de alguna forma sentía que absorbía todo lo malo que me pasaba y lo transformaba en felicidad. Siempre pensé que Kale me era extremadamente familiar, como ese recuerdo de un Déjà vu con una persona que creíste haber conocido antes. Kale era una parte de mí y desde que lo conocí se ganó totalmente mi confianza, mi cariño...y hasta mi amor.

Suspiré antes de darle un pequeño beso en la mejilla, Kale sonrió y junto nuestras cabezas mientras poco a poco nos íbamos aproximando a nuestro destino. De vez en cuando el taxista nos miraba curioso por el retrovisor, a mí la mayor parte del tiempo, no sentía su mirada intimidante ni lujuriosa, es más hasta creía que empezaba a reconocerme... tal vez Michael había impartido la noticia de su hija desaparecida y la gente empezaba a intrigarse conmigo.

— ¿Es aquí? —preguntó estacionándose casi enfrente de la ostentosa entrada principal. Una sonrisa se plasmó en mi rostro y tuve que cerrar los ojos y tomar aire para no empezar a llorar en ese mismo instante.

Mi corazón latía frenético de emoción y alegría por regresar.

— Así es...—abrí los ojos asintiendo muy contenta.

El taxista algo mayor sonrió y me dio un gesto aprobatorio.

— Me alegra que haya regresado a salvo señorita—habló y sentí que una sensación cálida llenaba mi corazón.

— Gracias—respondí, era obvio que si me había reconocido.

Nos bajamos y empezamos a caminar hacía el portón de seguridad. Mi pulso se estaba yendo a los límites, las lágrimas empezaban a llenar mis ojos y eso que todavía no había entrado. Pero supongo que cualquiera estuviera así después de regresar de un par de semanas tortuosas y llenas de soledad.

En cada paso me aferraba a la camisa de Kale y por ningún momento me despegué de él, él hacía lo mismo al sentir mi temor e inseguridad.

Llegamos a la entrada y todos los de seguridad al verme, reaccionaron de inmediato, unos suspiraron con alivio, otros abrieron los ojos como platos junto con sus bocas por la impresión, otros más inteligentes me abrieron las puertas dejándome pasar con unas sonrisas.

—¿Señorita Kristen Máximus? —preguntó uno acercándose a mí.

— Es misma. Por favor, no le avisen todavía a mi papá, quiero darle la sorpresa— hablé con una mirada suplicante. Ellos asintieron alegres por mi regreso, pero miraron inquisitivamente a Kale. Lo abracé posesivamente, como si fuera un pequeño juguete que no quería que me quitaran—. Es Kale, él viene conmigo... Un gusto volverlos a ver—seguí mientras que ellos me escoltaban hasta la mitad de mi camino.

Les agradecí y luego decidieron seguir con su trabajo, vigilando. Caminé hasta ponerme frente a la puerta de mi hogar, no me atrevía a abrir la puerta, mi alegría era descomunal para ver a mi progenitor pero a la vez sentía algo de miedo a su reacción, a que me preguntara ¿Qué hacía Kale de nuevo conmigo? Que quisiera quitarlo de nuevo de mi vida, pavor a que me diera un enorme sermón y que me regañara por escapar...Todo eso debía de enfrentarlo, ahora.

LoveMechanic: La Obsesión del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora