Kale Robinsson

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Kale Robinsson

—Sí, esa misma —asentí con una sonrisa de satisfacción.

Me parecía interesante que supiera mi nombre, ¿cómo se entero? Tal vez se lo había dicho alguien, o tal vez lo había escuchado o habían hablado de mí. ¿Qué estarían diciendo?  No importó mucho en ese momento, me parecía halagador y educado haberme preguntado por mi nombre, eso me puso a pensar.

En mis perdidos pensamientos tardé varios minutos en volver a la realidad, se me hizo extraño que no me hubiera interrumpido o simplemente movido de aquel lugar, todavía permanecía parado detrás del sillón, parecía un tipo de estatua que me miraba fijamente. Su mirada me era demasiado fuerte que tuve la necesidad de desviar la vista. Me sentí nerviosa y tonta al hacerlo, ¿por qué me intimidaba su mirada? no lo conocía, tampoco tenía motivos para ponerme así, y mucho menos era… humano.

—¿Por qué me miras tanto? —Tuve la fuerza de poder preguntar.

—Es hermosa —contestó simplemente, sin ninguna sonrisa, ni gesto en su rostro, parecía decirlo por compromiso.

Aun viendo su frialdad mi iluso cuerpo se tensó y me sonrojé. Solté un pequeño quejido y suspiré.

—¿Por qué dices eso? —dije un poco avergonzada e indignada mirando mis manos.

—Porque es la verdad —contestó automáticamente.

Negué lentamente con la cabeza.

—Preferiría que no me dijeras muchas verdades como esas… Por favor —murmuré.

No quería que fuera como los típicos chicos que halagan y dicen frases vacías por quedar bien con los demás. Prefería que demostraran lo que sienten en vez de solamente decirlo. Las palabras se las llevaba el viento, y mientras más se dicen pierden más su valor. Lo que antes se decía pocas veces, pero cuando lo hacían, era realmente verdadero como un “Te quiero” “Te extraño” “Te amo”,  pero ahora esas frases eran usadas comúnmente casi como un saludo, ahora perdían su significado. Tenía claro que yo era una afligida romántica melodramática incapaz de decirlo viviendo en un siglo equivocado, pero me daba cuenta de muchas cosas que pasaban a mí alrededor, más de lo que hubiese querido.

—Si eso quiere, eso será —habló inclinando un poco su cabeza como un signo de reverencia, lo cual me hizo sentir aún más incómoda.

—No me hables de “usted”. Me haces sentir… mayor —reí un poco.

—No creo que sea correcto señorita, lo siento. —Me dio la negativa de nuevo con una reverencia.

Torcí el ceño con disgusto.

—Veamos ¿BP… 1? — Dudé confundida de cómo llamarlo pero continué —. Tú ahora serás mi… protector, ¿no es cierto?

Movió su cabeza de arriba abajo.

—Así es, yo la protegeré siempre señorita.

—Bien. Eso quiere decir que tendrás que obedecer todo lo que te pida —continué con cierta picardía y riendo.

— Por supuesto. — Me miró con curiosidad.

—Entonces, te ordeno que me llames “Kristen”, sin nada de señorita o “usted”. ¿Está bien?—sonreí mirándolo con satisfacción.

Él se quejó muy quieto, analizando.

—Esté bien… Kristen —accedió y pude ver una pequeña sonrisa en sus labios.

Sus labios…

Me llamaron la atención, se veían tan rojos, gruesos, suaves y… esos pensamientos se detuvieron violentamente y a continuación fueron sustituidos por una serie de llamadas de alerta e insultos a mi mente.

LoveMechanic: La Obsesión del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora