Al llegar al pequeño aeropuerto me encontré con cientos de personas felices, tristes, incluso algunas cantaban, parecía una película cualquiera donde la vida de alguien se arruina pero de fondo hay una bonita y melancólica canción.
Mis lágrimas habían cesado un poco más a lo largo del camino y mis sollozos más calmos, mi madre miraba una y otra vez su bolso buscando papeles y boletos. De pronto saca un pequeño documento azul con gigantescas letras entre ellas mi nombre.
-¿Desde cuando tengo pasaporte?.-Pregunté sorprendida, siempre había querido viajar así sea a un país limítrofe. Pero creí que el problema era el pasaporte y lo mucho que tardaba en tramitar papeleo para formarlo o al menos eso había dicho mi madre.
-Lo tienes desde casi recién nacida.-Dijo seca y siguió buscando, y leyendo cada papel.
¿Pasaporte, desde bebé? Eso era tan imposible, es decir... Recuerdo jamás haber viajado en avión, no olvidaría una experiencia así.
Miles de preguntas aparecían una tras otra en mi mente queriendo ser expulsadas casi como balas desde mi boca, pero había prometido a mi misma no hablar con mi madre, lo del pasaporte fue suficiente para mi. En su rostro esa sonrisa malévola y de conformación hacían que mi rabia y mi angustia sigan presentes cada segundo mientras esperaba el maldito avión.
No quería hacer una showgirl y facturar como lo harían en una película dramatica, pero la idea de salir corriendo y gritar que estoy siendo obligada a dejar mi vida para irme a la nada misma estaban en mis opciones de huida.
Saqué mi móvil y genial, sin batería. Otra razón más para sentir ganas de llorar. Estaría aburrida todo el viaje, además de triste y con gana de aventar una bomba al avión segundos antes de que tome marcha.-Amor mío se que esto ha de ser duro para ti, trata de dar lo mejor, no lo hagas más difícil cariño.-Podía sentir la fija mirada de mi madre mientras yo estaba de espaldas a ella.
De pronto un chico se sentó junto a mi sonriendo cálido y amigable.
Era un rubio, de unos veinticinco años me atrevería a decir, ojos azules como el mar y labios totalmente rosados con tes casi tan pálida como un niño enfermo, su barbilla hacia que sus labios y su sexi peinado se vean aún mejor.
Corro mi cabeza hacia otro lado no aguantando más este juego de miradas con el apuesto muchacho.Dos hombres de trajes negros noche, y corbata lisa del mismo color, muy sexis y de músculos notablemente marcados por sus sacos se acercaron a nosotras lentamente, miré sorprendida al primero de ellos, era un hombre dándose a respetar de rulos muy voluptuosos y ojos verdes tan grandes como la luna, el otro que venía atrás del sexi Moreno era un... por Dios es él. ¿Que hacía aquí? Mi sonrisa se borró al darme cuenta que seguía en el maldito estado de niña zombie desde que salí de mi hogar.
-Disculpe. ¿Señora Hunter?.-Dijo haciendo una voz mucho más gruesa de la que realmente tiene.
Un momento... ¿Como sabía el apellido de mi madre?
-Rebecca, Rebecca Hunter.-Dijo mi madre. ¿Acaso estaba coqueteando con él? Oh no madre, tu no.
-Si, señora Hunter.-Volvió a repetir causando una pequeña mueca de diversión en mi rostro. En cambio mi madre resignada sólo sonrió gradualmente.
-Somos de la Asociación Voluntaria de Doctores y Enfermeros del Mundo, más conocida como la ADEM.-Prosiguió hablando el de ojos verdes.
-Lo sé, conozco la empresa en este momento me contrataron para marcharme.-Hizo una pausa tomando mi mano.-Junto a mi niña, hacia África para asistir a niños.
-Lo siento señora, sabemos su situación y que todo fue tan... ¿Como decirlo? Apresurado.-Mencionó el primero en llegar.
-MUY apresurado.-Dijo él, con sus carnosos y cariñosos labios.
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Atrévete a soñar
RomanceCinthia una joven decidida, fuerte y compañera. Tratando de vivir su vida lo mejor que puede. Elián acaudalado, timido e indiferente. Si el quisiera con el mundo a sus pies. Sus vidas se cruzaran casi por accidente, trayendo cambios y... Su futuro s...