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"Somebody Ran Saying As Fast as I Can. I've got to go... got to go."

Han Wooseok era un alma libre.

El menor de los príncipes había nacido con un espíritu travieso, y curioso. No había día en el que los sirvientes encargados a su residencia no fueran testigos de las locas ideas del chico, y claro. Si llegaban las once en punto del día y ellos aún no habían recogido algún desastre, solo podía significar una cosa:

El Príncipe se escapó.

Aquel día, el Príncipe Seungwoo empezó su rutina diaria más temprano de lo común. La noche anterior su adorado hermanito le había advertido que iba a salir del palacio sí o sí. Por lo que debía ir y asegurarse que eso no sucediera, y de paso, intentar que su tonto hermano usara sus incontrolables energías en algo productivo.

Su sorpresa fue encontrarse con Nayoung que llevaba una enorme sonrisa divertida en los labios, anunciando que el Príncipe Wooseok ya no estaba en su habitación cuando ella llegó.

Seungwoo dio un suspiro largo, acariciando el puente de su nariz con frustración. Una señal con las manos fue suficiente para que los guardias de su residencia salieran de inmediato a buscarlo.

En un día normal, Wooseok esperaría después del desayuno para marcharse, pero esa mañana se sentía ansioso y no tenia deseos de lidiar con vigilancia.

Sabía que Seungwoo iba a enloquecer como el dramático que era, porque el invierno había llegado y podría enfermarse, o iba a lloriquear porque no le dio los buenos días. Wooseok tenía la sospecha de que Seungwoo necesitaba verlo para empezar su día alegremente.

No se quejaba. En el fondo le gustaba ser la adoración de Seungwoo, y puede que Seungwoo fuese su adoración también, pero eso nadie lo iba a saber nunca.

Wooseok era un explorador. A sus cortos quince años de vida, había perdido la cuenta de las veces que escapó del palacio. Desde luego, contaba con que su hermano iba a cubrirlo, y no. No es que Seungwoo estuviese de acuerdo, sin embargo, no es como si pudiese detenerlo.

El príncipe más joven era listo y escurridizo. Siempre encontraría la forma de escaparse de los guardias y de su hermano.

Muchas veces se había topado en situaciones tensas y algo peligrosas, pero él cómo príncipe había tenido que aprender a defenderse desde muy joven, así que eso no representaba un problema.

Y sin duda, esa mañana cuando el Príncipe Wooseok salió del palacio, tenía plena seguridad en su capacidad para enfrentarse a cualquier situación.

Pero no estaba preparado para él.

No para el gigante de voz graciosa.

No entendía exactamente qué lo había alentado a introducirse en una zona tan alejada en el bosque, sobre todo porque a él le gustaba rodearse de gente. De todas formas, la belleza del lugar lo capturó y lo alentó a juguetear un poco.

Fue cuando quiso tomar un descanso que notó la extraña cabellera sobresalir de los arbustos. A Wooseok le pareció ridículo que un chico tan grande se intentase ocultar de forma tan evidente, aún así ocupó su tono de voz más amigable y evitó burlarse, porque estaba de buen humor y el tipo raro podría hacerle compañía.

Lo último que pensó fue que acercarse al sujeto podría costarle semejante golpe en su bonita nariz. Y demonios, tuvo que morderse la lengua para no mandar al mismo infierno al tipo a base de insultos, además era sensible, el golpe le dolía como el demonio y se negaba a humillarse a sí mismo lloriqueando frente al desconocido.

Corona Imperial (Wooseok/Seungyoun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora