46

173 27 29
                                    

En la Capital del Reino Han todo era brillante y próspero.

Cada día del año, la capital estaría acaparada por Jóvenes Maestros de todo tipo de familias prominentes; los jóvenes del País buscarían diversión y vanidad, mientras los jóvenes extranjeros admirarían personalmente aquello que representaba de forma tan especial al Reino Han: la belleza y el arte.

Sin embargo, en medio del Paisaje armonioso de Otoño, no fueron los grandes puestos de joyas o pintura lo que embelesó a los Jóvenes.

Fue una figura atractiva y seductora, cuyas elegantes túnicas rojas ondearon y se extendieron hermosamente, casi asemejando la forma en que los libros describían a las bellas deidades del cielo.

Aquella deidad encarnada sostenía una sombrilla de papel; a primera vista, el papel parecía haber sido salpicado por centenares de gotas de sangre, sin embargo, si dabas un atento vistazo, podrías notar que se trataba de pequeñas flores de ciruelo dibujadas exquisitamente del carmesí más profundo que alguna vez pudieron ver.

La sombrilla fue sostenida de forma que solo reveló una sonrisa benevolente de labios tan rojos como las flores de ciruelo en el papel de la sombrilla.

Los Jóvenes sintieron un temblor en el corazón y tuvieron el deseo de acercarse, sin embargo, la figura vestida completamente de negro de aquel hombre alto y robusto caminando algunos pasos detrás de la belleza, les hizo desistir de la idea.

Esta deidad se trataba de Han Wooseok, quien actualmente se dirigía hacia cierto puente del que escuchó hablar a Dongpyo una vez.

Mientras caminaba en completa tranquilidad, hubo otra figura que se acercó y le arrebató la sombrilla, sosteniéndola con pereza y resoplando fríamente.

—Séptimo, no puedo creer que me hagas buscarte yo mismo. No sabía que ya no eras tan obediente para seguir instrucciones.

—Eres tu quien necesita de mi, Cha. Si me pides favores, no esperes que siga tus reglas.

Junho sonrió y giró la sombrilla en su mano.

—Te ves muy bien, Su Majestad.

—Y tu ni siquiera pareces humano.

—¡Bien! ¡Entiendo que mi apariencia es algo grotesca, pero no se puede evitar! —se burló de sí mismo, a la vez que enviaba una mirada burlona hacia la otra figura vestida de negro— Casi fui asesinado por un perro loco.

—¿Eh? —Wooseok sonrió ladino— Eso no está bien, debes ser más cuidadoso para entrenarlo.

—Los perros que ya tienen dueño son difíciles de manejar por otros. Espero que su amo pueda manejarlo en mi lugar.

El Príncipe se encogió de hombros, y Cha volvió a preguntar:

—¿Enserio no ibas a pasarte por la residencia del Sexto?

—Tengo otro asunto hoy, pero ya que tus otros perros fueron a ladrar y llamar tu atención, deberíamos poder hablar sobre un par de cosas ya que estamos aquí.

Mientras hablaban, Wooseok notó que habían arribado al puente que buscaba, por lo que empezó a descender hacia la orilla del río.

—¿Su Majestad? ¿Qué asuntos tienes que atender en un lugar tan lúgubre? —Cha alzó una ceja—

Wooseok lo ignoró, y preparando la expresión más gentil en su rostro, se inclinó a buscar entre aquellos niños agazapados unos contra otros bajo la sombra del puente.

Dongpyo le había dicho que no todo era brillo y prosperidad en la capital, y estaba en lo cierto.

Entre los huérfanos vagabundos, encontró la mirada de una joven chica adolescente. Estaba cubierta de suciedad y era difícil saber si poseía una buena apariencia o no, sin embargo, lo que llamó la atención de Wooseok fue otra cosa.

Corona Imperial (Wooseok/Seungyoun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora