50. ¿Podemos hablar?

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-¿Hola, hola?

La voz familiar es como una melodía que hace eco en mi corazón. ¿Adam?

Mis ojos se abren lentamente, y lo veo ahí parado en la entrada con sus maletas y bolsos en la puerta, con una sonrisa cálida y sincera, iluminando su rostro. Me he quedado dormida en el sofá, pero al verlo, siento que mi cuerpo se llena de energía. Sin pensarlo dos veces, me lanzo hacia él.

—¡ADAM! —grito mientras corro a sus brazos.

Él me atrapa, envolviéndome con una fuerza que me hace sentir segura, como si nunca más fuera a soltarme. Mis pies se elevan del suelo mientras me aprieta contra su pecho, y siento el calor de sus labios que se presionan una y otra vez contra mi frente.

—Hola, preciosa... te extrañé tanto —dice con una intensidad que derrite cada rincón de mi ser. Me toma el rostro con ambas manos, sus ojos brillando con amor y deseo, antes de besarme profundamente.

Es un beso que nos conecta, que nos recuerda el fuego que hemos compartido desde el principio. Mis dedos se hunden en su cabello corto, y su boca explora la mía con una pasión que parece no haber menguado ni un segundo en todo este tiempo. Un mes lejos de Adam se sintió como una eternidad, y ahora que lo tengo de nuevo, todo parece encajar.

No estoy menospreciado la compañía de Erick, pero cuando amas a dos personas tu corazón jamás está del todo feliz si te falta una parte.

Cuando finalmente se separa, sus labios siguen sonriendo contra los míos.

—Maldición —susurra con un tono juguetón mientras roza su nariz con la mía—. Extrañaba tus labios como no tienes idea. Si no estuviera tan jodidamente cansado, te demostraría ahora mismo cuánto.

Nos reímos juntos, pero sé que lo dice en serio. Me recuesto contra su pecho, y él se deja caer en el sofá conmigo entre sus brazos, como si no quisiera que hubiera distancia alguna entre nosotros.

—Me alegra tanto tenerte de vuelta —digo, escondiendo mi rostro en su cuello, respirando su aroma tan familiar y reconfortante. Es como si cada parte de mí volviera a la vida.

—A mí también, nena —responde, acariciando mi cabello suavemente mientras Winston se sube al sofá, reclamando también su parte del cariño—. La primera parte del tour fue genial, pero no hay nada como estar aquí, contigo.

Sus palabras son como una caricia en mi alma, y mi corazón late con calma. Siento sus labios depositar besos suaves en mi frente, y no puedo evitar sonreír.

—¿Cómo estuvo el viaje de vuelta? —susurro todavía escondida junto a su pecho, sentada a horcajadas en su regazo.

—Solo duró un par de horas y mas que nada fue el protocolo de los aeropuertos lo que nos retrasó —lo siento sonreír mientras acaricia mi espalda. —No quise llamarte, porque supuse que ya estabas aquí —besa mi frente y me abraza junto a él.

—Erick está dormido en tu cama —digo suave.

Adam levanta una ceja, haciéndose el sorprendido.

—¿Lo hicieron en mi cama? —su voz finge horror, pero luego sé que está bromeando al escuchar su risita.

—¡Nooo! —respondo, empujándolo juguetonamente—. Vinimos a arreglar el departamento, traer a Winston y prepararnos para esperarte.

Adam sonríe, sus ojos brillando de gratitud.

—No sé qué haría sin ustedes. Me encanta estar de vuelta en casa —murmura, besándome suavemente en los labios una vez más.

—Bienvenido, hermano —la voz de Erick nos hace voltear.

Justo en ese momento, Erick aparece en la puerta del dormitorio, frotándose los ojos con una sonrisa en el rostro.

—¡Erick! —dice Adam y se levanta con cuidado de no botarme. —Wow, jamás pensé que también te extrañaría a ti —bromean y se dan un abrazo.

—Yo también estoy sorprendido de haberlo hecho —dice daddy riendo.

No puedo evitar sonreír al verlos juntos, y corro hacia ellos para unirme al abrazo. Los tres quedamos envueltos en un abrazo grupal, y por un momento, el mundo exterior desaparece. Solo existimos nosotros tres, compartiendo una conexión tan única y profunda que llena cada rincón de la habitación con amor.

Este es el tipo de momentos por los que vale la pena vivir

***

Narra Adam...

Luego de contarle a los chicos todo lo que viví este último mes, Kendall, Erick y yo nos quedamos dormidos luego de un agotador sexo de reencuentro.

Cómo extrañaba estar en casa.

Cuando vuelvo a abrir lo ojos, ya es de mañana y me doy cuenta de que Erick ya se ha ido al trabajo y que Kendall se ha ido a la universidad, así lo dice la pequeña nota que dejó pegada en el cabecero de mi cama.

Luego de tomar desayuno, me vuelvo a acostar un largo rato revisando mi celular olvidado aquí hace un mes.

Estoy algo sorprendido por la insistencia de Blanda por tratar de comunicarse conmigo. ¿A qué se refiere con esa misteriosa oferta? ¿Qué podría querer ofrecerme ella a estas alturas?

Esa mujer no deja de agotar mi paciencia incluso aunque ya no estemos juntos hace tiempo.

Decido bloquear su numero en Whatsapp sin responder y también sus llamadas. No quiero ni necesito más drama en mi vida. No voy a darle en el gusto.
Después de muchos años buscando mi verdadero yo, al fin estoy a gusto con lo soy y con lo que tengo. No voy a perderlo por ella.

***

Días después...

Narra Kendall...

Hoy decidí invitar a Adam y Erick a una pequeña fiesta en el departamento para celebrar el cumpleaños de Hanna. Ella es la única persona que conoce nuestra relación poliamorosa, así que ambos aceptaron sin dudar.

—¿Qué más quieres comprar? —pregunto mientras trato de mantener el equilibrio por los pasillos del mercado, con un montón de cosas en los brazos.

—Aún me faltan globos rosas y violetas —ríe Hanna, como una niña emocionada.

—Dios, Hanna... deberíamos haber traído un carrito —gruño, sintiendo que en cualquier momento se me va a caer todo..

—Ya casi terminamos —dice, divertida, mientras me lanza una mirada entre las cosas que también lleva ella.

Al terminar, caminamos juntas por las calles de Nueva York, riéndonos mientras buscamos el atuendo perfecto para su fiesta.

—No sé qué ponerme esta noche —suspira, preocupada—. Fred me dijo que tiene una gran sorpresa para mí... ¿y si me pide matrimonio? —me mira con horror, y no puedo evitar soltar una carcajada.

—Hanna, llevan solo tres meses juntos. El chico te ha amado toda la vida, pero dudo que quiera asustarte con algo tan grande aún —le digo, todavía riendo.

Ella se queda pensativa, mordiéndose el labio.

—Espero que tengas razón... lo amo, pero no estoy lista para ser la señora Lein —ríe nerviosa, y yo me uno a su risa.

De pronto, una voz femenina pronuncia mi nombre con un tono afilado.

—Kendall...

Hanna y yo nos detenemos de golpe, girando al unísono. Siento que la sangre se me congela cuando veo a Blanda, sentada en una mesa de un café cercano. Me observa de pies a cabeza con una expresión cargada de algo que no logro descifrar del todo.

—¿Podemos hablar un segundo? —su tono es gélido, casi burlón. —Tengo algo que mostrarte.

La sonrisa irónica que curva sus labios me hace sentir que nada bueno saldrá de esto. Mi mente se acelera, pero antes de que pueda decir algo, la sensación de que todo está a punto de derrumbarse me golpea con fuerza.

¿Qué es lo que sabe?

Our Little Secret [OC / Joe Jonas / Matt Bomer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora