Leonard llevaba mucho tiempo sin ver a Bastian. Pero, una vez que llegó a la biblioteca del palacio, decidió prescindir de las formalidades. No le quedaba de otra. Ya platicarían de todo lo que sucedió en los diez años pasados cuando Olam lo permitiera. Primero lo primero. Enteró al Maestre Gütterman de por qué volvió a Soteria y de que la ofensiva subterránea planeada por la reina se iba a realizar esa misma noche. Éste no había ido a su casa en todo el día para repensar la estrategia pues, al igual que su Majestad Sofía, estaba convencido de que tenían que derrocar a los reyes de Elpis en cuanto se rompiera el asedio. El problema era que no sabía cómo.
—Necesito saber por dónde pensabas comenzar el ataque —dijo Leonard.
Bastian estaba sentado ante una mesa oval llena de mapas, lápices, compases y dos prismáticos de los que se guardaban en la armería. Ahora él era el Maestre Líder. Y, diez años más tarde, aún usaba el mismo tonto corte de cabello, con raya por en medio y patillas largas hasta el bigote.
—Por dejarlos sin zeppografo —respondió—. Tienen una estación en un campamento más o menos por aquí —lo señaló en un plano—. Su majestad cree (y estoy de acuerdo con ella) que si comenzamos en otro lado ellos se darán cuenta, pedirán refuerzos, y estaríamos acabados.
—Dudo que tengan sólo una estación. Yo tendría cuando menos dos.
—También a mí se me ocurrió lo mismo... Por eso Erik desconectará el cable submarino.
—La isla lleva incomunicada desde que Joab nos lo quitó —dijo Erik—. Así que ni nos afecta.
Cuando se inauguró el servicio zeppográfico en Soteria, tomó alrededor de cinco años interconectar las islas donde gobernaba la metrópoli. Se hizo con un cable sumergido muy grueso, diseñado para resistir las corrientes marinas y las tormentas. Pero, ya en la costa, llegaba a un pozo de visita en el Puerto Sur. Ahí podía desconectarse del resto de Eruwa con facilidad.
—¿Creen que puedan reunir un regimiento?—Quiso saber Leonard.
—A lo mejor sí —contestó Bastian al tiempo que extendía un mapa de la ciudad lleno de puntos y cruces—. Tengo centinelas en los techos y tropas atrincheradas frente al muro.
—Olam quiera que con eso alcance para esta noche.
—Ojalá. Porque tendrás que hacer en una noche lo que nosotros no pudimos en tres años.
En la doctrina militar de Soteria, un regimiento se componía de dos a tres mil efectivos, casi siempre a cargo de un general; luego, el regimiento se dividía en dos o tres compañías al mando de un sargento; y cada compañía se integraba con tres a cinco batallones de entre doscientos cincuenta y quinientos hombres a las órdenes del sargento segundo. Si bien, cada unidad tenía asignado un superior, cualquier Maestre podía ocupar su puesto si el caso lo ameritaba.
—Ya lo sé —dijo Leonard con gesto serio—. Pero creo que hay forma de romper el asedio hoy mismo.
—¿En serio, viejo? —dijo Erik—. Nos vendría bien saberla.
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El sueño de los reyes
AdventureLeonard Alkef debe ganar una guerra y salvar a su familia en 24 horas. ¿Podrá con todo?