Un estallido luminoso deslumbró a casi todos en la explanada, incluyendo a Nayara, Johan Shmirkov y Aron. Muchos de los guardias que apuntaban sus fusiles desde las ventanas del palacio se agacharon para evitar la luz. Leonard Alkef se cubrió los ojos y, un instante después, oyó el tintinar de una espada que caía al adoquinado. Ni bien se dio cuenta de que Semesh apareció junto a él, a su derecha, se tiró de espalda sobre ella con un movimiento rápido y la empuñó. Pero, no hubo tiempo de ponerse otra vez en pie. La bota de Derek, ahora en primerísimo plano, lo lanzó con fuerza hacia atrás.
—Levántate —oyó Leonard que Semesh, su arma sagrada, decía—. Ya te libero.
De pronto, sintió las manos libres y el sabor de la sangre que le escurría desde la nariz. Las esposas cayeron como abiertas por llaves invisibles. Ahora sí, con algunas posibilidades a su favor, se levantó antes de que Derek arremetiera de nuevo contra él. Bloqueó con rapidez una estocada al pecho, y se agachó para esquivar un mandoble dirigido a su cabeza. En respuesta, le dio un buen puntapié detrás de la rodilla y lo hizo caer. Luego, Semesh le advirtió de otro enemigo a en la retaguardia. Se volvió a la velocidad de la luz para rechazar los feroces tajos con los que Aron Heker pretendía liquidarlo. Detuvo los golpes de la misma forma que hizo con su rival anterior. Aunque, a este nuevo contrincante lo tomó por el brazo para después propinarle varios codazos al rostro.
Derek lanzó un relámpago de la punta de su espada para librar a su amigo. Esta vez, Leonard no escapó. El ataque al espinazo lo arrancó del suelo para hacerlo rodar un par de metros. En otras circunstancias, hubiera muerto. Sin embargo, resistió la descarga eléktrica gracias a la protección que las armas sagradas otorgaban a sus dueños.
Bastian y Gunter miraban la pelea desde donde los arrodillaron. Ahora, los vigilaba la mutsubita de uniforme militar que Leonard vio cuando lo llevaron a la explanada.
—¡Mideh Kerach! —gritó Bastian. Pero la mujer lo hizo callar de un culatazo antes de que el encantamiento surtiera efecto.
—¡No te atrevas! —amenazó ella al mismo tiempo que le apuntaba con el fusil.
Derek corrió a donde su víctima había caído mientras Nayara ordenaba a sus tropas mantener posiciones. Leonard se incorporó, dirigió la punta de su espada contra él y al instante, una bola de energía luminosa parecida a un sol miniatura salió disparada contra el rey de Elpis; aunque éste la golpeó con su arma como si de una pelota y un bate se tratara. El proyectil se desvió y acabó por derribar una casa de tres pisos tras el enrejado.
—Tienes que ayudar a Bastian —dijo Semesh—. Él se hará cargo de Aron mientras luchas contra Derek y Nayara.
El Maestre Alkef se puso en pie deprisa, muy a tiempo para bloquear un tajo de Aron Heker que iba directo a su cuello. Él respondió con una estocada. Pero, su oponente cogió la hoja de su arma con la mano desnuda, y el acero empezó a calentarse de forma alarmante ni bien lo tocó.
—¡Quiere fundirme! —informó Semesh.
—No lo hará —masculló Leonard a pesar de que la palma de la mano se le quemaba. Entonces, tuvo una idea poco brillante— ¡Sertra! —escupió el conjuro sin importar lo cerca que tenía a su rival. Luego, ambos salieron despedidos en direcciones opuestas.
La mutsubita que cuidaba a Bastian y a Gunter se giró al oír el estallido, solo para encontrarse con que Aron iba directo hacia ella. El choque los hizo rodar y deslizarse por el adoquinado hasta que perdieron impulso, casi al otro lado de la explanada.
—¡Mideh Kerach! —insistió Bastian. Ahora, su espada se zafó del cinturón de Aron y cortó el aire dando giros hasta que él la tomó al vuelo, por la empuñadura.
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El sueño de los reyes
AdventureLeonard Alkef debe ganar una guerra y salvar a su familia en 24 horas. ¿Podrá con todo?