Heridas

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Quedaba muy poco para la graduación, no podía creer que en una semana, iba a cerrar ese ciclo y seguiría con mi vida. El profesor Martinez me había escrito diciéndome que me había recomendado a un importante museo de mi ciudad, incluyendo algunas famosas escuelas de arte y exposiciones famosísimas. No dejé de agradecerle y él seguía diciendo que lo merecía. Me había juntado muchas veces con Alex, ya teníamos mucha confianza y planeábamos cosas improvisadas para divertirnos. Me sentía bastante cercana a él porque era un buen chico, además me hacía reír mucho y eso era fantástico.

Salí a comprar un par de cosas, entre ellas, rollitos de canela. Sí, me recordaban a Paul pero los compré porque quería, no para recordarlo y llorar. Ahora debía levantar mi ego y seguir con mi vida. Decidí regalonearme un poco y compré un poco de ropa, entré a tiendas de maquillaje y zapaterías para poder sentirme genial conmigo misma otra vez. Creo que esa era la mejor parte del ''Ritual de superación al quiebre amoroso'' .

Entré a una librería, caminé entré los estantes y decidí elegir una novela y dos libros de autoayuda. Iba a llegar a casa a pintar y relajarme porque me gustaba usar el tiempo conmigo misma. Me paseé por la sección de ''Auto-ayuda femenina'', miré cada portada y mientras hojeaba uno de los libros, sentí que mi corazón se iba a salir en menos de lo que tardo en pestañear.

Estaba ahí.

Paul estaba ahí.

Me quedé inmóvil con el corazón acelerado y mi cuerpo temblando. Levantó la vista y nos quedamos así, chocando miradas, enviándonos corrientes eléctricas, sin aliento y con mil sensaciones en mi cuerpo. No podía dejar de mirarlo y sentí que esos segundos eran horas. Paul Erick Hart, mi profesor, el hombre que me había conquistado y había roto mi corazón. Estaba a metros, hermoso como siempre y con un rostro inexplicable. Traté de sonreír pero fue complicado, seguí mirando mi libro y noté que se estaba acercando. Santo Dios. No puedo.

Hola señorita Evans – saludó cordialmente y lo miré con timidez. Se veía tan perfecto como siempre. Su única imperfección era que no estaba conmigo.

Sabrina – corregí – sólo Sabrina – asentí y él seguía mirándome fijamente.

¿Cómo estás? – preguntó y me reí en forma de burla.

¿Ahora quieres saberlo? – pregunté sarcásticamente – la he pasado horrible pero he logrado distraerme con la ayuda de muchos. Bruce cumplió ocho meses, ya tengo mis trabajos y me quedan días para terminar todo – el asintió – ¿qué te importa? – pregunté luego y alzó las cejas.

Sólo quería saber – murmuró y negué.

¿Saber? – volví a preguntar – ahora quieres saber, luego de que pudiste arrancar en medio del desastre – sonreí – está bien Paul – seguí – ya lograste... - iba a continuar y me quedé sin habla al notar a Elisa acercarse.

¿Listo? – preguntó y Paul cerró los ojos unos segundos. No podía creerlo – ah – murmuró la mujer al verme y agarré mis cosas – ¿autoayuda? – reía - ¿Sigues sufriendo por Paul? – burlaba y tomé mucho aire.

¿Sabes qué? – la miré fijamente – si tener a Paul era tu obsesión, déjame felicitarte por lo psicópata puedes llegar a ser. Es totalmente grandioso porque si yo fuese Paul, estaría asustado con una mujer así a mi lado. Fuiste bastante perseverante e insistente y te funcionó porque estás con tu ex prometido, a pesar de las horribles cosas que me han dicho de ti y de lo patética que has sido, quería decirte que eres increíble – sonreí – nunca había conocido a una mujer que causara lástima – miré a Paul – con permiso, que tengan un lindo día – sonreí y seguí con mi camino. Me sentía grandiosa y totalmente liberada. No miré atrás y luego de pagar mis libros, caminé con libertad y una gran sonrisa en mi rostro. Le había dado su merecido.

Volvió – le comentaba a Natalie por teléfono – estaba en una librería del centro comercial – Bruce dormía tranquilamente a mi lado – sí, no entiendo – el timbre sonó y Bruce corrió para acompañarme a abrir la puerta, cuando lo hice, noté a Jess con una gran sonrisa. Me despedí de Natalie y la abracé luego de hacerla pasar.

¿Cómo va todo? – preguntó y suspiré.

Muy bien – respondí – vi a tu hermano – se quedó unos segundos en silencio y luego asintió.

Eso te venía a decir – comentó y negué.

Ya no hay caso – ella me miraba atentamente – estaba con Elisa – hizo un gesto de molestia y negó con la cabeza.

No puedo entender eso – comentaba - ¿cómo es que Paul sigue con ella? – alcé los hombros – presiento que ella lo persigue – asentí. Nos quedamos conversando unas horas y me sentí más cerca de ella. Me encantaba lo dulce que podía ser y me hizo saber muchas cosas de su familia y de Paul. Me molestaba que Elisa no tomara en cuenta lo increíble que puede ser Paul porque yo estaba segura de que ella lo quería por su físico y nada más. Me irritaba imaginarla con él en la intimidad. Me salía humo imaginario por la nariz. 

Profesor y efecto. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora