Acciones irresistibles.

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Me pasé todo el día pensando en la mujer que había ido a la casa de Paul. Quizás él me estaba mintiendo y en realidad tiene pareja o está casado pero ella fingió ser su amiga para sacar información. El sólo hecho de pensar eso me revuelve el estómago y la mente porque últimamente mis pensamientos han ido ligados a él y me da miedo que todo sea un chiste. Al otro día tenía clases con Paul y pensaba enfrentarlo y preguntarle acerca de aquella misteriosa mujer. Me arreglé y tomé el metro hasta mi universidad (lo hacía cuando iba a tiempo). Subí el ascensor y miré mi carpeta con cientos de pensamientos chocando en mi cabeza.

Buenos días Sabrina – saludó mi profesora de dibujo. Le sonreí y acomodé mi cabello detrás de la oreja.

Buenos días – saludé. Ella tenía el cabello corto y pelirrojo, su piel era blanca y tenía más o menos cincuenta años.

¿Cómo van las clases con el profesor nuevo? – preguntó y sentí que todo me acusaba. Tomé mucho aire mientras ella esperaba mi respuesta.

Muy bien – respondí. Lo besé, dormí en su cama y pienso en su existencia casi todo el día. Sí, si le decía eso, mi vida y la de Paul cambiarían para siempre. Desastre – es muy bueno – y besa increíble. Sí. Eso también lo destruiría.

Sí, he conversado con él en las reuniones de docentes – comentaba – es bastante educado – sonrió y le copié. La puerta se abrió y cómo si fuera broma, el profesor Hart subió con su maleta. Me quedé congelada en mi lugar mientras que él me miró rápidamente y me dedicó una dulce sonrisa.

Buenos días señorita Evans – saludó cordialmente y traté de hacer el máximo esfuerzo para saludarlo.

Buenos días profesor Hart – sus ojos quedaron fijos en los míos diciéndome tantas cosas que no podía descifrar. Esa mirada era una cascada de secretos. Miró a la maestra Claude y le dedicó una sonrisa.

¿Qué tal Claude? – preguntó con su linda voz que derretía mi existencia en segundos. Él tenía un maldito poder que lograba entrar en mis sentidos y controlar mis reacciones ¡Y YO NO LO HABÍA AUTORIZADO!

Todo bien – respondió ella – tengo que ir a tomar un examen ahora – movió una carpeta que estaba en su mano – no se los hice tan difícil – reímos.

Yo ya estoy armando el examen – habló Pau y lo miré con cara de ''¿QUÉ DIABLOS?'', comenzó a reír y la profesora Claude lo siguió – sí Sabrina, tendrán un examen un poco tedioso – tragué lento y miré al suelo.

Tedioso para ustedes significa imposiblemente complicado incapaz de resolver – comenté y Paul me dedicó una sonrisa.

Debes prepararte – habló y me miró directamente a las pupilas, electrizando mi cuerpo y acelerando a mi pobre corazón. Yo sabía que se refería a nuestras juntas secretas y me encantaba la idea. El ascensor se detuvo y la maestra Claude caminó con una sonrisa.

¡Que tengan un buen día! – sonreímos y le deseamos lo mismo. La puerta se cerró y nos miramos divertidamente. Mi corazón corría o más bien volaba, mi pulso estaba acelerado y mis nervios crecían ¿cómo era posible que causara esos efectos en mí luego de todo lo que ya había pasado? Se puso de pie a mi lado y miraba hacía la puerta con su barbilla levantada ¡Que guapo profesor tengo! Su camisa azul se veía impecable y su cabello me encantaba. Miré la puerta también para no desconcentrarme con sus atributos y movió su mano hasta los botones. El ascensor se detuvo y me quedé petrificada con la espalda pegada al espejo. Paul me miró a los ojos y sonrió.

Supongo que vas a estudiar para mi examen – se acercó y mi respiración se aceleraba ¡MALDITOS NERVIOS!

Sí – fue todo lo que respondí – detuviste el ascensor – agregué y sí, mi comentario fue estúpido pero tenía que hacerlo. Su mano se movió hasta mi barbilla y la acarició suavemente. Me encantó sentir su suave toque y sus ojos mirándome de manera penetrante. Llevé mi mano hasta la suya que estaba en mi rostro y la acaricié suavemente. Me dedicó una sonrisa y se acercó un paso más hacia mí.

No pensé que iba a hacer éste tipo de locuras en la universidad – susurró con su deliciosa voz – jamás pensé que llegaría al nivel de detener el ascensor para tener a mi alumna sólo para mí – su frase me llevó al cielo y me dejó en caída libre ¿cómo se atrevía a decir esas cosas y actuar como si nada? – siento que pierdo toda mi seriedad contigo – negué con la cabeza.

No es cierto – susurré – para mí sigues siendo el sabio profesor que besa muy bien – me atreví a decir lo último y no me arrepentí. Paul sonrió y se acercó a mi rostro, dejándome sentir su delicioso perfume y su aliento muy cerca de mi boca.

Cada vez me sorprendes más – su dedo índice se paseó por mi mejilla y no podía expresar mis sensaciones internas. Se acercó más y posó ambas manos en mi cintura, se acercó a mi rostro e inhalo junto a mi oreja haciendo que mi piel se erizara. Lo miré a los ojos y lo encontré mirándome fijamente. Se acercó a mis labios y los rozó lentamente ¡ME ESTABA TORTURANDO! Topamos nuestros labios y pasó a ser un beso suave y tranquilo. Sus manos se aferraban a mi cintura y me encantaba sentirme ''controlada'' por él. Llevé ambas manos a sus mejillas y el beso se intensificó notablemente. Estaba en las nubes o quizás más allá porque cada roce o movimiento de labios, incluso una simple mirada fugaz me podía llevar lejos y me encantaba. Me encontraba en la etapa de la adicción sin miedo a lo que puedan decir, ya no me importaba, todo dependía de Paul y sus encantos que disparaban cientos de sensaciones en mi ser.

¡Maldita sea Sabrina! – fue algo como un susurro con fuerza - ¡me estás volviendo loco! – tomó mi rostro con ambas manos y lo miré sorprendida. Nuestras respiraciones estaban aceleradas y su boca ligeramente abierta para recobrar el aire - ¡mírame! – seguía susurrando con fuerza – contigo pierdo el control y me olvido de las clases y todo – me escaneó de arriba abajo – no sé si es tu belleza física o lo mágico de tu mente – llevé una mano a su cuello y lo acerqué a mí.

Es nuestro secreto – susurré y sonreí luego - Yo tampoco sé que pasa exactamente – sus ojos estaban enganchados en los míos – pero no quiero detenerlo ahora – acercamos nuestros rostros un poco más y rozamos nuestras narices tiernamente. Nuestros labios se juntaron para dar en un beso apasionado digno de película romántica. Aquellos besos en cámara lenta, con los ojos cerrados y manos inquietas. Digno de fotografiar.

Salgamos de aquí y hagamos que parezca real – dijo en voz baja – presionaré el botón y tu actuarás como si tuvieras una crisis de pánico o claustrofobia – me quedé en blanco con su sabor en mi boca ¿cómo quería que actuara si recién nos habíamos quitado el aliento a besos? – fingiremos que no nos llevamos bien ¿de acuerdo? – volvió a envolver sus brazos en mi cintura – hazlo real – topó sus labios con los míos y se giró para presionar el botón. Pareciera que a él le gustaba verme petrificada con sus palabras y acciones porque realmente me dejaba así. Una vez que lo presionó, al ascensor subió y luego abrió las puertas en el piso correspondiente. Habían profesores, un rector, algunos alumnos y auxiliares. Era momento de comenzar con el papel.

¡DÍOS MÍO! – exclamé mientras salía apresuradamente del ascensor – me vi morir ahí – apunté y le di una mirada rápida a Paul que trataba de no sonreír.

¿Cómo sucedió esto? – preguntó el profesor de derecho y Paul hizo una mueca.

No lo sé pero sugiero que la señorita Evans tome algo porque era intenso lo que sintió – traté de no ruborizarme o reír pero sabía que lo estaba haciendo apropósito - ¿qué está pasando con los ascensores? – se puso serio – si la señorita Evans hubiese estado sola, les prometo que habría sido un desastre porque no había manera de tranquilizarla – todos me miraron y comencé a respirar rápido para hacerlo real – íbamos subiendo y de la nada se detuvo, pensé que alguien estaba tratando presionando los botones abajo pero veo que no – apuntó el ascensor con toda seguridad en su papel – sugiero que hagan algo porque pueden haber accidentes – el rector asintió y los profesores hacían gestos. Alexa estaba entre los demás estudiantes y me dedicó una mirada fría y terrorífica, luego negó con la cabeza y caminó de vuelta a nuestra sala. Me quedé muda.

Venga señorita Evans – habló mi profesora de diseño tomándome del brazo – vamos por un vaso de agua o algo para que se tranquilice y pueda volver a clases – asentí y le di una mirada fugaz a Paul, quien me guiñó un ojo cuando nadie estaba mirándonos. Bebí un té con esencias tranquilizantes y lo único que debía calmarse era mi corazón luego de los besos con mi profesor en el ascensor.

¿Puedes volver a clases? – preguntó la enfermera y asentí.

Sí, ya me tranquilicé – tomé mi bolso – estoybien – agradecí y caminé de vuelta hasta mi sala. Me había encantado laseguridad que Paul había demostrado al salir del ascensor. Nuestra pequeña dramatizaciónhabía salido perfecta y me sentía genial. 0[T

Profesor y efecto. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora