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Estaba sentada en mi silla favorita ubicada en el balcón de mi departamento, mirando la activa vida nocturna de mi ciudad mientras me cuestionaba un par de cosas. La frase de mi querido maestro de filosofía siempre aparecía en mi cabeza cada vez que estaba en algún lío o simplemente cuando pensaba lo que estaba haciendo con mi vida.

''Somos lo que pensamos''

''Claro'' – le respondí con poco interés aquel día del último examen para salir de vacaciones. No estaba interesada en sus charlas de la vida y los poderes que tiene nuestra mente, sólo pensaba en mis planes para el verano y las compras que debía hacer para mis ansiadas y merecidas vacaciones pero ahí estaba el error. Me preocupé tanto por el futuro que ignoré cada palabra de mi alrededor y ahora me cuestiono todo.

''¡Deja de correr Sabrina!'' – Molestaba mi maestra de arte pero yo simplemente le guiñaba un ojo mientras caminaba muy rápido con el teléfono en el oído. Me destacaba por ser apresurada y ansiosa con mis planes. Aquellos días de escuela fueron divertidos, al principio de la universidad me estresé un poco con mis horarios pero ahora, en mi último año, siento que los años pasaron en horas. Sola, en el departamento que mis padres con su esfuerzo pagaron al principio y ahora yo, con mi trabajo en una florería puedo mantener todo en orden.

Mi alarma me indicaba que eran las siete y treinta de la mañana, hora de ducharme y alistarme para ir a entregar uno de los informes para mi profesor de ''Historia del arte''. Estaba en medio de mi tesis más conocido como el enredo en mi cabeza inquieta. Tomé el metro y me baje a unos pasos de mi universidad pensando en el café que compraría en una cafetería que está al lado de la florería en donde trabajo. Miré por última los papeles que tenía en la carpeta negra.

Supongo que está bien – hablé conmigo misma mientras avanzaba hacia la entrada del edificio. Subí las escaleras y observé a los alumnos de primer año comentar sus planes para la fiesta que se acercaba en una semana. Me quedé observándolos un instante, recordando la Sabrina de diez y ocho que habría estado llamando a sus amigas para ejecutar su misión de ''Fiesta con los alumnos populares''. Digamos que mi grupo de amigas era bastante variado pero nada popular. Éramos el grupo de chicas que se quedaban a ver películas con dramas amorosos y toneladas de chocolate pero en una parte de nuestro cerebro, soñábamos con ser el centro de atención de la universidad. Que locura. Entré a la oficina de mi profesor y al cerrar la puerta, sonó tan fuerte que el saltó de su asiento y sus lentes se deslizaron por su nariz. Me sonrojé y cubrí mi boca con una mano.

Mil disculpas – dije plantada junto a la puerta con los ojos como platos.

Sabrina – murmuró mi profesor – me corresponde informarte algo – me acerqué rápidamente mientras corría una silla para poder sentarme frente a él.

¿Qué ocurre? – exclamé - ¡PERDÍ EL AÑO! – dejé la carpeta sobre la mesa - ¡Después de todo el esfuerzo, sabía que ese examen de diseño acabaría con mi vida! – cubrí mi rostro con ambas manos – santo cielo – susurré.

¿Qué estás diciendo? – preguntó mi profesor – no tiene nada que ver con lo que te iba a decir Sabrina, relájate y controla tus nervios – cerré la boca de inmediato y sonreí inocentemente – Lamento informarte que mañana es mi último día como profesor de esta universidad – mis ojos casi se desorbitaron y fruncí el ceño con mil preguntas en mi cabeza.

No lo entiendo – hablé - ¿por qué? Es uno de los mejores maestros acá y de un día para otro decide dejar todo – negué con la cabeza – no lo entiendo Profesor Martinez.

Me ofrecieron hacer clases en una universidad importante en otro país – asentí con la cabeza – en Canadá para ser más preciso – abrí mis ojos con exageración – no puedo rechazar esta oportunidad y además, mi esposa también tendrá la oportunidad de enseñar literatura allá – suspiré.

Es una gran oportunidad – confesé – pero tengo algunas dudas – el asintió - ¿Quién revisará mi informe? ¿Quién nos enseñará por los cinco meses que nos queda de clases? ¿Qué será de nosotros? ¿Qué será de mí? – él sonrió y negó con la cabeza.

Relájate – habló con diversión – Yo revisaré tu informe entre hoy y mañana, vendrá un nuevo profesor mucho más joven que yo pero con un muy buen currículum, yo sé que ustedes podrán lograr los objetivos que su nuevo maestro les plantee y estoy más que seguro de que lograrás todo lo que te propongas Sabrina – moví mis labios – te conozco bien, te he observado y escuchado por mucho tiempo y eso me ha demostrado que eres una chica llena de éxito – arreglé mi cabello.

Gracias – respondí algo triste – será difícil despedirme de usted profesor – jugué con mis manos.

Mañana nos despediremos – asentí con la cabeza – ahora leeré tu informe con tranquilidad y te veré mañana por la mañana – me puse de pie – que tengas un lindo día Sabrina, suerte en la florería y camina con cuidado, es mala idea caminar mirando el teléfono – reímos y caminé hasta la puerta.

Nos vemos mañana profesor – exclamé mientras mi mano abría la puerta con cuidado. Caminé hasta la florería un poco dolida. El profesor Martinez era como mi padre en la universidad y ahora sería difícil no verlo bebiendo café junto al profesor de matemáticas que siempre hablaba de temas extraños con un cigarro entre sus dedos. ¡Vaya último año!

Profesor y efecto. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora