Pasé a buscar mi ropa y luego de dejar a Bruce con mi vecina, tomamos rumbo a la casa de Paul para comenzar nuestro inolvidable fin de semana. Pasamos a un supermercado que estaba algo alejado para comprar cosas y cocinar algo delicioso. Decidimos hacer una pizza con los ingredientes que más nos gustaban y él había propuesto un par de planes muy entretenidos en su casa, claro, además de dejarnos llevar en su cama, quizás.
Ya me ruboricé.
Al llegar, Paul subió al segundo piso para cambiarse de ropa y usar algo más cómodo. Me quedé en la sala de estar leyendo algunos mensajes en mi teléfono. Natalie bromeaba sobre unas fotos antiguas que nos habíamos tomado en su casa. Estaba totalmente avergonzada.
De: usuario desconocido
Para: Sabrina Evans
Eres la mejor mentirosa que he visto en mi vida pero no será por mucho. Ya sé el secreto que ocultas y estarás en muchos problemas. Buena suerte con eso y sigue jugando a fingir.
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Me quedé con la mirada fija en la pantalla y una sensación fría recorrió mi espalda. Algo no estaba bien y me aterraba sospechar cosas. Si nos descubrían, tendría que despedirme de varias cosas importantes en mi vida, eso incluye a Paul. Dejé el teléfono en mi bolso y me quedé mirando una de las esculturas de Paul. Me gustaría transformarme en eso y quedarme ahí, como esas esculturas basadas en parejas que se adoran. Quería ser una escultura con Paul, juntos sin medida, esculpidos el uno con el otro con cada detalle y a pesar de que el tiempo avanzara, seguiríamos cautivando y demostrando lo que sentimos sin miedo. Sentí sus manos en mis hombros y salté - ¡JODER! – exclamé y Paul sonreía.
No pensé que te asustaría tanto – acarició mis brazos – ¿estabas admirando la versión pequeña de ''We two'' por Gaylord Ho? – asentí.
Es preciosa – murmuré – debería indagar más sobre él – Paul rodeó el sofá y se sentó a mi lado.
Es una escultura muy interesante – acarició mi pierna – como tú Sabrina – dejé de mirar la escultura y miré mi obra de arte favorita, sus bellos ojos que parecían pintados con óleo.
Cada vez me sorprendo más Paul – me acerqué más a su cuerpo – me sorprende lo increíble que puedes llegar a ser y algunas personas no tienen idea – se puso de pie y tomó mi mano.
Necesito mostrarte algo – lo seguí y llegamos a una habitación no muy grande pero tampoco pequeña, con una mesa grande, un par de libros, lámparas y varias herramientas para esculpir – este es mi escape – sonrió – mi taller – me acerqué y miré todo detalladamente – uno de los lugares en los que amo esconderme – se acercó a mi cuerpo y acarició mi espalda.
Me gusta mucho – murmuré – es muy tranquilo y lindo – me giré y mire a Paul – no tienes idea de lo halagada que me siento al estar en el taller de mi profesor y tampoco tienes idea de lo mucho que te admiro – alzó las cejas y noté como mis palabras lo habían afectado. Me quedó mirando unos segundos mientras no aparecían palabras – es la verdad – acaricié su mejilla – eres tan profesional y tan apasionado al mismo tiempo. Me encanta como te desenvuelves y como aprecias el arte, las cosas pequeñas, los detalles y cada rama de lo que haces – Paul se acercó y sin decir nada, me besó tiernamente con su mano en mi mejilla. Nos alejamos lentamente y sus ojos me quitaron el aliento una vez más.
Me dejas sin palabras Sabrina – dijo con ternura – jamás me habían dicho eso – sonreí totalmente orgullosa – ¡maldita sea! ¡Me gustas tanto! – se acercó y comenzamos un juego de besos apasionados, nos acercamos a la mesa y llevé mis manos a su pecho enviándole corrientes de electricidad apasionada por su piel. Su mano se paseó por mi pierna mientras que mis ojos se conectaban con los suyos. Adoraba los momentos así, entre suspiros y miradas tan intensas como el mar chocando contra las rocas. Ambos poseíamos esa fuerza sobrenatural sobre el otro y yo podía sentirme tan pequeña ante su grandiosa existencia. Paul era un huracán que había transformado mi vida entre choques y giros inesperados muy bien calculados – voy a mostrarte mil cosas cariño – susurró Paul en mi boca antes de que su teléfono comenzara a sonar - ¡MALDICIÓN! – exclamó molesto y sacó el teléfono de su bolsillo. Acomodé mi cabello totalmente frustrada y lo miré – dime – contestó de manera seca – no jodas David – traté de no reír – estoy ocupado ¡No me importa! No, dímelo después, realmente no me interesa la lista de invitados en este momento – paseé mis dedos por su pecho y me miró fijamente – debo colgar. Eso no te importa David – comencé a besar su cuello para distraerlo y me divertía hacer ese tipo de cosas - ¡DAVID! Voy a colgar ahora y después veré la lista. Dile a mamá que estaré ahí mañana, eso ocurrirá – cerró los ojos unos segundos - ¡Sabrina! – exclamó y lo miré con las cejas alzadas – quiero decir, David – traté de aguantar una estruendosa carcajada pero era imposible. Paul estaba atormentado y despeinó su cabello – adiós – dejó el teléfono en el mesón y me miró con diversión – eso merece una amonestación ¿lo sabías? – me encantaba lo juguetón que podía ser – Señor apoderado – dijo mientras su dedo bajaba por mi cuello – le informo que su hija Sabrina ha tenido un comportamiento bastante irregular e inquieto – acarició mi muslo y suspiré con una sonrisa – he decidido tomar medidas drásticas con ella porque necesita orden – su pulgar se posicionó en mi labio inferior y lo miré a los ojos con atención – déjeme decirle que tiene una hija preciosa – sonreí – que me hace pensar mil cosas en plena clase y me he encargado muy bien de ella – besó mi mandíbula – no permito que otros alumnos se aprovechen de ella y me encargo de cuidar sus labios con mucha atención – estaba en el cielo mismo – es bastante agradable poder comunicarme con una colega porque usted siendo su madre es una gran escultora debido a que su hija es una tremenda obra de arte – separé mis labios y lo miré a los ojos. Había tocado mi lado sensible y me había encantado lo dulce que podía ser.
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Profesor y efecto. (TERMINADA)
Hayran KurguProfesor puede ser sinónimo de prohibido pero una vez que las miradas se cruzan, las mentes vuelan y los pensamientos se nublan, no hay vuelta atrás. Prohibido se transforma en deseado. El profesor de arte y literatura, Paul Hart, lanza su flecha d...