Despertar

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Aquí estoy Sabrina – una voz lejana decía mi nombre y se parecía a la de Paul.

Ella está bien – decía una más grave.

Es que si le pasa algo, no sabría que hacer doctor, se lo juro – traté de abrir los ojos pero no podía.

Tranquilo hombre, ella va a estar bien, no te preocupes - ¿doctor?

No me iré hasta que despierte. Necesito ver que despierte bien para poder quedarme tranquilo porque estoy muy nervioso – sí, era su voz y se sentía más cerca.

Noto lo especial que ella es para usted, por lo que puede relajarse y esperar. Los medicamentos la han hecho dormir y no tardará en despertar, no se preocupe – murmuró la voz del hombre. Comencé a ver siluetas y al abrir los ojos cuidadosamente, vi a Paul de brazos cruzados mirándome y a un hombre de unos sesenta años con bata blanca y una sonrisa – te lo dije – agregó. Me adapté a la luz de la habitación y solté un suspiro.

¡Sabrina! – exclamó Paul - ¡estás bien! – se acercó y me miró fijamente a los ojos.

No – traté de quitarlo de encima y alzó las cejas confundido.

¿te sientes mal? – preguntó nervioso y negué con la cabeza.

No quiero que me veas así – murmuré y comenzó a reír de manera tierna – no es gracioso – hice un puchero – debo estar despeinada, con el maquillaje arruinado y con el rostro de un simio que ha dormido treinta horas seguidas – ambos reían y Paul negó con la cabeza.

Estás preciosa – susurró Paul y negué con una sonrisa. Miré mi brazo derecho y tenía unas vendas algo ajustadas. Moví el brazo con cuidado y sentí un pequeño malestar en mi piel.

Todo está bien ahora – se acercó el doctor y me miró con sus grandes ojos azules - ¿recuerdas algo? – preguntó y asentí.

Elisa – murmuré y la mandíbula de Paul se tensó.

Mira cariño – dijo el doctor – todo está bien ahora y lo que pasó fue simplemente un mal recuerdo. Te voy a dejar con tu novio un rato y luego pasará tu familia y amigos ¿de acuerdo? – preguntó y asentí. ¿Novios?

El doctor salió de la habitación y Paul me miraba con atención, tomé mucho aire y sonreí. Estaba preocupado y lo notaba en su mirada, cada vez que posaba sus ojos en mi brazo, su rostro se tensaba y sus ojos se quedaban fijos ahí.

Perdóname – dijo de un segundo a otro. Lo miré con atención y alzó los hombros – perdóname por todo Sabrina. Fue una pésima idea irme a China pero me sirvió para aclarar mi mente. Me siento culpable por verte así, herida, en la cama de un hospital justo en el día de tu graduación – negó con la cabeza – es mi culpa porque Elisa tuvo que ver conmigo – me miró y suspiré.

Lo de Elisa no es problema tuyo – murmuré – ella es la que está enferma – asintió – lo que me dolió fue perderte – sus ojos estaban fijos en los míos y noté un poco de dolor en ellos – por un momento pensé que estaba sola hasta que recordé que tenía a Bruce y a mis amigos ¿ sabes qué es lo peor? Todos esos días, cuando me iba a mi cama, me acomodaba y pensaba en ti. Te recordaba en mi cama, en mi sofá, en mis brazos y en mi día a día pero seguía deseándote lo mejor – al parecer, mis palabras lo habían afectado pero me sentía muy bien al poder soltar todo lo que sentía – y cuando te vi en la librería, pasaron tantas cosas por mi cabeza que no pude hacer otra cosa que odiarte – sonrió – lo que hiciste en la graduación fue increíble – agregué.

Profesor y efecto. (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora