Capítulo nueve.

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Cuando abro los ojos la luz del sol entra por mis pupilas, como si quisiera arrancármelos. Los cierro de inmediato.

¿Dónde estoy?  

— En el hospital. —me sobresalto al escuchar la voz de Matty. Parece cansado, alrededor de sus preciosos ojos tiene unas marcadas ojeras.

Vaya, parece que he pensado en voz alta.

— ¿Has dormido aquí? —le pregunto. Mi voz parece cansada. ¿Qué me pasó?

—No he podido dormir mucho, ese maldito sillón es el más incomodo que he probado nunca. —señala un sillón verde, normal y corriente.

— ¿Mi...Mi madre? 

—Fue a por unos cafés. Ha pasado la noche aquí también.

— ¿Qué me ha pasado? —pregunto por segunda vez.

—Te han atropellado Julie.

Cierro mis ojos en un intento de recordar algo. Pero solo aparecen pequeños fragmentos en mi memoria.
Matty pegándole a Jake, Charlotte amenazándome, una luz amarillenta cegandome por completo y la voz de Matty diciéndome te quiero.

Estas dos palabras retumban en mi cabeza.

— Julie, ¿Estás bien? —me sobresalta la voz de mi madre pues no me había dado cuenta de que había entrado. — Llevas media hora mirando fijamente la pared, sin hablar. —se acerca a mi pasando su suave mano por mi pelo, el olor a jazmín que desprende hace que me sienta como en casa.

— ¿Quién ha sido? —desvío la mirada hasta encontrarme con los ojos de Matty.

— No lo sé, al atropellarte se dio a la fuga, no pude ver su coche, ni quien era. Pero lo buscaré, daré con el hijo de puta que te ha echo esto. —mi madre se sobresalta al escuchar esas palabras.

Intento moverme pero no puedo, me duele la clavícula, la cabeza y la pierna. Dios. Hago una mueca de dolor.

— No te muevas Julie. —dice mi madre acercándose a mi, colocándome la almohada en la espalda. — Tienes dañada la clavícula, y te han operado de la pierna. Tienes que estar unas semanas de reposo.

Suspiro. Cerrando los ojos poco a poco. Estoy agotada y dolorida. Me quedo dormida, los analgésicos están empezando a hacer efecto.

Todo está oscuro. A lo lejos escucho unas risas. Entrecierro los ojos para ver mejor. 

—¿Quién está ahí? —pregunto.

— Eres una puta.

—  ¿Helen? ¿Eres tú?

— Nadie te quiere, todos te abandonan.

De la oscuridad aparece Charlotte. Su sonrisa es de las más escalofriantes. ¿Qué hace ella aquí? ¿Matty?

— Deja de llamarlo, estúpida.

Noto la respiración de Charlotte tan cerca que siento como se meten en mis pulmones.
Y de repente esa maldita luz amarilla aparece ante mis ojos. Quiero correr, pero no puedo. Mis pies no responden.

— ¡NO! —grito asustada, incorporándome como puedo en la cama, llevándome la mano al pecho.

— ¡Julie! —se acerca Matty a mi.  — No pasa nada...  Solo ha sido una pesadilla. —pasa su mano por mi cabeza, apoyando su frente en la mía. — No pasa nada. —suspira, cerrando los ojos.

Esta cerca, demasiado cerca. Tiene los ojos cerrados y yo los cierro también, disfrutando de este momento. El olor a menta de su pelo irradia en mi nariz. Quiero besarle, pero no puedo. No, no puedo dejar que siga jugando conmigo.

Separo los labios para hablarle. Está demasiado cerca, noto su respiración agitada. Pasa su dedo índice por mis labios, su tacto suave me reconforta. — Shhh... —pega sus labios a los míos. Pasa su mano izquierda por mi nuca y con la otra acaricia mi cara magullada.

 He querido esto durante mucho tiempo. El sabor de su boca. Sus carnosos labios rozando los míos.

Hay una explosión cargada de electricidad recorriendo todo mi ser.

Es alucinante.

Matty se aparta. Quiero más, pero no lo puedo expresar. Tengo miedo. Mis ojos se encuentra con los suyos. 

— Yo también te quiero. —es lo único que consigo decir.

Matty se queda petrificado. No contesta. Mira a un lado. Silencio. La furia comienza a invadir todo mi ser. Dime algo por favor, lo que sea.

Una última mirada y se va. Dejándome ahí, sola, después de mi declaración. Como siempre.

Matty

Tengo las imágenes del accidente marcadas a fuego en mi mente. Julie corre, huye de mí. Escucho el rugir de un motor acercándose a ella. ¿Qué coño hace ese puto loco?

— ¡Julie! —grito aterrorizado mientras corro hacia ella. Pero es demasiado tarde. Impacta contra ella haciendo que se desplace unos metros y se va, dándose a la fuga.

¿Quién coño hace algo así y luego se va?

Corro hasta Julie que está tirada en el suelo. Tiene los ojos cerrados. Su cara esta llena de rasguños. Me duele verla así. Hay mucha gente a su alrededor. 

— ¡Qué alguien llame a la puta ambulancia! —grito. 

— Julie —aprieto su mano. — Te quiero.

Ella me mira. Sus ojos avellanas impactan en los míos y se cierran.

El accidente es por mi culpa. Solo le traigo problemas.

— ¡No! -escucho como grita y entro corriendo en la habitación, acercándome a ella. — No pasa nada Julie, solo ha sido una pesadilla. —paso mi mano por su cabeza, con cuidado de no hacerle daño. Apoyo mi frente en la suya. Suspiro.

Abre sus labios para decirme algo, pero yo la callo pasando mi dedo índice por este disfrutando de su suave tacto y me besa. Su lengua se mueve desenfrenada buscando la mía.Su sabor a fresa invade mi paladar. Necesitaba esto, sus besos, sus caricias, su olor a vainilla. La necesitaba a ella. 

Está nerviosa.

— Te quiero. —me suelta mirándome a los ojos.

¿Qué? Me escuchó, mierda, no.

Está mirándome. Puedo ver la ansiedad en sus ojos, pero no digo nada. Desvío la mirada hacia otro lado y ella suspira.

Lo mejor es que me vaya, que me aleje de ella. Yo también la quiero, pero no puedo hacerle esto. Una última mirada y me voy. Dejándola sola.

Salgo disparado por el pasillo, pegandole un fuerte puñetazo a la pared. La gente me mira, pero no dice nada. Paso mis manos por mi pelo dando vueltas por la sala de espera.

No puedo, no puedo arrastrarla conmigo.

Un bonito caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora