Matty y yo seguimos abrazados mientras el agua fría cae sobre nosotros, no quiero moverme y sé que él tampoco. Ni si quiera me he dado cuenta de que mi padre ha estado llamando a la puerta hasta que varios golpes en la puerta del baño me sobresaltan. Refunfuñando me separo de Matty y le hago una señal en silencio para que se quede ahí. Una cosa es que mi padre sepa que estuvo el fin de semana aquí y otra muy distinta es que nos pille en esta situación. No quiero más problemas tal y como está la situación ahora mismo.
Envuelvo mi cuerpo en mi albornoz de color rosa y salgo cerrando la puerta lo más rápido que puedo. Mi padre está sentado en mi cama con los brazos cruzados.
— Lo siento, estaba dándome una ducha y no había escuchado la puerta.
Mi padre echa un vistazo a la habitación y frunce el ceño.
— ¿Ya llegó tú amigo?
Niego con la cabeza.
— Y no es mi amigo, es mi novio —digo poniendo mucho énfasis en esto último.
— Lo que sea —me mira fijamente. — Estaré vigilando cada movimiento que dé.
— ¿Qué? —digo sorprendida.
Sé que Matty está escuchando la conversación y me lo puedo imaginar con el ceño fruncido y los puños apretados a ambos lados de su cuerpo.
— No me fío ni de mi propia sombra Julie y no sé quién pudo ser la persona que robó el dinero, tengo que estar atento a todo.
— Matty no fue —estoy tan furiosa que tengo ganas de darle una patada en el culo y echarle de mi habitación. Odio cuando mi padre se pone así, no puede acusar a nadie si no tiene pruebas.
— No tengo nada más que hablar Julie solo quiero que tengas cuidado la próxima vez que hagas una fiesta aquí —se dirige a la puerta de la habitación y me dirige otra mirada. — Invita a gente que conozcas.
Se va sin darme tiempo si quiera de añadir algo más.
Cuando cierro la puerta Matty sale del cuarto de baño tal y como dije.
— ¿Te han robado? —dice casi acusándome por no contárselo antes.
— Sí, bueno... A mi padre, una gran cantidad de dinero.
— Y me echa la culpa a mi, que raro.
— No le hagas caso... Está preocupado, eso es todo —resoplo levantándome de la cama para ponerme el pijama.
— Puedes quedarte así —susurra Matty acercándose a mi, planta un suave beso en mi cuello haciendo que mi enfado desaparezca pero no puedo. No con mi padre en la habitación de al lado.
— Está mi padre en la habitación de al lado —me doy la vuelta poniendo una mano en su hombro para separarle, él pone los ojos en blanco y se lanza en la cama.
Me pongo un pijama largo de conejitos de color gris, lo que provoca que a Matty se le escape una sonora carcajada.
— ¿Qué? —entrecierro los ojos intentando parecer enfadada pero al segundo le acompaño en la carcajada. Debo de estar muy ridícula con este pijama pero es que me encanta.
— Nada nada —se agarra la tripa con ambas manos intentando no reír.
— Bien bonito que es —le enseño el dedo riendo. — Oye una pregunta ¿Por qué Gracy no vino contigo?
— Nadie sabía que venía —niega con la cabeza. — Ni si quiera yo sabía que venía, además está muy ocupada viendo al estúpido de mi padre.
— Yo hace unos cuantos días que no hablo con ellas, he estado muy ocupada con los exámenes.
— Tú no piensas que fui yo el que robó el dinero ¿no? —me pilla casi por sorpresa esa pregunta, solo Matty puede cambiar tan drásticamente de un tema a otro lo que me hace sonreír.
— Claro que no. —le doy un beso en la mejilla y el sonríe. — Aunque tengo una pequeña teoría. Mi padre guardaba el dinero en un cajón de su escritorio, el cual estaba cerrado con llave, ni si quiera estaba forzado... o sea que no pudo ser nadie de la fiesta, quien robó el dinero tenía que saber muy bien el escondite de la llave que abre el cajón o tener una propia.
El asiente convencido con la teoría que le acabo de dar, sé que el no fue y tampoco nadie de los que estaban conmigo.
— No quiero darle más vueltas al tema —apoyo mi cabeza en su pecho cerrando los ojos. — La cabeza me va a estallar.
El pasa su mano por mi espalda acariciándome esta, un escalofrío recorre todo mi cuerpo y en un abrir y cerrar de ojos estoy dormida.
***
A la mañana siguiente estamos enredados el uno con el otro, Matty tiene su brazo encima de mi tripa como casi siempre que dormimos juntos. Abro los ojos intentando desperezarme pero me pesan demasiado y los vuelvo a cerrar.
— Buenos días —susurra Matty a mi lado estirándose.
— Buenos días —refunfuño tapándome la cara con las manos.
Cuando por fin me levanto, me doy una ducha para desperezarme del todo y me pongo lo primero que veo, que en este caso son unos leggins y una camiseta normal y corriente. Bajo las escaleras casi arrastrando los pies. Mi padre como de costumbre está leyendo el periódico. Huele a café recién hecho y me encanta, el olor hace que me despierte aun más.
Matty baja cinco minutos después de mi. Saluda a mi padre de una forma demasiado cordial, y aunque se puede respirar una enorme tensión en el ambiente le hago caso omiso..
Me quedo embelesada mirando la tostada como si me estuviera hablando. Apoyo mi cabeza en mi mano, como suelo hacer siempre que estoy concentrada en algo. A mi cabeza vienen flashes del día que me fui de clase y me encontré a Amanda saliendo de casa. Un momento...
— Amanda —mi padre y Matty me miran como si me hubieran salido cinco cabezas
— ¿Qué? Julie, ¿Estás hablando con la tostada o qué? —pregunta mi padre confundido.
— Amanda fue la que robó el dinero —me pongo en pie casi de un salto. — Te acuerdas que te conté que me la encontré saliendo de aquí ¿no? Claro, fue ese día. La muy zorra.
— Imposible, me hubiera dado cuenta —niega mi padre con la cabeza.
— No te diste cuenta por que tú estabas todo el día fuera —digo esto último casi acusándolo de dejarme sola durante dos largas semanas. — Luego fuimos a Londres. Acéptalo. La que te robó el dinero fue tu ex prometida, o lo que haya sido.
Sé que a mi padre le cuesta aceptarlo pero para ser abogado está demasiado lento. Aunque sé que en su más profundo ser está atando cabos, y yo nunca me había sentido más orgullosa de averiguar algo. Así que por eso estaba tan nerviosa ese día...
Te hemos pillado Amanda.
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Un bonito caos
RomanceJulie es una chica normal y corriente, vive con sus dos hermanas y su madre en un pequeño pueblo de Londres. Tan solo bastó un fin de semana para que su vida diera un giro de 180 grados. Todo a su alrededor se tambaleó en un abrir y cerrar de ojos...